El periodismo y las medias verdades sociales

El contexto de este nuevo Día del Periodista es que las repúblicas independientes de América Latina están cumpliendo sus dos siglos de vida y sus desigualdades sociales extremas también. 

Hoy la más masiva violación a los derechos humanos en la región se da por la desigualdad social, y sus causas no son un tema central de la cobertura periodística. Hay opiniones, hay interpretaciones, pero falta periodismo. 

Quizás existe la percepción de que la realidad social está cristalizada y forma parte del paisaje no modificable. Y sabemos que lo que moviliza nuestros esfuerzos solo suele ser lo que creemos modificable.

Hoy el periodismo pone mucho más énfasis en la defensa de los derechos civiles y políticos, que en los derechos sociales. Estos pasan por ser derechos de segunda, como si fueran derechos disminuidos, o cuasi derechos, aunque nuestras constituciones no hagan esa distinción. 

Esa actitud periodística tiene una lógica. Las construcciones de nuestros hogares nacionales democráticos exigieron una secuencia de expectativas. Había que consolidar primero los cimientos de los derechos civiles y políticos para luego concentrarse en avanzar en los pisos superiores de los derechos sociales. 

Pero las transiciones democráticas no pueden ser eternas. En algún momento le tiene que tocar a los de abajo. Además, sabemos que si no tenemos los derechos sociales básicos tampoco tenemos libertades, dado que nuestras carencias fundamentales hacen que nuestro nivel de dependencia personal sea extremo, y podemos ser fácilmente clientelizados. Si el desarrollo es la “expansión de las libertades sustantivas”, es una ilusión creer que vamos a ejercer nuestra ciudadanía plena si nuestro déficit de derechos sociales es gravísimo. 

El periodismo nunca es el mismo. Hay una adecuación a las necesidades de cada época. Y en estos momentos es necesario una era social de la profesión. Lo bueno es que coincide con la visión de los periodistas. En una reciente encuesta a periodistas de América Latina, la gran mayoría expresó su vocación de promover el cambio social.  

Por eso, el periodismo está cambiando. Crece el consenso en el mundo de los periodistas que la construcción democrática tiene que ser integral. Toda una nueva generación de medios digitales tiene a la desigualdad social como uno de sus ejes centrales: Animal Político, La Silla Vacía, Plaza Pública, El Faro, Red/Acción o Connectas; y también en medios principales, como el programa de corresponsales en la periferia que impulsa la Folha de Sao Paulo

El cambio social está creciendo en el horizonte editorial de los medios. Y no solo en América Latina. Dos de los medios más importantes del mundo realizaron proyectos muy ambiciosos para analizar las raíces estructurales de la desigualdad social en sus respectivos países. The New York Times hizo el proyecto 1619, que fue el año en que ingresaron los primeros esclavos negros a las entonces colonias inglesas; y The Guardian inició el proyecto Cotton Capital, que incluso revisa la relación entre los orígenes de ese medio y la esclavitud. Son decisiones editoriales de los medios de referencia mundial que comienzan a marcar una nueva era, donde la lucha contra la desigualdad social vuelve a estar en el centro, como ya lo estuvo en otros momentos de la historia, por ejemplo, cuando surgió el periodismo de investigación en Estados Unidos a fines del siglo diecinueve, con los famosos muckrakers.

Los medios principales hacen coberturas aisladas de la desigualdad social, pero esos esfuerzos profesionales no tienen la persistencia ni la centralidad de otros temas. Por su parte, el periodismo de investigación está más volcado a la corrupción administrativa, pero menos a la desigualdad social. Apenas en forma indirecta se dice que ese dinero que se roba se les resta a los pobres. No es frecuente que se investigue el rol de las grandes instituciones sociales en la reproducción de la desigualdad social. “Las disparidades permanecen arraigadas en las instituciones formales e informales, resistiendo el cambio”, dicen los profesores brasileños Criselli Montipó y Jorge Kanehide Ijuim.

El periodismo se debe al presente, no al pasado. Por eso, surgen olas de ‘nuevos periodismos’ con adjetivos orientadores, como fueron el periodismo ciudadano, cívico, público, interactivo o de soluciones. En una reciente investigación se enumeraron en los últimos treinta años más de 150 nuevos periodismos con adjetivos. Pero es que en cada época se proponen énfasis diferentes. Y hoy necesitamos en América Latina un periodismo de inclusión social, que haga más hincapié en las necesidades sociales. 

Por eso, no es un periodismo para siempre. Es un periodismo de emergencia para un continente socialmente quebrado, con una fisura que lo pone en un riesgo permanente de autodestrucción. Y no debería ser un periodismo militante, sino muy profesional. Combatir la desigualdad requiere hacer periodismo de calidad, pero para todos, no para unos pocos. La percepción de las víctimas de la desigualdad social es que el periodismo los mira con “negligencia crónica”, como quien te mira y juzga de lejos sin intención de acercarse, como señaló un informe reciente del Reuters Institute.

Anita Varma, una profesora de la Universidad de Texas, dice que el periodismo está constitucionalmente protegido solo porque está para “servir al interés público, alineado con el ideal de dignidad para todos”. 

Nuestro foco es la sociedad, no la política, ni el gobierno. El periodismo tiene que monitorear al poder, y la manifestación central del poder suelen ser los gobiernos, pero esa luz que el periodismo intenta poner sobre el gobierno y la política es instrumental para servir a la sociedad, que es nuestro fin principal. Nos ocupamos del gobierno y de la política porque nos interesa la sociedad.

Pero nuestra práctica de monitorear al poder muchas veces nos lleva a entablar diálogos cerrados con las elites del poder, y podemos perder la conexión con quienes viven la injusticia social.

Cuando se produjeron recientes discusiones sobre los regímenes de salud en Colombia y en Chile, o la discusión sobre el régimen jubilatorio en Argentina, el eje principal de la cobertura fueron los efectos políticos sobre un gobierno o un plan económico, más que los efectos sociales sobre la desigualdad estructural que sufre la región. Lo mismo suele ocurrir cuando en cada parlamento regional se debate la ley de presupuesto general del estado. Nuestro monitoreo constante sobre el poder –que es clave- nos saca de lo más importante, que es finalmente el beneficio social. 

Si el periodismo quiere contar la realidad latinoamericana con rigor profesional, la tiene que contar socialmente completa. Si no, su mirada tendrá un sesgo clasista, lo que sería, por lo menos, una media verdad. 

publicado el 7 de junio del 2023.

https://www.infobae.com/opinion/2023/06/07/el-periodismo-y-las-medias-verdades/

Sin acuerdos en el país de Perón y Alberdi

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El deber del hombre de Estado es efectuar por medios pacíficos y constitucionales todo lo que haría una revolución por medios violentos”, decía el político inglés Benjamin Disraelí, citado por Enrique Aguilar, exquisito estudioso del pensamiento político clásico. Es cercano a lo que el líder comunista italiano Antonio Gramsci llamaba con despecho la revolución sin revolución, o revolución pasiva.

En realidad, la democracia debe funcionar así: con cambio social. Y, en su día a día, el periodismo profesional es uno de los motores de ese reformismo, dándoles voz a todos los sectores sociales. Pero ese motor puede funcionar mal.

Para ajustarlo, hay que entender que no existe un equipo de la luz integrado por los periodistas y otro oscuro integrado por los políticos. Eso no es cierto, ni democrático.

Por eso, el periodismo no puede ser defendido en bloque ya que la historia está llena de líderes mediáticos ventajeros, al estilo del Ciudadano Kane, de Orson Welles.

Además, la complejidad del periodismo choca con la complejidad de la política, y eso puede perjudicar los acuerdos. La política, en su fase de persuasión masiva, necesita simplificar; y, luego, en su fase de concreción, necesita matizar y encontrar diagonales donde ni las ve Lionel Messi. El problema de la política es que esas dos fases son simultáneas por lo que tienden a bloquearse los acuerdos.

https://www.perfil.com/noticias/elobservador/sin-acuerdos-en-el-pais-de-alberdi-y-peron.phtml

Obama y el periodismo (II)

Una tierra prometida. Barack Obama. Debate, Buenos Aires. 2020.

OBAMA CREE QUE EL PERIODISMO AYUDÓ A AFLOJAR LOS GUARDARRAILS

Para Barack Obama el rol del periodismo en la política ha sido un tema de gran importancia. Casi se podría hablar de una visión Obama sobre el periodismo, que tiene muchos puntos de coincidencia con lo que piensan muchos políticos del mundo, más allá de su diferente orientación ideológica. La importancia del periodismo para un presidente de Estados Unidos es enorme, tal como se desprende del primer tomo de Memorias del presidente Obama. Las acciones de la prensa como desencadenantes de procesos políticos, de condicionantes o incentivos para tomar determinadas decisiones.

Con su anterior libro, hace once años, también habíamos señalado algo similar: https://periodismoydemocracia.wordpress.com/2010/07/07/obama-y-el-periodismo/

Durante estas memorias se nota la centralidad de la prensa en sistema político estadounidense. Entre otras cosas, las campañas electorales necesitan dinero y ese dinero se usa en gran medida para hacer avisos en televisión y en las redes. Si no se llega a un mínimo escalón de visibilidad a través de esos mecanismos, prácticamente no hay campaña posible. Influir desde los medios se convierte entonces en una precondición de una carrera política. Las campañas de recaudación de fondos, de acuerdo a la descripción de Obama, es sobre todo un mecanismo para adquirir un capital de visibilidad mediática clave.

Obama, como cualquier político astuto, conoce a los periodistas y los puede predecir.

En su campaña política en Chicago y, sobre todo, cuando fue senador federal en Washington, fue hábil para aprovechar su singularidad de ser el único senador afroamericano, lo que le dio una visibilidad tal que lo empujó a la puerta de la candidatura presidencial. Durante su presidencia también intentó gestionar las primicias. E incluso en las cumbres internacionales supo amenazar a líderes de otros países con hacer declaraciones a la prensa para dañarlos. También entiende a la prensa como un factor fundamental para generar los consensos sociales que  pueden promover su agenda.

Apenas llegó a la Casa Blanca se dio cuenta que en toda salida suya –pública o privada- habría una van provista por el gobierno con periodistas y fotógrafos que lo seguía. El trato era que él sacrificaba su vida privada a cambio de que sus hijas quedaran afuera del asedio mediático, algo que parece haberse cumplido. Por supuesto en el Air Force One hay un lugar para catorce periodistas y siempre estaban.

Obama describe una transformación de la política democrática que es en gran medida impulsada por el nuevo ecosistema mediático. El debate público finalmente llevó que como dice Obama “las viejas normas ya no valían”. A lo que Obama agrega la expansión de los canales de noticias de 24 horas. De alguna forma, dice, hay una gran incompatibilidad entre las negociaciones de trastienda y los canales de 24 horas. El movimiento del Tea Party nació cuando había todo un ecosistema informativo y periodístico conservador que antagonizaba con la agenda de Obama a niveles extremos. El ve una “prensa de derechas cada vez más nativista” (746). Había un sector importante de prensa que estaba dispuesto a difundir y promover información falsa y un estilo agraviante. A eso se refiere Obama cuando dice que “si en otra época hubo guardarrailes que marcaban los límites del discurso político aceptable estos llevaban ya mucho tiempo derribados” (816). Y no era solamente Trump quien “entendía que daba igual si lo que decían era cierto o no”. Obama dice que el liderazgo del Partido Republicano actuaba de la misma forma (817). Esa forma de instalar mentiras, que la forma de funcionar de la prensa difundía, incluso la que no era republicana, llevó a que casi el 40 % de los que simpatizaban con los republicanos pensaban que Obama no había nacido en Estados Unidos (816). El equipo de Obama pensó que los medios finalmente se cansarían de “la obsesión de Trump con mi nacimiento”, pero ”los programas de la televisión por cable dedicaban extensos apartados a Trump y sus teorías” (828). En un momento, enojado, y contra la opinión de su equipo, Obama declaró: “no podremos resolver nuestros problemas si nos atraemos con distracciones secundarias y charlatanes de feria….me dirijo a la gran mayoría del pueblo estadounidense, y también a la prensa.  No tenemos tiempo para estas estupideces. Tenemos mejores cosas que hacer” (829).

