Es un testimonio único. Después de la cantidad de libros que han salido sobre las mafias del narcotráfico, es realmente notable la historia contada por el hijo del mafioso más famoso de la historia de América Latina. Una historia muy bien contada que hace por demás increíble la vida de la familia Escobar-Henao, que ya de por sí era una película de ciencia ficción. Se llama Pablo Escobar, mi padre. Las historias que no deberíamos saber (Planeta, Buenos Aires, 2014).
Hay varios comentarios en el testimonio de Juan Pablo Escobar que ayudan a explicar la relación con el periodismo que tenía su padre, el megacriminal Pablo Escobar.
De hecho, una de sus primeras empresas creadas para tapar sus negocios ilícitos fue nada menos que una productora de televisión, Antioquía al Día, en Medellín. Era «una programadora regional de televisión con noticiero incluido, que mi padre compró para meterse de lleno en los medios de comunicación y el periodismo, que le apasionaban. Esa era la fachada, porque en la parte de atrás funcionaba una oficina del crimen de mi padre» (p. 180).
1. Los periodistas eran enemigos. La relación con El Espectador fue crítica desde el principio. Su director, el gran Guillermo Cano, fue quien terminó con la fugaz carrera política de Escobar, quien había asumido como legislador suplente en la cámara de diputados de la Nación. Cano descubrió en el archivo de su diario, una noticia policial de 1976, donde aparecía la detención del mafioso por tráfico de drogas. El había querido borrar todo ese proceso judicial, pero un periodista lo rescató y lo hizo público. El 25 de agosto de 1983, El Espectador publicó en primera página la noticia de que en marzo de 1976 Pablo Escobar había sido detenido junto a tres personas con pasta base de coca. En enero de 1984 Escobar, revelado públicamente como narcotraficante, se “retiró” de la actividad política.
Escobar nunca se lo perdonó. Lo mató años después, tras una editorial crítica de El Espectador, el que estaba a favor de la extradición de los narcotraficantes colombianos a los Estados Unidos. Esa era la gran batalla política que Escobar y los grandes narcos estaba realizando contra el estado colombiano.
2. Secuestrar periodistas o atentar contra medios permitía amplificar la repercusión de un hecho violento y dar más visibilidad a un mensaje al estado. Su forma de negociar era aumentar los niveles de violencia, incluyendo también ataques contra la prensa. En la selección de sus objetivos para secuestrar y presionar al estado, Escobar tenía en cuenta el perfil mediático de su víctima. Eso se tuvo en cuenta en el secuestro de Andrés Pastrana, líder político del Partido Conservador y también periodista muy conocido. Pastrana fue liberado por las autoridades en lo que fue un fracaso de Escobar. Pastrana fue luego presidente de Colombia de 1998 al 2002. El pico de ese uso de la violencia contra los periodistas para presionar al estado fue cuando al mismo tiempo tenía secuestrada a la periodista Diana Turbay, a un equipo de un noticiero, y a Francisco «Pacho» Santos, jefe de redacción del principal diario del país, Tiempo. Era una estocada a fondo para negociar con el entonces presidente César Gaviria las condiciones de detención en Colombia para evitar la extradición a Estados Unidos.
3. Los periodistas arruinan las negociaciones secretas. En el testimonio del hijo del mafioso también se ve cómo en dos momentos en los cuáles hubo negociaciones entre la mafia y las autoridades, las dos veces las negociaciones quedaron truncas por la revelación que hicieron los diarios. En primer lugar, El Tiempo de Bogotá (p. 253), y luego, en otra oportunidad, La Prensa, de la familia Pastrana (p. 306).
4. Los medios servían para tener voz pública. En medio del conflicto, Escobar incluso elaboró un proyecto de un diario, que se iba a llamar Fuerza. Hicieron números ceros, pero finalmente nunca salió.
5. Los periodistas servían para protegerse. En varias ocasiones, Pablo y su familia recurrían a los medios para protegerse frente a la asociación entre el bloque de búsqueda y las mafias enemigas. Tenían siempre a disposición los teléfonos directos de los periodistas más importantes del país para poder recurrir a ellos en momentos críticos. En una oportunidad, Pablo Escobar tuvo una conversación privada por teléfono con tres de los más importantes periodistas del país, incluido el director de Tiempo, diario más importante de Colombia, Enrique Santos Calderón. En varios momentos de su fuga, tanto Escobar como su hijo ofrecían notas y reportajes a periodistas para que estos los filmaran, o los protegieran con su presencia. También en varias conversaciones con funcionarios estatales, amenazaron con contar cosas a los periodistas.
En definitiva, como siempre ocurre, son muy variados los «usos y gratificaciones» de los medios para el crimen organizado.