Y, por supuesto, Obama vivió un continuo crecimiento de una prensa opositora cuyo eje era Fox News, de Rupert Murdoch, y que se extendía a locutores de radio y blogueros muy populares en muchas de partes de Estados Unidos. Ese bloque de medios sembrando y cosechando un crecimiento de un imaginario conservador muy crítico de Obama y sus políticas, el que luego produciría a Trump.

Como todos los años, en la cena anual de los corresponsales de la Casa Blanca se invita al presidente y en el 201x fue Obama y estaba Trump entre los invitados. Obama hizo muchos chistes sobre Trump y los periodistas se reían cómplices. “Trump era un espectáculo y, en el Estados Unidos del 2011, eso era una forma de poder”. Por eso Obama sabía que “los mismos periodistas que se reían de mis bromas seguirían dedicándole tiempo en antena; sus directores matarían por tenerlo sentado a su mesa. Lejos de verse condenado al ostracismo por las conspiraciones que había difundido, era más relevante que nunca” (838).

Pero Obama no solo cuestiona a los medios conservadores sino que, también a los que podrían tener una afinidad con su gestión, los acusa de tener una práctica profesional que evitaba reconocer las mentiras explícitas con las que se lo acusaba. Eso es lo que llama el “moderno estilo de cobertura de las noticias”; y dice “fui víctima de la línea que separaba a las noticias del entretenimiento. Nunca se plantaron ante Trump…esos periodistas no le daban credibilidad a las denuncias de Trump, pero se repetían sin pausa en sus medios….”y cuanto más oxígeno les daban los medios, más dignas de crédito parecían” (816). El periodismo de Estados Unidos ya había debatido esto hace sesenta años, durante las acusaciones del senador Joe McCarthy, que dio origen al macartismo. Y eso solo fue interrumpido cuando los periodistas resolvieron refutar en vivo a quienes hacían las acusaciones, como hizo el célebre periodista Ed Murrow ante el propio senador en un recordado programa de televisión. Esta actitud del periodismo mainstream frente a Trump otra vez volvió a ser aprovechado para darle vigencia a mentiras insostenibles.

Su catálogo de críticas al periodismo es el siguiente:

  1. Las “las objeciones triviales” pueden convertirse en el eje de la discusión de una política pública.
  2. Se refiere a “las típicas preguntas de un periodista” que piden acortar los procesos decisorios (“cuantas personas más van a tener que morir para que se resuelva”), que ponen el foco en algo trivial y se oscurece una política pública, algo que se agravaba en las cumbres internacionales donde los detalles rápidamente adquirían más impacto que el contenido de la cumbre.
  3. El llamado backstage journalism es el que se espera que revele las negociaciones de “trastienda” entre los legisladores, pero eso parece sacar toda legitimidad a acuerdos políticos que sirven para sacar leyes importantes. Estas negociaciones de trastienda son típicas del Senado donde la mayoría republicana era la dominante durante su gestión.
  4. Cierto cansancio también de los medios a recibir explicaciones de los presidentes como si ese “tono profesoral” molestara a la prensa.
  5. Describe una lógica de creciente hostilidad de la prensa con un gobierno que lleva a una situación de crisis periódicas. Obama describe cómo además las fotos y videos que la prensa elige para ilustrar las notas sobre él, están basadas en la visión que en ese momento tiene la prensa, y por lo tanto ponen buenas y lindas fotos cuando perciben que está fuerte y sólido, y fotos menos atractivas cuando perciben que el presidente no está pasando un buen momento. Esa selección de las imágenes obviamente refuerza ese encuadre.
  6. Siempre intentó evitar las filtraciones internas generadas por competencias de grupos internos de su gobierno, y él considera que tuvo bastante éxito en eso.

Cuando se produjo la primavera árabe también se sintió muy presionado por la prensa. Primero, porque los periodistas estadounidenses, muchos de los cuáles simpatizaban con estas revoluciones, habían detectado diferencias de criterio en su gobierno sobre el grado de intervención que Estados Unidos debía tener; y, segundo, por el rol de Al Jazeera, que fogoneaba las protestas y generaba rispideces entre los países árabes. También la riesgosa intervención contra Gadafy en Libia estuvo bajo alta presión del periodismo estadounidense. Son operaciones que al tener gran visibilidad mediática tienen que reducir al máximo el margen de error.

En una de las revelaciones más interesantes del libro en la relación entre gobierno y prensa, describe cómo el Pentágono utilizaba a la prensa para sostener su autonomía frente a él como presidente, para imponerle sus planes y bloquear los del presidente, hasta el punto que Obama tenía que reafirmar la subordinación militar al poder civil en una democracia.  “No me digan lo que tengo que hacer desde la portada de mi periódico matinal”. Desde siempre las guerras se pelean también en la prensa. Cuando un general dio una entrevista a Rolling Stone donde expuso críticas internas, el pedido de renuncia fue inmediata.

Por último, y una vez más, a medida que el presidente decide darle más visibilidad en la prensa al retorno de los militares muertos de las guerras, ese presidente está preparando la salida de ese conflicto (532).

Contar la paz

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Jesús Abad Colorado es un gran fotoperiodista colombiano que retrató la violenta guerra que sufrió ese país durante más de cinco décadas, por el enquiste de una guerrilla en el interior de una Colombia desigual y violenta. Después de la etapa «de la violencia», como se llamó al enfrentamiento entre liberales y conservadores, se cristalizó un núcleo guerrillero arcaico y primitivo, que por supuesto desató reacciones arcaicas y primitivas desde el Estado y sectores sociales antagónicos. El resultado fue posiblemente más de 200 mil muertos.

Este fotógrafo sigue a las protagonistas de sus fotos más emblemáticas, y así cuenta esta delicada transición que hoy tiene Colombia desde la paz formal a la paz real. Es un documental, que se llama El Testigo, es producido por Caracol Televisión, y se puede ver en Netflix.

Hay dos momentos que me parecen especialmente interesantes. Uno es cuando un sobreviviente de una masacre le cuestiona porque sus fotos sobre ese  hecho fueron light: mostraba un Cristo roto en una iglesia, pero no cuerpos de niños mutilados. El fotógrafo le respondió que hubiese sido una foto que incentivada el odio.

Y el otro momento es cuando un hombre le reprochó que le haya sacado una foto cuando era niño vistiendo el cadaver de un muerto, foto que se convirtió un símbolo en Colombia. «el hijo de Colombia», le decía. El fotógrafo respondió allí que eso es lo que hacemos los periodistas, contar historias para que el mundo cambie, y le pidió disculpas si le había molestado.

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El costo de contar la guerra

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Un gran documental «Morir para contar» recopila testimonios de corresponsales de guerra españoles de los últimos veinte años, e indaga en lo que significó para ellos ver para contar algunos de los momentos más drámaticos de la humanidad en el último tiempo. La enseñanza más inmediata es que todo tiene un costo. Algunos de estos corresponsales fueron muertos, otros fueron secuestrados, pero todos fueron impactados y cargan con pesares y dolores emocionales difíciles. Por otra parte, en sus testimonios también dicen que lo volverían a hacer, que volverían a elegir esta vida. En un tono intimista, los corresponsales no idealizan pero sí confirman que su trabajo vale, ayuda, sirve a personas que podrían estar peor sin ellos. El síndrome de stress postraumático es la consecuencia, y cada vez más los profesionales tienen que entender que no pueden no tratarse. Si bien ellos van a la guerra donde ven cómo las personas sufren más que ellos, lo que a ellos les ocurre no hay que olvidarlo. La formación profesional debe incluir cada vez más la atención y cuidado de la salud física y emocional. Si se considera que es importante estar ahí, hay que considera esa situación en todas sus dimensiones.

Se puede seguir ignorando el drama del narco o se puede leer a Daniel Enz

¿Qué es un periodismo desequilibrado? Uno que tiene cien periodistas opinólogos por cada periodista como Daniel Enz.

Acabo de terminar su último libro, Las cenizas del narco. Lo que destruyó el narcotráfico. Historias de violencia, poder, política y negocios (2018), el que además lleva un gran prólogo de Mariel Fitz Patrick.

Es una descripción precisa del cáncer del narcotráfico en una provincia, Entre Ríos. La lectura es espeluznante. Y peor es aún si pensamos que, con sus variaciones, situaciones similares se deben dar en varias provincias argentinas, pero casi nadie las describe.

Enz describe las tramas mafiosas de los últimos jefes narcos de Paraná:

  • ”Las estructuras están sin su conductor en libertad, pero prácticamente intactas” (25).
  • “La clase política sigue ignorando el aniquilamiento de generaciones de pibes en por lo menos 20 barrios de Paraná” (18).
  • “Ese jovenzuelo venderá droga primero, será su prioridad de vida; tendrá una chuza o sevillana inicialmente como arma de defensa y, llegará luego a la pistola reglamentaria, en la misma edad en que antes la prioridad era tener inflada la pelota para jugar al fútbol en la calle o salir a la calle a competir con su bicicleta en la cuadra de esa zona” (17).
  • “El sistema funciona muy aceitado y da pena. El subjefe narco convence al pibe de 11 o 12 años que vendiendo droga va a tener su propia plata, para comprarse un celular de última generación, las zapatillas más caras o la versión más reciente de Play Station. El chico deja la escuela en abril o mayo, le proveen de un arma y chaleco antibalas; vende, consume y vuela por las nubes; se aísla y no tiene que lidiar con los problemas terrenales…” (26).
  • “Para una escuela, el chico que matan o se suicida queda como que abandonó, que no terminó el ciclo lectivo. El establecimiento educacional no informa de esa situación. Debe mantener la cifra y por ende dibuja el número de asistentes antes el CGE, para no perder la matrícula ni descender de categoría” (20).
  • “Los soldaditos van cooptando chicos y ejercen una fuerte influencia. Una madre acudió preocupada a la conducción de la escuela, para contar que su hijo, que era un pibe brillante en la primaria y nunca había tenido problemas de conducta, de un día para el otro le robó el celular y con eso compró droga. Cuando logró sacarle al hijo qué le estaba pasando, el pibe se sinceró: una bandita del barrio lo agarró un día de siesta, al salir de clases y lo amenazaron. ‘Si no querés que te peguemos, tenés que robarle a alguien el celular, y entregárnoslo a cambio de droga’, le dijeron. El pibe cumplió con lo advertido y tomó cocaína por primera vez. Y dejó de ser el chico que era” (35).

De acuerdo a la descripción increíblemente detallada de Enz, cada sector político tiene su conexión narco, desde el exgobernador hasta el actual intendente de Paraná. Los capítulos que describen esa trama son una perla y posiblemente son un modelo de la relación entre la política y el crimen organizado en otras zonas del país y de América Latina.

Enz describe la trama actual del narcotráfico, incluso anticipando quiénes pueden ser los futuros jefes. Y también describe donde están las principales falencias estatales para que la hidra siga creciendo:

-“la situación se irá profundizando en la medida que no se fortalezca una mayor coordinación entre la Policía de Entre Ríos, la Policía Federal, y claro está, Gendarmería Nacional y Prefectura Naval Argentina. Del mismo modo, se requiere de una unificación de criterios entre la Justicia Provincial y la Federal. Y si a esta falta de coordinación se le adosa la escasa asignación de recursos humanos y tecnológicos, se comprenderá mejor por qué Entre Ríos es uno de los territorios elegidos para el desembarco del narcotráfico” (316).

Es una cobertura difícil la que Enz realiza en soledad sobre esa trama mafiosa.  Por eso es necesario ampliar la cantidad de periodistas que contribuyen a describir ese cáncer que destruye la sociedad, tanto en Entre Ríos como en el resto del país.

 

fotoperiodismo premium

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La historia del fotoperiodista brasileño Sebastian Salgado es impactante. Un documental de netflix, La Sal de la Tierra, la recorre con maestría. Como en el  caso de Robert Capa, su marca periodística es una creación de una «mente de pareja», donde ambos trabajan en una visión fotográfica conjunta. Hay que recordar que inicialmente «robert capa» era la marca que utilizaban la pareja de fotógrafos como se explica aquí.

Albert Camus, periodista de derechos

camus

Albert Camus fue uno de los referentes intelectuales del siglo XX que más nos puede ayudar en este siglo. Nació en la Argelia francesa y, en plena Segunda Guerra Mundial, se instaló en Francia desde donde hizo primero periodismo clandestino y luego se convirtió en uno de los refundadores de la profesión en ese país, tras la ocupación nazi. ”Contar mal las cosas es aumentar las desgracias del mundo”, escribió el periodista y escritor. En el libro de María Santos-Sainz, Albert Camus, periodista. De reportero en Argel a editorialista en Paris (Libros.com, Salamanca, 2016) se describen las sucesivas etapas de la carrera profesional hasta su temprana muerte, y luego su influencia sobre la actualidad. “Nadie a mi alrededor sabía leer. Tenga eso en cuenta”, le gustaba decir a Camus, quién había nacido en la pobreza en la Argelia colonial, y la tuberculosis lo acompañó toda su vida. Su labor periodística en su país natal lo convirtió en un defensor de derechos, en primer lugar de los más pobres. Decía: ”la memoria de los pobres está menos alimentada que la de los ricos, tiene menos puntos de referencia en el espacio, puesto que rara vez dejan el lugar donde viven, y también en el tiempo, con una vida uniforme y gris”. Pero sabía de la dignidad de los humildes: ”ante mi madre siento que pertenezco a un noble linaje: el que no envidia nada”. Su padre murió en una de las primeras batallas de la Primera Guerra: “cuando le movilizaron, mi padre nunca había visto Francia. La vio y lo mataron. Es lo que una humilde familia como la mía aportó a Francia”. Su ideal era que Argelia continuará siendo francesa pero que se hiciera republicana. Desde 1943 fue parte de la resistencia francesa contra los nazis. Era lector de la editorial Gallimard de día y de noche era editor de Combat, la publicación que distribuía la resistencia. Tras la liberación se convirtió en uno de los periodistas más importantes de Francia. Fue Premio Nobel de Literatura en 1957 por obras como La Peste o El Extranjero. Camus fue un líder de opinión que se enfrentó a las dictaduras de todo tipo, incluso cuando las comunistas resultaban populares para los intelectuales en París. Su debate más famoso fue contra Jean Paul Sartre, y es posible que la historia lo haya confirmado como el ganador. Defensor de la democracia, apoyo a los republicanos en la Guerra Civil española. Hizo alguna colaboración en la revista argentina libertaria Reconstruir. Le mandaron un cuestionario sobre la cuestión internacional y respondió, y lo publicaron después de su muerte. También la editorial Reconstruir le editó el libro Ni Víctimas, Ni Verdugos. En uno de sus viajes a Paris, Hannah Arendt quiso encontrarse con Camus al que calificó como “el mejor hombre de Francia”. Uno de los principales medios de Francia, Mediapart, tiene a Albert Camus como su inspirador. Su fundador, Edwy Plenel, sacó un libro titulado Combate por la prensa libre, donde registra esa influencia. Camus, por su parte, fue muy influenciado por Simone Veil, quien entre otras cosas fue periodista en la Guerra Civil española y narradora de mundo obrero francés.  El texto más fuerte de Camus sobre periodismo es un manifiesto que le censuraron en Argelia, que fue recuperado por Le Monde en 2012. Es una voz que les sirve a los periodistas actuales, muchos de los cuáles sienten frustraciones por su poco impacto profesional: ”la historia tendrá en cuenta o no estos esfuerzos. Pero en todo caso se habrán hecho”.

El periodismo y las desgracias del mundo

Todo el discurso justificador del periodismo esconde una pulsión más básica: la curiosidad de una persona de ver, escuchar, aprehender, observar, en fin, de hacer legible la realidad que lo rodea. Después se puede decir, y es verdad, que también es por la democracia, por la comunidad, por los que no tienen voz, pero en primera instancia es por el placer de hacer periodismo.

Por eso, como dice Edwy Plenel, fundador del gran medio francés Mediapart, “toda visión cínica, pragmática y oportunista del periodismo traiciona el oficio en sí”.

Pero esta pasión tiene énfasis diferentes de acuerdo al momento histórico. El cambio de gobierno del 2015 fue un cambio de régimen en algunas áreas, en especial en el periodismo, cuando salimos de un corset político asfixiante.

Ahora hay que cerrar el tiempo del desprecio, evitar el periodismo de combate y retirar a sus caudillos.

En el siglo XIX, Juan Bautista Alberdi rechazaba esa prensa que “cree que un adjetivo es un argumento y que un ultraje es una razón, que la fuerza del escritor está en el poder del dicterio y cuando más grita más persuade”.

Estamos en un momento alberdiano donde se busca una prensa que ensanche horizontes para sacarnos del laberinto de nuestra historia reciente, donde todos los caminos son tan conocidos como rechazados.

Por eso, es necesario iluminar este momento histórico. Hace cien años se decía en Buenos Aires que una ciudad sin periodismo era como un niño en una pieza oscura.

Si se puede sugerir, el énfasis que se necesita hoy es el de hacer a la sociedad más legible, para entender la polarización social remanente. Indagar y bucear en las ideas profundas de las personas, escuchando para llegar a esas creencias sociales. Por eso, para el periodismo el principal problema no son las noticias falsas sino las ideas falsas, que se enraizan en la vida social y bloquean el progreso comunitario.

La encrucijada nacional actual desafía no a un gobierno sino a una clase dirigente, de la que forma parte también el periodismo. Los gobiernos lideran la salida de las crisis, pero son las clases dirigentes las que nos sacan de ellas.

Un problema es el periodista populista, que es un político con micrófono, que explica todo, no aprende nada, y todo lo dice con gran carga moral, repleto de lugares comunes. Pero tiene sus virtudes: es un gran comunicador, percibe las preferencias sociales, y tiene especial fineza para adivinar los tiempos políticos. Es entonces un gran político, un gran comunicador, pero un mal periodista.

El periodismo realmente existente no puede ser un vendaval de opiniones, como si eso fuera una señal de libertad de conciencia. En un contexto autoritario podría serlo, pero ahora la libertad es una oportunidad para mejorar tu opinión no para decir lo primero que se te ocurre aprovechando el micrófono. La opinión de un periodista no es completamente libre, depende de la información que tenga para fundar lo que dice.

Frente a esta evidente mala praxis, la profesión necesita refundar su autoridad social y para ello tiene que tocar ese núcleo de creencias profundas de las personas, en todos los estratos sociales.

El periodismo suele hablar desde y para la clase media, y en una sociedad latinoamericana eso es hacer sólo la mitad del trabajo, pues no podemos contar bien sin abarcar la totalidad social. Y, como decía Albert Camus, “contar mal las cosas es incrementar las desgracias del mundo”.

(Nota publicada en Clarín, el 7 de junio del 2018)

Periodismo y mercados (dame un espejismo que pueda creer)

No sólo yo tengo una comprensión limitada de lo que está pasando en una economía en crisis. No se enojen, pero ustedes también. Esto incluye al Gobierno, al Fondo Monetario Internacional y a los principales opinadores del día. No lo digo yo, sino varios de los mejores economistas mundiales, quienes sostienen que, en esta neblina, es el entrenamiento de nuestro instinto lo que compensa la falta de información.

Las crisis son todas diferentes y así hay que trabajarlas. Se ha dicho que los generales pelean la guerra de acuerdo a la guerra anterior. Si no hubiese habido una brutal y difícil de explicar Primera Guerra Mundial, es posible que quienes negociaron en 1938 en Múnich con Adolf Hitler hubiesen sido más duros. Pero en su cabeza tenían las imágenes de aquella masacre, y por lo tanto su objetivo era evitar que se repitiera, lo que los llevó a ser débiles frente a Hitler.

La última crisis siempre funciona como horizonte de referencia. En economía, nuestra historia comienza en 2001. No importa el Rodrigazo de 1975, la crisis bancaria de 1981 o la hiperinflación de 1989. Eso es prehistoria, que no está incorporada al horizonte de comprensión de los agentes económicos.

Cuando hay horizontes temporales cortos, la economía es volátil y transitoria, y crece la influencia del periodismo. Estudié la historia del influyente diario Ámbito Financiero desde 1976 a 2001, viendo cómo recorría ese medio la montaña rusa argentina. La conclusión principal fue que en la economía, como en todo comportamiento humano, son tan importantes las palabras como los números.

La mano invisible de la economía no son los indicadores, sino la interpretación que hacemos de ellos. Y eso va construyendo un clima de mercado que es el ambiente en el que los agentes económicos toman sus decisiones. La suma de esas acciones construye los indicadores. Todos contribuimos en distinto grado a ese clima, pero nadie lo controla. Cada uno con diferente comprensión de lo que pasa, pero todos votan en los mercados.

Memoria y destino

Quienes estudian el periodismo y la economía notan que la noticia es el cambio de corto plazo de los indicadores, y no sus niveles absolutos. Explican que, como es muy difícil reflejar el estado de situación de una economía grande y compleja, nos guiamos por pocos indicadores. Y reaccionamos ante esas noticias no tanto por cómo estamos hoy sino por hacia dónde podemos ir, un destino en el que la memoria social de la última crisis funciona como un campo magnético. Ya sabemos que la economía puede llegar a ser tan volátil que la alarma activa el incendio, y no al revés.

En ese clima y en sus cambios, las palabras y las imágenes influyen mucho. Cuando actores influyentes hablan de “caída”, “desplome” o “parto de muerte”, las expresiones tienen efectos climáticos.

Recordemos que la salida de la convertibilidad fue mucho más traumática porque la política no supo contenerla. Las voces críticas pedían una devaluación del 20 por ciento, no del 300 por ciento como llegó en 2002. Por eso, están las crisis y lo que nosotros hacemos con ellas. En Argentina, nuestra forma de resolverlas es potenciar su efecto destructivo.

El economista argentino Daniel Heymann dice que suele haber “fallas de coordinación” que ocurrirían cuando a un gobierno le resulta “difícil prever el comportamiento del sector privado porque este encuentra difícil prever las acciones del gobierno”.

Entonces, en este juego de espejos deformados, la exageración es parte de la política económica, pero no falta quien toma esa exageración de modo literal. Si llamar al FMI era una forma de sobreactuar para asegurar la fortaleza, puede haber tenido un efecto de comunicar que la situación era más precaria de lo esperado.

Por supuesto, si las expectativas son negativas, las buenas noticias de la economía tienden a ser invisibles y las malas ocupan todo el escenario. Como siempre, el pesimismo oscurece el lado positivo de la vida, y el optimismo hace lo inverso.

Esto nos lleva a un escenario donde la excesiva convicción en las herramientas de salida es una simulación o un autoengaño, pues nadie puede saber qué va a funcionar. El problema es que las convicciones rígidas –aunque incomprobables– de los opinadores condicionan el clima del mercado y restringen el margen de maniobra de los funcionarios. Así, la crisis produce un casting de salvadores lúcidos que se amontonan para describir la torpeza de los funcionarios. Si la tribuna se dedica a castigar al timonel, será difícil que tenga fuerza para estabilizar el barco. Están tirando bengalas en una estación de servicio.

De esta forma, una crisis de inflación se convierte en una inflación de la crisis, donde crece el pesimismo negligente. Claro que tuvimos ciclos de optimismo negligente en los que fuimos superhéroes de la economía a prueba de cualquier villano.

El buen periodismo es atenuador de ciclos, tratando de iluminar la economía en su complejidad y destacando los matices. Eso contribuye a desarmar los malones multiplicando los escenarios futuros, y desconcentrando el foco sobre el futuro posible más negativo.

La política económica es también un discurso oral. Consiste en que los agentes económicos puedan explicarse entre sí y coincidir sobre lo que es. Esa es una economía institucionalizada, no provisoria. José Martínez de Hoz, Juan Sourrouille o Domingo Cavallo intentaron construir políticas económicas permanentes, pero fueron transitorias. Y tras los sucesivos momentos conmocionantes que las hirieron de muerte, se focalizaba la opinión en el lado oscuro y crecía la atracción hacia el peor escenario, en escalada hacia los extremos, mientras se insuflaban sin éxito las palabras sanadoras de la confianza y la esperanza.

Batalla de espejismos

Las causas atribuidas a la corrida de estos días van desde la suba de tasas en los Estados Unidos y el Impuesto a la Renta Financiera hasta la crisis de credibilidad en el Banco Central, la rigidez del gasto estatal hacia la baja, una precaria sustentación política y el recálculo de las metas de inflación, entre otros gatillos posibles.

También se podría pensar que la crisis no es humanamente comprensible y que necesitamos una explicación simplificada para poder actuar. Cada uno elige la causa que entiende mejor. Los funcionarios no pueden ocultar la neblina en la que toman las decisiones, por lo que no tiene sentido que simulen que no existe. Sus críticos son rápidos para explicar lo que pasó, pero hacen listados de causas convergentes cuya veracidad es imposible de verificar. Son finalmente batallas entre espejismos diversos, para ver cuál se convierte finalmente en el mundo real.

Pero todas estas batallas entre espejismos tienen costos humanos reales. Son raids destructivos sobre personas y familias: créditos hipotecarios que no fueron entregados, aumentos en las cuotas de los créditos ya otorgados, puestos laborales que se estaban planificando y ya no se ofrecerán, operaciones de comercio exterior que se cayeron y miles de etcéteras que golpean muchas vidas.

Estos heridos y muertos sólo aparecen ocasionalmente en los medios, pues los agentes económicos tienen una representación muy desigual en la voz pública: los emprendedores, los pequeños empresarios y cuentapropistas, los inquilinos, los propietarios de locales, los infinitos eslabones de la economía informal sufren estas corridas como un tsunami sobre su escenario vital. Es posible que estén mejor defendidos quienes forman parte de un sector muy pobre pero organizado en un movimiento social, que la categoría socioeconómica inmediatamente superior, cuya representación es más difusa.

La inflación no deslegitimó al gobierno anterior pues aquel nunca se la planteó como objetivo. Pero sí afecta al actual, porque la tomó como objetivo central. La evaluación de un gobierno se hace sobre la base de los objetivos públicos que ese gobierno se pone. La corrupción no deslegitimaba al gobierno menemista pues no era su bandera, pero fue letal para la Alianza que lo sucedió.

Ahora, la estabilización de las expectativas es la estabilización de las promesas. Por eso, no tiene sentido dogmatizar las herramientas pero sí los objetivos centrales.

Nuestro Hitler actual es la pobreza. Contra eso, no debemos ceder. Los gobiernos tienen que tener convicciones sobre sus objetivos centrales. Sobre las herramientas, vamos viendo.

(Nota publicada en La Voz del Interior, el 20 de mayo de 2018)

Periodismo DG (después de Google)

Hoy en el mundo del periodismo vivimos desfasados. Forjamos nuestras estructuras de pensamiento en mundos pasados y las usamos en los actuales. Pero no es tan dramático. Mucho de lo aprendido nos sirve; lo que ocurre es que nos confundimos siempre en entender qué es lo que cambia y qué no. Por eso vivimos en un proceso de prueba y error. Los periodistas están en ese proceso. Larry Page y Sergei Brin lanzaron el buscador Google en 1998, el mismo año que se lanzó el primer diario PERFIL. La web existía hacía una década, pero ahora se lanzaba la nave espacial para navegarla. Hace rato que los gurús tenían el discurso del cambio acelerado que se estaba viviendo, pero ahora la certeza nos llegaría a todos. No hay duda de que hace veinte años somos google-dependientes. El periodismo AG (Antes de Google) no tenía secretos para Jorge Fontevecchia y para los grandes editores del mundo. Un largo recorrido histórico había asentado los criterios de management y los fundamentos profesionales. Y ese diario PERFIL era un sofisticado destilado de esos aprendizajes históricos. Era algo así como la etapa superior del periodismo de diario. Los desafíos eran inversos a los que hoy tienen los editores. Los lectores tenían hábitos y lealtades sólidas. El diario que cada uno leía en el tren decía algo sobre su portador. En la investigación que hizo PERFIL para preparar su producto se decía que era más fácil que una persona se divorciara que que cambiara su diario. Veinte años después de esa entrañable fidelidad periodística, todo es muy diferente. La volatilidad de las audiencias es proverbial y los hábitos de las audiencias son tan variables que no sé si se pueden seguir llamando hábitos.  En aquel momento, PERFIL suponía que La Nación no estaba fuerte, y que podía crecer sobre su público. En cambio, ahora, el periodismo DG encuentra a La Nación muy fuerte, liderando como medio tradicional la transición digital. Como paradoja, para algunos medios de referencia en el mundo, la revolución digital reactivó el ADN de otras épocas y evitó la larga agonía que medios centenarios estaban recorriendo. La misma La Nación, por ejemplo, tenía en 1998 los mismos lectores que en 1958, una época donde había casi la mitad de población en el país. Sus ganancias no andaban mal, pero era evidente que se estaba desarraigando de la comunidad. Clarín, en cambio, venía creciendo cien mil lectores por década desde los años cincuenta, avanzando sobre los matutinos y vespertinos históricos que iban desapareciendo. Hacia fines de los noventa terminó su crecimiento papel y luego su performance digital fue más irregular que la de La Nación, y entonces equilibraron sus fuerzas. Los desafíos de ahora tienen que ver con volver a insertarse en los hábitos de las personas y eso solo se consigue si se fideliza nuevamente a las personas. Nunca una persona deja de necesitar una conexión informativa y por lo tanto siempre los usuarios estarán disponibles para los editores. Pero su paciencia será mínima y su lealtad también. Como en tantas otras situaciones de la vida digital, un editor tendrá muchas posibilidades de obtener éxito y muchas posibilidades de ser derrotado en el minuto siguiente. Hubo una escena en la declaración de Mark Zuckerberg en el Congreso de los Estados Unidos que ilustra el futuro. Frente a él hubo varias decenas de fotógrafos. ¿Realmente creemos que se sigue necesitando esa tribu en el mismo lugar, intentando sacar lo mismo? ¿Cuál fue el nivel de redundancia de esa foto histórica? ¿Cuántas fotos se dejaron de sacar en ese momento, porque todos miraban hacia el mismo lado? Fue un pequeño símbolo de lo que no funciona. La palabra más venenosa del momento es redundancia. Entrarán en crisis aquellos periodistas cuyo trabajo sea redundante, pues informan lo que ya se sabe. Y hoy una gran parte de la profesión está dedicada a la redundancia. Imaginen un quiosco donde los diarios traen las mismas noticias. El periodismo DG necesita grandes editores que construyan identidad en el torbellino digital. Son ellos los que inventan el uso de los nuevos medios. ¿Cómo? Construyendo nuevas miradas.

(Nota publicada en Perfil, el 8 de junio de 2018)

El periodismo y la fábrica de derechos

Cuando Voltaire hizo la campaña contra las torturas o Emile Zolá contra el antisemitismo en el ejército, ambos fueron las voces de las víctimas exigiendo derechos para los franceses.

En una sociedad democrática eso ocurre todos los días. Pero para la mitad de la población mundial, que vive bajo autoritarismos diversos, la voz de las víctimas está amordazada.

Por eso hay muchos beneficios de la libertad de expresión, pero algunos son vitales para la calidad democrática.

Si la democracia es un proceso de construcción de derechos, hay que analizar cómo esos derechos se fabrican.

Para ello afirmaré que el periodismo es un engranaje importante en esa fábrica. Como sociedad, cambiamos de opinión en forma constante. Aquello que antes nos parecía una barbaridad, ahora lo podemos exigir como un derecho.

Siempre la contraparte de un derecho ausente es una víctima y los medios suelen ser la principal mesa de entrada de su apelación pública para que se los reconozcan.

Por eso el periodismo es una institución clave en la posibilidad de que esas víctimas dejen de serlo y sus derechos sean realmente existentes.

Por supuesto, en la fabricación de un derecho hay primero que resolver quién es la víctima y quién el victimario. Y en una sociedad pluralista las políticas editoriales de los medios pueden ser antagónicas: un medio puede definir a un sector como la víctima y a otro como el victimario.

De hecho, toda política editorial es una carta de derechos, una lista de víctimas a las que se va a defender y una lista de victimarios que se va a denunciar.

Las víctimas primero suelen irrumpir por medio de conflictos y luego aspiran a hacer llegar su mensaje hacia la sociedad. De eso dependen para dejar de ser algún día víctimas.

Si bien son ejemplos históricos incomparables, tanto las Madres de la Plaza de Mayo como las Madres del Dolor, en su recorrido histórico, han tenido una dimensión periodística central.

Las víctimas necesitan la empatía social, que los ciudadanos salgan de su indiferencia y se acerquen a la indignación.

Eso es lo que hace que un derecho sea realmente existente. Puede estar formalmente reconocido, votado en el Congreso y, por lo tanto, en la letra de los códigos que los jueces usan. Pero, a pesar de todo eso, ese derecho puede estar dormido, flotando en la indiferencia social.

Eso ocurre porque los derechos son móviles. Si hay una gran inseguridad en las calles, los derechos de los presos serán más difíciles de defender socialmente. Si hay un incidente y mueren presos hacinados, sus derechos se reflotarán.

Hay una oscilación permanente en el ejercicio de los derechos y el periodismo tiene incidencia en esas oscilaciones. En esa marea a veces se privilegia a unas víctimas y a veces a otras.

La libertad de expresión es amplia si permite que las víctimas puedan defenderse cuando tienen a la marea de la opinión en contra. Si sólo hay libertad de expresión para ir a favor de la marea social, será muy frecuente que muchas víctimas sufran la sequía de sus derechos.

Existen víctimas porque algún derecho no ha sido socialmente reconocido y/o respetado. Y, por lo tanto, las víctimas son la luz de la democracia para poder reformarse y combatir las injusticias.

Por eso, sólo es realmente libre el periodismo que escucha a las víctimas.

Si esa relación prospera, el derecho avanza y si no, esas víctimas tendrán dificultades para que sus derechos tengan efectiva vigencia social. En ese caso, la democracia pierde su innata capacidad reformista.

(Nota publicada en Clarín, el 3 de mayo de 2018)

Hackeando los términos y condiciones

No sería descabellado pensar que las fake news explican la mitad de la historia de la humanidad. Es probable que tres hechos tan decisivos como la difusión de la Masacre de Boston -que motorizó la revolución colonial en Estados Unidos-, la Toma de La Bastilla en París y el Levantamiento en Madrid del 2 de mayo de 1808 contra los franceses hayan sido provocados por noticias falsas.

En nuestro país, por ejemplo, la segunda instalación de Juan Manuel de Rosas en el poder fue preparada por una fake news criolla. En 1833, el gobernador Balcarce quiso aplacar la guerra mediática enjuiciando a periódicos de distintos sectores. Entre otros, el juicio iba a ser dirigido contra un periódico llamado El Restaurador de las Leyes, vocero más radical de los rosistas. Estos difundieron la noticia falsa de que el juicio iba a ser contra el mismo Rosas, llamado precisamente «El Restaurador de las leyes», e incitaron a sus simpatizantes a defenderlo. Un testigo de la época describió así el tumulto y sus consecuencias: «Se quiebra el principio de autoridad y la multitud queda dueña de la plaza». Ese mismo día el gobernador Balcarce perdió su silla.

Si las fake news son clave en el devenir de la historia, ni hablar de la ficción. Casi toda la obra de Shakespeare entra en el género de tragedia informativa: acontecimientos dramáticos provocados por noticias falsas. Fuera de la ficción, no tuvo que aparecer Facebook o cualquier otra red o plataforma digital para que muchos actos electorales acabaran también en tragedias informativas. La deliberación preelectoral ha estado históricamente contaminada de noticias falsas, y los votantes deciden muchas veces bajo una densa neblina.

Precisamente, esta abundancia de malas hierbas ha sido uno de los incentivos para el desarrollo del periodismo en el mundo moderno: una profesión que nos debe ayudar a entender y a tener una referencia de verdad. La paradoja positiva es que si está más claro para todos que siempre hay neblina, hoy resulta más evidente que ayer la importancia de contar con un periodismo sólido y sustentable, algo que muchos se animaron a subestimar en estos años. Para ellos, la necesidad de preservar un periodismo fuerte era más una exigencia de una industria y una profesión antiguas que un servicio que la sociedad necesita más que nunca.

Ahora estamos frente a un nuevo ciclo de percepciones sobre el mundo digital, y esto va a provocar la reescritura de algunas de estas reglas. Hay más preocupación que antes por los peligros que supone. Si antes hablábamos sobre la extraordinaria capacidad de tener servicios personalizados, ahora hay más voces que temen el control personalizado que eso implica. ¿Cuánto te está controlando aquel que te ofrece servicio en todo momento y lugar?

Sin embargo, desde el punto de vista del periodismo, todo indica que este nuevo ciclo trae una revalorización por partida doble: por un lado, la sociedad puede volver a darle importancia a una actividad periodística que funcione como referencia informativa; y, por otro lado, los propios directivos de medios pueden volver a confiar en que un mejor periodismo produce un valor mayor para la audiencia y por lo tanto aumenta la posibilidad de engagement y monetización.

Un indicador de este nuevo ciclo es que hay una nueva tendencia marcada en las redacciones a buscar métricas que guían al periodismo hacia una mayor producción de valor. Por esto, entre otras cosas, se dice que se cambian los clics por los clocks, en referencia a la medición del tiempo que el usuario le dedica a consumir noticias, lo que quiere decir que cada vez más el objetivo es ofrecer una mejor experiencia al lector.

Todos estamos tratando de entender qué es Facebook, incluso Mark Zuckerberg. El tan citado artículo de la revista Wired, «Inside the Two Years That Shock Facebook and the World», muestra que esa red social cambió en estos dos años su percepción sobre lo que efectivamente es. Es, entre otras cosas, el medio de comunicación más importante del mundo. Como muchas veces ha ocurrido, no necesariamente es el inventor quien mejor entiende su invento. Y por eso tener diálogos activos entre todos los actores, sociedad civil y editores, tanto con Facebook como con el resto de las grandes empresas tecnológicas, va a ayudar a reescribir en lo que sea necesario esos términos y condiciones. Para eso, en esta hora, los dos objetivos principales son transparencia y diálogo.

El problema es que esta creciente preocupación social alimenta una ola regulatoria que puede llegar a ser un tsunami. Los parlamentos del mundo se sienten legitimados a fijar reglas en este ámbito. Como suele ocurrir, con las buenas intenciones de proteger la vida privada, la seguridad, evitar manipulaciones electorales, las noticias falsas y defendernos de todo el espectro de males digitales, podemos terminar avasallando una etapa de libertad de palabra inédita en la que nos han puesto a cada uno en la mano un speaker corner.

La primera guía telefónica que se publicó en la historia debe haber sido un escándalo. Difundir el nombre, la dirección y el teléfono de todos era un avance abismal sobre los datos personales. Pero, en su proceso adaptativo, la sociedad neutralizó y equilibró los potenciales perjuicios de ese tipo de intrusión personal.

Por suerte, están alerta los relatores de libertad de expresión mundiales, como informó días atrás Edison Lanza, el relator de Libertad de Expresión de la Organización de Estados Americanos, durante una jornada que realizó junto con el Foro de Periodismo Argentino (Fopea) y el Centro de Estudios en Libertad de Expresión (CELE).

Proteger la libertad alcanzada en el entorno digital es lo más importante. Como dijo la ex senadora Norma Morandini en esa jornada, es el principal insumo del periodista. ß

(nota publicada en La Nación, 16 de abril de 2018)

 

 

 

Truth o la caída de un presentador histórico de noticieros

conspiracion y poder

En esta película se describe la caída de Dan Rather, una institución del periodismo televisivo estadounidense que trabajó en la CBS durante 44 años. Fue por una noticia que no necesariamente es falsa, sino que tuvo un chequeo insuficiente de los documentos que se usaron para probar que el entonces presidente George W. Bush había recibido tratamiento preferencial durante la guerra de Vietnam. El hecho en sí está muy lejos de la verdadera importancia de un Watergate, de un caso como el de Spotlight o el de los Papeles del Pentágono. Pero es típico del periodismo estadounidense engancharse en debates apocalípticos sobre temas menores. Los Clinton sufrieron esa costumbre con el caso de la becaria de la Casa Blanca y luego con los emails que escribía Hillary mientras fue Secretaria de Estado. Con Trump también a veces los periodistas hacen verdaderas tormentas con muy poca cosa.

En mi opinión, lo más interesante de esta película es la gestión del probable error que cometieron. Eso es algo para lo que siempre hay que estar preparado, pues el periodismo por definición tiene una narración provisoria, llena de condicionales y datos que pueden ser precarios. Los buenos periodistas también se equivocan y eso no puede terminar con su carrera. No es seguro que en este caso la información haya sido falsa, pero sí quedó claro que la verificación no fue completa.

 

«La pantalla censurada», en Venezuela

PORTADA RCTV Y GLOBOVISIONUn reciente libro analiza la consolidación del autoritarismo mediático audiovisual en Venezuela. El texto se llama La pantalla censurada. RCTV y Globovisión (UCAB Ediciones, Caracas, 2016), escrito por León Hernández Patiño y Andrés Cañizález. Estudia los casos de Globovisión y de RCTV, que eran los dos canales de televisión opositores remanentes, luego de que Venevisión fuera «persuadido» por el régimen chavista. La descripción de los dos procesos es muy detallada y permite entender sus diferentes fases. Entre las joyas que publica este libro está la carta del principal accionista de Globovisión a sus empleados, cuando tuvo que abandonar la empresa por las presiones. Fue en marzo de 2013:

Amigas, amigos, compañeros de Globovisión, muy buenas tardes a todos:

La verdad es que nuestra querida Globovisión, ha sido una empresa difícil. Desde nuestros comienzos, hace 20 años, como continuación de la buena experiencia de mi familia con el diario El Universal, decidí promover y montar un canal de TV totalmente dedicado a la información y la opinión.

Al arrancar me encontré con un largo trayecto, lleno de obstáculos, pero gracias al espíritu de equipo, profesionalismo y compromiso de esta gran familia los hemos ido superando, cada uno en su momento.

Desde que comenzamos, hemos tenido problemas con el Gobierno, lo cual es lógico en un canal de información. Con el último gobierno de Rafael Caldera, cuando iniciamos nuestras transmisiones, no nos querían dar acceso a las fuentes oficiales, hasta que comenzamos a hacer unos reportajes sobre la situación de la frontera con Colombia y la penetración e influencia de la guerrilla en la zona, eso obligó al gobierno a tenernos que declarar sobre su versión de los acontecimientos y desde ese entonces nos ganamos el respeto, que como medio informativo, nos merecíamos.

Cuando Hugo Chávez Frías gana las elecciones del año 1998, aquí en Globovisión decidimos darle el beneficio de la duda
Cuando Hugo Chávez Frías gana las elecciones del año 1998, aquí en Globovisión decidimos darle el beneficio de la duda sin dejar de hacer periodismo y defender nuestros principios y valores. Durante dos años logramos trabajar bien y hasta nos ganamos el Premio Nacional de Periodismo. Logramos abrir las estaciones de Valencia y Caricuao. Pero a partir del año 2001, se comienzan a complicar mucho las cosas, desde que el presidente Chávez, en uno de sus actos, levantó nuestro micrófono y nos llamó enemigos de la revolución e insulto al padre de Alberto Federico Ravell.

Eso me obligó a hacer el primer editorial, reclamándole al presidente Chávez sus insultos hacia el padre de Alberto. A partir de ese momento, nos convertimos en enemigos de un Gobierno todopoderoso, que controla todas las instituciones y maneja un caudal de dinero inagotable.

Gracias a este gran equipo profesional, valiente y con una gran mística hemos soportado ataques físicos, insultos y todo tipo de vejámenes. Haciendo siempre un periodismo de gran altura y manteniendo una calidad de pantalla que es envidia de grandes canales. Gracias al gran equipo de abogados que nos han asistido y representado hemos logrado enfrentar todo tipo de juicios, averiguaciones, y procedimientos administrativos sin que nos hayan logrado sacar del aire.

Gracias a un gran equipo de ventas y la profesional atención y vigilancia de un gran equipo administrativo hemos logrado los recursos para mantenernos como una empresa financieramente sana. La verdad que han sido 13 años muy duros y difíciles.

Desafortunadamente, la situación del país, de nuestro entorno, y de nuestro campo de trabajo, en vez de mejorar en estos años se ha empeorado con creces. La situación política y la polarización ha hecho que los ataques a Globovisión sean cada vez más fuertes.

El año pasado, tomé la decisión de hacer todo lo que estuviera en nuestro poder, a riesgo del capital de los accionistas y conscientes de las implicaciones que esta actitud podría traer, para lograr que la oposición ganara las elecciones de octubre. Era la oportunidad, como venezolanos, para recuperar nuestro país. En Globovisión lo hicimos extraordinariamente bien y casi lo logramos, pero la oposición perdió.

Eso nos puso en una situación muy precaria como canal y como empresa, sumándole a esto el cúmulo de procedimientos judiciales, y el tener una concesión que vence en dos años, sin que se vea posibilidad de renovación. Adicional a esto, el debilitamiento de la economía y su directa consecuencia sobre nuestro flujo de caja, nos convirtió el día de hoy en una empresa inviable.

Somos inviable económicamente, porque nuestros ingresos ya no cubren nuestras necesidades de caja. Ni siquiera podemos subir los sueldos lo suficiente para compensar la inflación y mucho menos para compensar la devaluación. Somos inviables políticamente, porque estamos en un país totalmente polarizado y del lado contrario de un gobierno todopoderoso que quiere vernos fracasar. Somos inviables jurídicamente porque tenemos una concesión que termina y no hay actitud de renovárnosla.

Somos inviable económicamente, porque nuestros ingresos ya no cubren nuestras necesidades de caja
Todo lo contrario, estamos acosados por las instituciones del Estado, apoyadas en un TSJ cómplice que las ayuda y colabora en todo aquello que nos pueda perjudicar.

Ante esta situación de inviabilidad, que no solo se ha reflejado en las amenazas y declaraciones de funcionarios del Gobierno, sino también en informaciones claras y directas a mi persona, me han obligado a buscar posibles soluciones a nuestro dilema. Me he reunido con varias personas y grupos sin éxito y hace tres semanas fui contactado por el doctor Juan Domingo Cordero, a quien conozco desde hace muchos años y lo conozco como un hombre de éxito en el mundo financiero.

Me hizo una proposición, que sin ser lo que los accionistas hubiéramos aspirado, me vi obligado a aceptarla ya que permitiría una solución que le daría proyección en el tiempo a Globovisión y permitiría mantener nuestra nómina de casi 500 personas, que es para mí la mayor preocupación.

Esta negociación estaba lista para cerrarla esta misma semana, ante la noticia de que tendremos elecciones el 14 de Abril, arriesgando que la operación se cayera, tome la decisión de poner como condición firme e irrevocable, que se realizara después de las elecciones.

Para mi satisfacción y sorpresa el día de ayer recibí una llamada donde me informaron que aceptaban mi condición. Que entendían perfectamente mi posición y que su intención era convertir a Globovisión en un gran medio para nuestro público actual pero lo querían hacer crecer para que sea la fuente de información de todos los venezolanos.

Yo la verdad, me sentí complacido por su actitud. Habrá un proceso de transición, en el cual nos comprometimos a colaborar. Pero lo más importante es que esto le da a Globovisión y a ustedes la posibilidad de permanecer y crecer en el tiempo.

Yo les pido, a todos, que piensen en ustedes y en su futuro, que les demos el apoyo y colaboremos para que Globovisión continúe siendo la referencia informativa de Venezuela.

Muchas gracias. Daría lo que no tengo para poder estar allá y verlos a todos a los ojos. Los quiero mucho y entiendan siempre que el bienestar de ustedes es mi mayor preocupación.

Un fuerte abrazo.

Guillermo Zuloaga

 

 

Tragedia mexicana II

El periodista Luis Cardona estaba investigando los secuestros de jóvenes. Llego a contar 15. El siguiente fue él. Y después de sobrevivir de milagro contó su secuestro en este video animado: «Soy el número 16«.

La tragedia mexicana (también del periodismo)

El nivel de violencia que alcanzó la guerra del narcotráfico en México ya supera en cantidades de muertos prácticamente todos los sucesos ocurridos en América Latina en el último medio siglo.

Y los periodistas son un grupo de riesgo especial, aunque no él único. En este documental, llamado Entre Batallas y Desafíos, se analiza la situación del periodismo en Ciudad Juárez, uno de los lugares más emblemáticos de la violencia en México.

 

El arte de las transiciones

En base al libro de Sergio Bitar y Abraham Lowenthal (Eds.), Transiciones democráticas: Enseñanzas de líderes políticos, Galaxia Gutemberg, Barcelona, 2016.

transiciones

Salir de la dictadura es liberar las palabras, y lo demás se libera después

 

Este libro es muy útil para repensar qué hacer frente a situaciones autoritarias. Los análisis son ricos y los testimonios de los protagonistas son indispensables. Para completar, las cronologías orientan, refrescan y ayudan a entender mejor cómo fue la secuencia de la salida.

Hubo transiciones de todo tipo: abruptas, lentísimas, controladas, descontroladas, desde adentro del régimen o desde afuera.  Y, en todas, hubo cierto arte de la ejecución por parte de los principales líderes.

Los principales aprendizajes que sugiere este libro en la relación entre periodismo y transición, serían los siguientes:

Espejo. Cuando en el interior del régimen empieza a haber una discusión sobre la transición, es probable que ese debate se perciba en los medios de comunicación. Si los medios son del régimen, el resto de la sociedad podrá leer entrelíneas lo que está ocurriendo; si los medios tienen cierta autonomía, estos podrán agrandar las fisuras entre las distintas facciones oficiales y empezar a desgajar sectores que transiten desde el régimen hacia la oposición. Aquí pueden ser claves en la estrategia de dividir a la dictadura y unir a la oposición (p. 584). Si el poder, como dice Felipe González, es la administración de expectativas, los periodistas pueden contribuir a construir un horizonte de transición, a pesar de que los pasos que se vayan dando sean pequeños (p. 517).  Como dicen los organizadores del libro, “una visión atractiva del futuro a largo plazo para el conjunto de la sociedad y promesas moderadas de beneficios más inmediatos contribuyeron a sostener transiciones complejas en períodos de mucha tensión, que implicaron peligros, costes y decepciones” (p. 590).

Indicador. El periodismo es un indicador del avance o retroceso de la transición. Entre los periodistas suele haber varios de los principales referentes de la vanguardia del cambio, que están en la frontera y por eso pueden sufrir las consecuencias. El asesinato del periodista Vladimir Herzog, en Brasil en 1974, fue, como a veces ocurre, un acelerador de la construcción del bloque opositor. Los zarpazos de los duros del régimen, han sido muchas veces aceleradores de la transición. El alto nivel de indignación que el hecho produjo, reunió a sectores importantes que hasta entonces no tenían suficiente confianza y acuerdo entre sí. El encuentro alrededor de lo fundamental –en gran medida los derechos humanos- es facilitado por estos hechos dramáticos, que terminan cerrando discusiones interminables que paralizan la confluencia necesaria de los opositores. El cardenal de San Pablo, los líderes de otras comunidades religiosas, los periodistas, líderes opositores, grupos sociales, e incluso algunos funcionarios oficiales, participaron de manifestaciones a partir de ese crimen. También para el caso chileno, Patricio Aylwin sugirió que el encuentro alrededor de los derechos humanos terminó con intrincadas deliberaciones tácticas o estratégicas que frenaban los acuerdos básicos entre los opositores.

Desarrollo. Cuando la dictadura sostiene la formalidad de las instituciones democráticas, la transición consiste en darle sustancia real a esas instituciones, en primer lugar al periodismo. Pero cuando las dictaduras construyeron una nueva institucionalidad, el periodismo es algo que tiene que diseñarse desde la base, a partir de la experiencia precaria y cuasi clandestina de la sociedad civil opositora. El primer caso es el de las dictaduras de seguridad nacional en América Latina; el segundo caso es el de las dictaduras comunistas europeas. Hoy la realidad cubana o china por ejemplo, nos sugiere que el futuro del sistema de medios de esos países va a estar en aquellos pequeños medios de comunicación que, construyéndose desde la sociedad opositora, están logrando conectar con los valores de la ciudadanía más democrática. También por supuesto la reforma de los medios estatales acompañará seguramente la reforma del resto del estado autoritario. Hay pocos reflejos más claros de la naturaleza autoritaria o democrática de un régimen como el análisis del contenido de los noticieros de la televisión estatal.

Actores políticos. En la medida en que los medios ganan autonomía en esos escenarios de transición, sus acciones producen a cada paso hechos políticos: visibilizar o invisibilizar hechos, ideas, personas, etcétera; contribuir a la regulación de las reputaciones de los distintos actores del teatro público; contribuir a conectar entre sí a grupos o a personas; contribuir a aislar. El siempre lúcido Fernando Henrique Cardoso recordó el caso del diario económico Gazeta Mercantil, el que en 1977 organizó un foro de líderes empresariales, que realizó expresiones críticas a la política económica oficial: “fue una cosa curiosa, como que la prensa había inventado un liderazgo que, en realidad, estaba disperso” (p. 39), dijo Cardoso.

Ataque. A veces se produce una intifada periodística. Algunos medios y periodistas pueden en forma clandestina o en la superficie atacar de distintas formas el poder autoritario. Cuando Argentina era una democracia, y en Chile estaba todavía la dictadura de Pinochet, el entonces primer ministro Italiano Bettino Craxi, quiso financiar una radio para transmitir desde las provincias argentinas limítrofes hacia el interior de Chile, iniciativa que el presidente argentino de entonces Raúl Alfonsín no aprobó, según el recuerdo del ex presidente chileno Ricardo Lagos (p. 120).

Escuela. Un periodismo que entiende que la suya es una profesión democrática, se convierte en un factor muy positivo para la transición, y termina siendo escuela de democracia para los adultos. En Brasil, los dos poderosos diarios de San Pablo, la Folha y O Estado, fueron luces importantes para la apertura. En la lenta transición brasileña, ambos medios no pararon de presionar por el cambio, a diferencia de la televisión Globo, que tenía una actitud sin autonomía frente a la dictadura militar. En la última etapa de la transición, todavía Globo era muy lenta en realizar su propio tránsito, y en las manifestaciones públicas sus camiones eran agredidos. “La Globo tardó mucho en darle a la campaña una cobertura proporcional a su relevancia y tamaño”, recordó Cardoso (p. 40).

Democracia. Resulta un valor fuerte para la transición la cultura democrática de quienes están en los medios. Los periodistas demócratas tienen que llegar antes que la democracia, de la misma manera que el Rey Juan Carlos era constitucional antes de la llegada de la constitución. Cuenta Felipe González que, “cuando el rey recibe el poder, toma la decisión de no ejercerlo en forma absoluta, sino que lo delega en Adolfo Suárez como si la Constitución estuviera vigente…En ese momento el rey ejerce como monarca constitucional, sin que haya una Constitución todavía….Adolfo Suárez también inició su mandato como si se tratase de un presidente constitucional desde el punto de vista del ejercicio de la responsabilidad” (p. 491). Eso es lo que permite construir instituciones que se consoliden pues sus líderes tienen una cultura consecuente con esas instituciones. A esto se puede referir quien fue presidente de Sudáfrica, Thabo Mbeki, quién considera clave para la transición que haya “medios de comunicación educados, que no se limiten a buscar historias sensacionalistas y mantengan el interés de la población en el proceso de cambio“ (p. 469).

Verdad. La materia básica sobre la que trabaja el periodismo es la información, y esa es también una de las claves de las transiciones. Fue muy interesante el caso indonesio. El nuevo líder, que llega tras la salida del dictador, recibe en su mesa de trabajo en su primer día una enorme cantidad de informes de inteligencia, que no coincidían entre sí.  Una telaraña de teorías e informaciones incompletas que forman lo que los militares llaman “la niebla de la guerra”. “Leía aquellos informes minuciosos y no coincidían. ¿Cómo averiguar cuál decía la verdad?”, dijo B. J. Habibie, sucesor en 1998 del dictador Sukarno. Frente a ese contexto, “la única manera de equilibrar todos esos datos tan confusos era recurrir a la ayuda de los propios ciudadanos. Por eso, a las 24 horas de convertirme en presidente, decidí instaurar la libertad de prensa. (…). Instaurar la libertad de expresión me permitió obtener información fidedigna sobre la opinión que la población tenía de mi gestión”.

El primer ministro español Felipe González agrega que “por primera vez en la historia del ser humano y del poder político, eso que siempre hemos pensado acerca de que ‘la información es poder’ ha cambiado. La información hoy es un bien como el aire, está a disposición de todos. Todo lo que ocurre, incluso lo más secreto, se sabe. ….El poder es la coordinación de la información relevante para el propósito que tienes como gobernante” (p. 518).

Confianza. Dado que el proceso de transición consiste en la construcción de confianza entre amplios sectores, la tecnología de las comunicaciones es un factor importante. Los teléfonos móviles en Indonesia en 1998, y las redes sociales Facebook y Twitter en este siglo, son un recurso que acelera la construcción de confianza entre grupos sociales, y eso contribuye a una más rápida movilización contra la dictadura. En los años previos a estas tecnologías, la confianza se lograba mediante publicaciones escritas, y reuniones cara a cara, que se hacían con mucha dificultad y lentitud en el interior de las dictaduras. Ahora, la construcción de la confianza interpersonal para hacer manifestaciones en la calle es más fácil y rápida.

Además, como señala el ex presidente de México, el priista Ernesto Zedillo, la velocidad con que la gente recibe la información va influyendo también en el curso de los acontecimientos (p. 285). Como la transición consiste en un cambio de escenarios, hay una gran ansiedad informativa por parte de todos los actores de entender cuál va a ser finalmente el nuevo escenario. Los flujos caóticos de información que se producen en el actual ecosistema mediático aportan en forma permanente indicios sobre ese cambio estructural.

Conexión. Los periodistas son también parte de la clase dirigente que gobierna un país, y ellos pueden también acompañar el cambio de actitud del establishment, como ocurrió en Sudáfrica con el fin del apartheid. También ellos son conectores intraelite y llevan y traen mensajes que pueden contribuir a construir “consensos suficientes” para darle una fuerza al cambio hasta que este se convierte en una bola de nieve. Un periodista da noticias también a los líderes, para obtener noticias de ellos en un intercambio donde ambos se beneficien. El presidente sudafricano Thabo Mbeki recuerda casos en los que un periodista le dio noticias que fueron importantes en la transición. La transición expande la elite del poder, lo que hace que se convierta en un recurso útil la conexión que hacen los periodistas que recorren todos esos espacios.

Líderes. Del periodismo pueden surgir también los referentes principales del proceso de cambio. En Polonia, el último primer ministro de la dictadura comunista fue el editor jefe de Polityka; el primer ministro de la transición fue el editor católico Tadeusz Mazowiecki; y el presidente polaco que completó la consolidación democrática fue el también editor Aleksander Kasniewski. En un país donde la política y los medios tuvieron un alto nivel de interrelación, los periodistas han sido muchas veces potenciales candidatos.

Acceso. Un proceso de transición también se puede analizar como una agenda mediática donde cada vez hay más actores políticos y sociales en su interior. En la transición mexicana, la presión sobre el Partido Revolucionario Institucional (PRI), llevó a la regulación de los espacios audiovisuales para que cada vez más incluyan la voz de los opositores, al menos en los procesos electorales.

La lectura de este libro comprueba que la transición es un camino largo, que puede tener tramos veloces, pantanos y retrocesos. Por eso, lo importante es el proceso de acumulación de fuerzas ciudadanas que comiencen a considerar inexorable el desenlace. Es evidente que la construcción de la democracia comienza bajo el techo de la dictadura, y el periodismo es una de los andamios más relevantes.

Prof. Fernando J. Ruiz. Profesor de Periodismo y Democracia, de la Universidad Austral (Argentina)

Este comentario fue publicado en la publicación Diálogo Latino-Cubano.

Documental del The New York Times sobre periodista mexicano

Un gran op doc , como dicen ellos, con excelentes imágenes y el testimonio del periodista y líder comunitario asesinado, mientras estaba en el aire. Como siempre, el Times es pionero en inventar nuevas formas de contar historias desde su web. Ya desde hace muchos años viene haciendo televisión. Se llama Unsilenced

 

Nuevo trabajo práctico. Entrega 29 de septiembre.

Este segundo trabajo consiste en analizar la publicidad institucional de un medio mundial de referencia para identificar el mensaje que envía sobre la relación entre periodismo y democracia.  En un texto de por lo menos dos carillas, deberán describir el rol que el medio periodístico proyecta tener en la vida pública, de acuerdo a su mensaje publicitario. Para ello, tienen que buscar  las ultimas piezas publicitarias donde el medio designado a cada uno se está presentando en sociedad. Les dejo al final, la campaña de Clarín por los setenta años, que analizamos en la última clase.

A continuación, asigno el tema a cada uno de ustedes:

Martin: Al Jazeera

Inés: BBC News

Nale: Le Monde

Lucas: The Guardian

Teo: The Sun

Roque: Frankfurter Zeitung

Candelaria: The Times (UK)

Felipe: The Independent (UK)

María L.: The Times of India

Josefina: Daily Mail (UK)

Lucía: Fox News

Azul: Buzzfeed

Camila R. : El Tiempo de Bogotá

Ester Roig: El Pais de Madrid

Adela: La Vanguardia (Barcelona)

Adrian: eldiario.es

Esperanza: The New York Times

José: El Universo, de Ecuador.

Milenka: Revista Veja (Brasil)

Emily: Channel Four

Marcos: Vice.com

Celina: Huffington Post

Tomás: Perfil (Argentina)

Clases en el Senado de la Nación

El martes 1 de septiembre, tenemos clase en el Senado de la Nación. Allí la senadora Norma Morandini conversará con nosotros sobre la relación entre periodismo y democracia.

Nos tenemos que encontrar a las 15.40 horas en la calle Hipólito Yrigoyen 1710. Entramos al Senado a las 15.50 horas. Tienen que traer documento de identidad.

Necesito que los que van a ir, me confirmen su presencia vía email.

La senadora Morandini es una de las principales dirigentes políticas del país, y además tiene una prestigiosa carrera profesional como periodista. Les animo a que profundicen antes del martes, su conocimiento sobre su obra periodística, política y legislativa. Acá les doy el link a su web personal: http://www.normamorandini.com.ar/?page_id=260

 

Primera lectura: Ryszard Kapuscinski

Los textos recomendados son los mejores libros del autor, quien es uno de los mejores periodistas del último medio siglo en el mundo.

La consigna de esta lectura es analizar las características principales del método de trabajo de este periodista. Nos referimos a observación, trabajo de fuentes informativas personales y documentales, y forma de escritura.

En la redacción de este trabajo, deberán explicar cada una de las características del método periodístico que ustedes describan, y tienen que utilizar ejemplos del texto leído.

Ultima fecha de entrega vía email: 12 de la noche del 27 de agosto.

 

Número Cero, de Umberto Eco

Eco

Benito Mussolini escondido en la Argentina es la historia que inventa Umberto Eco para hablar de periodismo. La trama consiste en que un empresario poderoso arma un proyecto de diario para tener más influencia, y entrar así a círculos de poder a los que todavía no accede. Su intención no sería sacar finalmente el diario, sino solamente que se instale la noticia que lo va a hacer, y que se sepan cuáles serían sus características. Para eso solo necesita sacar “números cero” y luego hacerlos circular entre las personas a las que quiere impactar. Y le elige un nombre que es bastante usual, Domani. El dueño “quiere entrar a los altos circulos de las finanzas, de los bancos e incluso de los grandes periódicos. El instrumento es la promesa de un diario nuevo dispuesto a decir la verdad sobre todo. Doce números cero…..que el (dueño) examinará y luego hará que las vea quien sabe él. Una vez que (el dueño) demuestre que puede poner en apuros a los altos círculos financieros y políticos, es probable que los elegidos le rueguen que desista de semejante idea: el renuncia a Domani y obtiene el pase para las altas esferas” (p.27).

Eco aprovecha para retratar características del periodismo amarillo. La novela no me pareció buena, pero lejos estoy de ser un buen crítico literario. Desde el punto de vista del análisis del periodismo, su descripción es poco valiosa. Estas serian algunas de las citas recordables:

Sobre la objetividad anglosajona. “Si hablan, qué se yo, de un incendio o de un accidente de coche no pueden decir, evidentemente, qué piensan ellos. Y entonces introducen en la noticia, entre comillas, las declaraciones de un testigo, un hombre de la calle, un representante de la opinión pública. Una vez colocadas las comillas, esas afirmacionese se convierten en hechos, es decir, es un hecho que fulano ha expresado esa opinión. Con todo, se podría suponer que el periodista ha dado voz solo a quien piensa como él. Por lo tanto, las declaraciones serán dos, en contraste entre ellas, para demostrar que está claro que existen opiniones distintas sobre un mismo tema: el diario da cuenta de este hecho incontestable. La astucia está en entrecomillar pimrero una opinión trivial, luego otra opinión, más razonada, que se parece mucho a la opinión del periodista. De este modo el lector tiene la impresión de que se le informa sobre dos hechos pero se ve inducido a aceptar una sola opinión como la más convincente” (p. 57).

Sobre la agenda. “No son las noticias las que hacen el diario sino el diario el que hace las noticias. Y saber juntar cuatro noticias distintas significa proponerle al lector una quinta noticia” (p.59).

Más sobre la agenda. “El caso es que los diarios no están hechos para difundir sino para encubrir noticias. Sucede el hecho X, no puedes obviarlo, pero, como pone en apuros a demasiada gente, en ese mismo número escribes unos titulares que le ponen a uno los pelos de punta: madre deguella a sus cuatro hijos, quizás nuestros ahorros acaben en cenizas, se descubre una carta de insultos de Garibaldi a Nino Bixio [líderes de la unificación italiana a fines del siglo XIX] y, listo, tu noticia se ahoga en el gran mar de la información” (p.170).

 

Estrategia de ciberdefensa militar de Estados Unidos

 

El Secretario de Defensa de ese país acaba de presentar un documento de estrategia de ciberdefensa en los próximos cinco años. No encuentro menciones directas al periodismo o a medios en el texto, ni hay una sola mención a Edward Sonwden, pero hay algunos comentarios interesantes:

Ya en la introducción, asegura que fue Corea del Norte quién hackeó a la empresa Sony por la película The Interview, aunque no da ningún elemento de prueba: «in November, 2014, likely in retaliation for the planned release of a satirical film, North Korea conducted a cyberattack against Sony Pictures Entertainment, rendering thousands of Sony computers inoperable and breaching Sony’s confidential business information. In addition to the destructive nature of the attacks, North Korea stole digital copies of a number of unreleased movies, as well as thousands of documents containing sensitive data regarding celebrities, Sony employees, and Sony’s business operations. North Korea accompanied their cyberattacks with
coercion, intimidation, and the threat of terrorism. The North Korean attack on Sony was one of the most destructive cyberattacks on a U.S. entity to date. The attack further spurred an already ongoing national discussion about the
nature of the cyber threat and the need for improved cybersecurity».

* El principal peligro: «From 2013-2015, the Director of National Intelligence named the cyber threat as the number one strategic threat to the United States, placing it ahead of terrorism for the first time since the attacks of September 11, 2001».

* Los estados enemigos: «Russia and China have developed advanced cyber capabilities and strategies. Russian actors are stealthy in their cyber tradecraft and their intentions are sometimes difficult to discern. China steals
intellectual property (IP) from global businesses to benefit Chinese companies and undercut U.S. competitiveness. While Iran and North Korea have less developed cyber capabilities, they have displayed an overt level of hostile intent towards the United States and U.S. interests in cyberspace».

* Disuasión es comunicación: «Deterrence is partially a function of perception. It works by convincing a potential adversary that it will suffer unacceptable costs if it conducts an attack on the United States, and by
decreasing the likelihood that a potential adversary’s attack will succeed. The United States must be able to declare or display effective response capabilities to deter an adversary from initiating an attack; develop effective defensive capabilities to deny a potential attack from succeeding; and strengthen the overall resilience of U.S. systems to withstand a potential attack if it penetrates the United States’ defenses. In addition, the United States requires strong intelligence, forensics, and indications and warning capabilities to reduce anonymity in cyberspace and increase confidence in attribution».

* Identificar y acusar: «the United States used verifiable and attributable data to engage China about the risks posed by its economic espionage. The attribution of this data allowed the United States to express concerns regarding the impact of Chinese intellectual property theft on U.S. economic competitiveness, and the potential risks posed to strategic stability by Chinese activity. Because they broke the law and to deter China from conducting future cyber espionage, the Justice Department indicted five members of the People’s Liberation Army for stealing U.S. intellectual property to directly benefit Chinese companies. The Defense Department will support the Justice Department and other agencies in exploring new tools and capabilities to help deter such activity in cyberspace».

Es interesante que haya un «Cyber Working Group» formado en conjunto con los chinos: «The goal of this work is to reduce the risks of misperception and miscalculation that could contribute to escalation and instability». Apenas puedan, quieren hacer lo mismo con los rusos.

 

 

«The Interview»: Cae un dictador a golpe de preguntas

 

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En esta comedia se trabaja sobre tres situaciones periodísticas posibles:

1) Una entrevista puede terminar con un dictador.  Hay un caso posiblemente con alguna similtud en México en 1908, cuando el presidente Porfirio Díaz, que gobernaba el país desde hacía siete períodos, se comprometió ante el periodista estadounidense James Creelman a no ser reelecto en las próximas elecciones de 1910. Se publicó en la revista Pearson’s, bajo el título Presidente Díaz, héroe de las Américas. (Creelman preguntó a Díaz: ¿Sabe usted que en Estados Unidos tenemos graves problemas por la elección del mismo presidente por más de 3 periodos? Sí. Lo sé. Es un sentimiento natural en los pueblos democráticos el que sus dirigentes deban ser cambiados. Estoy de acuerdo con este sentimiento. He tratado de dejar la presidencia en muchas ocasiones, pero he tenido que permanecer en ella por la propia salud del pueblo que ha confiado en mi). A veces también ocurrió al revés, una entrevista aceleró la llegada de una dictadura, como ocurrió cuando el gobernador brasileño Carlos Lacerda, -que era uno de los periodistas más importantes del país- atacó al presidente en una conversación con un periodista estadounidense en 1963, lo que fue importante para una crisis que llevó al golpe en 1964.

2) El periodista puede ser el asesino del tirano porque tiene acceso fácil. No encuentro todavía ejemplos, pero estoy seguro de que voy a encontrar.

3) Cooperación activa de los periodistas con los servicios de inteligencia. En una nota escrita para la revista Rolling Stone en 1977, uno de los héroes del watergate, Carl Bernstein, reveló que por lo menos 400 periodistas habían cooperado con la CIA en la Guerra Fría.

La trama de esta película consiste en que un periodista y un productor de un exitoso programa de entrevistas de entretenimiento viajan a Corea del Norte a entrevistar al líder de ese país, una de las dictaduras más cerradas del planeta. La CIA los convence para que aprovechen ese acceso que consiguieron para matarlo. Una disidente norcoreana los persuade para cambiar de estrategia: mejor que matarlo es revelarlo cómo efectivamente es en una entrevista en televisión a todo su pueblo, lo que finalmente hacen.

Es una entrevista con las preguntas adecuadas difundidas por la cámara a una audiencia masiva. Eso fue lo que en la película llevó a la revolución.

Pero de la ficción se pasó rápidamente a la realidad. Esta película cómica entró  insólitamente en la realidad cuando el gobierno de Corea del Norte amenazó a la distribuidora Columbia Pictures, a las pocas semanas la empresa relacionada Sony Pictures Entertainment fue hackeada, y se difundió información privada sobre sus directivos, los contratos de los actores, además de películas que no estaban terminadas. La agencia oficial de Corea del Norte calificó a la película como «un acto de terrorismo». Ante las amenazas, Columbia editó algunas imágenes para hacerlas menos «ofensivas» hacía el líder norcoreano, sobre todo en el momento de su muerte. La película provocó un problema de seguridad nacional en Estados Unidos.  Sony decidió postergar el estreno, las cadenas de cine temían estrenarla. A Corea del Norte se le cortó internet por varias horas, de lo que acusaron a Estados Unidos, pero la muy pequeña red coreana depende de China, no de Obama. Como si fuera también escrito por un guionista, el gobierno coreano emitió un comunicado donde se refirió a Obama como «un mono en una jungla tropical». La película se lanzó a través de alquiler online, venta y en algunos cines no integrados a las grandes cadenas. Habría sido hasta el momento el lanzamiento digital más exitoso de Sony.

Otros proyectos de películas se habrían suspendido por la reacción de la dictadura. Por ejemplo, una película que se estaba haciendo sobre el gran libro de periodismo gráfico Pyongyang, de Guy Delisle, ya comentado en el blog.

La ilusión de un periodista de derribar una dictadura, se trasladó al cine en la realidad. Uno de sus directores y guionistas, Seth Rogen dijo, «maybe the tapes will make their way to North Korea and cause a revolution». De hecho, organizaciones de derechos humanos han distribuido en forma clandestina copias  de la película en memorias USB, y un activista manda DVDs a través de un globo desde Corea del Sur.

«la tele todo lo puede»

Otra vez el director mexicano Luis Estrada produjo una gran película satírica sobre su sistema político, y en este caso sobre la relación entre la política y la televisión. Televisa es prácticamente toda la televisión en México desde hace más de medio siglo y esto ha producido una cantidad importante de deformaciones en las relaciones entre políticos y medios. Ahora controla el 60 o 70 % de la audiencia, antes era el 100 %. Y antes de su democratización en el año 2000, Televisa se subordinaba lógicamente al partido del gobierno, el PRI (Partido Revolucionario Institucional).

En esta película, «La dictadura perfecta», un presidente entronado por la televisión es reemplazado por otro presidente producido de la misma forma. Por supuesto, el actual presidente es muy parecido al actual Enrique Peña Nieto, y su mujer es también una actriz de Televisa, como ocurre con el actual presidente mexicano.
Es una película llena de excesos, pero exagera en la dirección correcta. Entre otras cosas, se inventa y fogonea un caso policial novelesco para desplazar otros temas de la agenda. Hay varias frases usadas que fueron reales de presidentes o candidatos. Y, sobre todo, hay un contrato firmado entre la televisora y el candidato para promover su imagen. En el 2012, The Guardian publicó que Televisa tenia contratos firmados con el candidato Peña Nieto para promover su candidatura. Dos años antes, el diario mexicano Reforma había revelado que Televisa había elaborado avisos para Peña Nieto mientras era gobernador.  En la película también la policía simula una liberación de secuestrados para las cámaras de televisión. Eso coincide con lo que ocurrió en el 2005 donde la policía al día siguiente de liberar a los secuestrados, realizó un montaje para las dos grandes televisoras del país (Televisa y Azteca) donde simuló esa liberación y la detención de los secuestradores.
El director Luis Estrada tiene esta visión de los medios: «Hoy los medios manejan caprichosamente la agenda pública, imponen temas y tópicos a los que la sociedad no puede abstraerse, crean héroes y fabrican villanos a su antojo. Cuando deciden exaltar o minimizar algún asunto, a excepción de una muy privilegiada minoría bien informada, la mayoría de la población responde a su discrecional manejo de la información».
El mensaje de la película es «la tele todo lo puede», como dice uno de los personajes. El mensaje es un tanto grotesco, pero la película es interesante para discutir.
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«Concentración» vs «Monopolios» mediáticos en América Latina.

La madurez del debate uruguayo sobre periodismo y democracia tuvo una prueba el pasado 16 de marzo en Washington. Allí la Comisión Interamericana de Derechos Humanos convocó a una audiencia sobre concentración mediática en América Latina.

Los voceros fueron Claudio Paolillo, uruguayo, presidente de la Comisión de Libertad de Prensa de la SIP; Gustavo Gomez, uruguayo, de Observacom; y el testigo de la discusión fue, entre otros, Edison Lanza, uruguayo, relator especial para la libertad de expresión de la OEA.

Ambos sectores coincidieron en cuestionar la concentración. Las diferencias estuvieron en que la SIP pedía hablar de monopolios públicos también, y no solo privados. También Paolillo pidió que las normas anticoncentración sean generales, y no específicas para el sector de medios. A eso, Lanza respondió que esas normas generales no parecen haber funcionado para evitar la concentración de los medios.

Paolillo planteó una discusión semántica entre «concentración» y «monopolio u oligopolio». Según él, hablar de «concentración» remite más a lo privado y no tanto a lo público. Prefiere por eso hablar de monopolios y oligopolios públicos y privados.

Sorprendió que la SIP señale a un empresario mexicano, Angel González, como un caso nefasto de concentración. González concentra la totalidad de la televisión comercial guatemalteca y ejerce un duopolio (compartido con la familia Ortega) en Nicaragua. (En Argentina, González es propietario de canal 9.).

Aleida Calleja hizo un detallado relevamiento de casos notables de concentración y agregó a la televisión colombiana, la televisión brasileña, la televisión mexicana, y a la prensa escrita de Chile y de Perú.

Los peticionantes de la audiencia pretenden que la Comisión proponga lineamientos sobre libertad de expresión para las normas de desconcentración que los estados están avanzando.

Lecciones sobre qué es un político, de Michael Ignatieff

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El académico canadiense, Michael Ignatieff, célebre por sus libros El Honor del Guerrero, Sangre y Pertenencia, o  El Mal Menor, fue tentado para ingresar a la política canadiense, después de tres décadas de no vivir en su país. Aceptó y se convirtió en el líder de la oposición, por el Partido Liberal, durante unos pocos años. En este libro narra su inmersión en ese mundo y su caída. Es, por lo tanto, una gran reflexión sobre la política como actividad (Michael Ignatieff, Fuego y cenizas. Éxito y fracaso en política, Taurus, Madrid, 2014).

Es una historia personal casi una biografía de su siquis durante su experiencia política. Aquí he seleccionado algunas de las ideas que más me llamaron la atención:

“La política pone a prueba tu capacidad de conocerte más que cualquier otra profesión que yo conozca”, p. 20

…”narrar, controlar e imponer tu historia a la opinión pública constituye la tarea esencial de todo aquel que se presente a un cargo público”, p. 41

…”la dramatización es la esencia de la política”, p. 41

…”la política real no es una ciencia, sino más bien el intento incesante de unos avispados individuos por adaptarse a los acontecimientos que Fortuna va situando en su camino. Sus aptitudes básicas pueden aprenderse, pero no pueden enseñarse. Mientras que el medio natural de un pintor es la pintura, el de un político es el tiempo, porque debe adaptarse repentinamente a sus cambios repentinos, inesperados y brutales. (….). Cuando llamámos a la política el arte de lo posible nos referimos a lo que es posible aquí y ahora. (…). Un político inteligente entiende que lo único que puede hacer es explotar los acontecimientos en su propio beneficio. Aunque siempre se califica a los políticos de oportunistas, el arte de la política consiste esencialmente en ser un maestro del oportunismo”, p. 50-51

…….”Aunque en ese momento aún no me había dado cuenta, había atravesado el espejo y llegado al especial universo psiquico de todo aquel que pugna por un cargo publico. Estaba a punto de pasar los siguientes cinco años de mi vida en un estado de dependencia constante de la opinión de los demás. (….) Si uno no se ha presentado para un cargo electivo no puede entender del todo lo dependiente que te vuelves de ese plebiscito diario, de las claves, las miradas de reconocimiento, los gestos de desaprobación que los ciudadanos te envían cuando estás ahí fuera, en la calle. Yo me apoyaba más en esto que en las encuestas”, p. 56

“Hacer política de puerta en puerta también te hace reflexionar acerca de los mundos tan distintos que un político debe reconciliar”, p. 62

“En el instante en que entras en una competición política, tus oponentes empiezan a definirte, si no les haces frente, puedes acabar perdiendo el control de tu candidatura”, p. 70

“Una vez que has entrado en política, siempre estás bajo los focos. Nunca te saltas una cola, nunca te muestras impaciente con un conductor o con el personal de recepción de un hotel. Nunca pierdes los nervios. Nunca te olvidas de sonreír cuando alguien se acerca a hacerte una foto contigo o a pedirte un autógrafo. Durante todo ese tiempo te olvidas de tu vida privada. La gente te está observando”, p. 72

“La política tiene que seguir siendo algo corpóreo porque la confianza es corpórea”, p. 74

“Tuve que olvidarme de ser listo, retórico y fluido en mi discurso, y empezar a valorar la importancia de establecer una conexión, cualquier tipo de conexión, con la gente que me escuchaba. Aprendí a encontrar alguna historia de mi propia vida que les dijera ‘os conozco, y vosotros me conocéis a mi’”, p. 75

“La política es algo muy físico. Tus manos tocan, chocan y aprietan, y tus ojos están siempre buscando el contacto. Nada de esto me salía en forma natural. Yo tendía a bajar y desviar la mirada cuando la gente me hablaba. Siempre había confiado en las palabras y por ello dejaba que hicieran su trabajo, pero en política el verdadero mensaje es el físico, el que envían tus ojos y tus manos. Digas lo que digas, tu cuerpo debe estar comunicando que se puede confiar en ti”, p. 76

“….comencé a contemplar nuestro país como algo político, no natural. En el momento en que empiezas a ver un país como un ejemplo de voluntad cotidiana y sostenida en el tiempo, entiendes por qué son importantes los políticos, individuos que reunen en una misma habitación a personas que quieren cosas diferentes para encontrar aquello que comparten y que desean hacer juntas. Un país es una ‘comunidad imaginada’ y los políticos son quienes representan aquello que compartimos y quienes dan con los compromisos que nos permiten vivir juntos y en paz”, p. 85

“Cuando entras en política dejas atrás el mundo amable en el que la gente te concede un cierto margen de error, acaba tus frases por ti y acepta que en realidad no querías decir lo que has dicho, para entrar en un mundo de literalidad hasta extremos impensables en el que solo cuentan las palabras que han salido de tu boca”, p. 99

“Las cuestiones políticas se dividen más o menos en dos tipos: aquellas que importan solo a los políticos y al pequeño grupo de la prensa política y los partidarios que siguen el juego, y aquellas mucho menos numerosas que importan a la gente en general. Puedes destruir tu carrera si confundes el primer tipo con el segundo”, p. 129

Ignatieff recibió un golpe político muy fuerte a través de una larga campaña de publicidad negativa en televisión, en la que avisos pagados por el Partido Conservador lo acusaban de estar “solo de visita” en Canadá. No pudo revertir nunca esa campaña y eso, según él, fue lo que lo destruyó. Según Ignatieff, el ataque fue certero y mortal porque no se hizo contra lo que había dicho, sino contra el “derecho a ser escuchado”, lo que para él es la “primera línea de combate en la política moderna”(p. 157)

«…este derecho  (a ser escuchado) no es en realidad un derecho. Es un privilegio que los votantes le otorgan a uno. Es una forma no transferible de autoridad. (….). Los candidatos primerizos, como yo mismo, aprenden bien pronto que la selección que efectúa el partido, los apoyos y nuestros currículos supuestamente impresionantes no nos confieren el derecho a ser escuchados por nuestros votantes. Si piensas que posees este derecho, estás condenado a perder. Hay que salir y ganarlo, cara a cara, puerta a puerta, llamada a llamada. Para decidir si te otorgan ese derecho, los votantes escuchan a los partidos políticos, a los vecinos y a l s miembros de la familia, pero cada vez más toman sus decisiones solos, enfrente del televisor o de la pantalla del ordenador. En lugar de dar más poder al votante, esta soledad se lo resta, aumentando la influencia de los anuncios en horas de máxima audiencia, la misma publicidad negativa que fue utilizada tan efectivamente en mi contra. (….)Las encuestas de opinión pública refuerzan el efecto de la publicidad negativa y tienen un papel excesivamente significativo a la hora de determinar quién deben ser escuchado. Cuando las encuestas dicen que tus índices de aprobación son bajos, puedes hablar todo lo que quieras, pero nadie va a escucharte”, p. 161

“Todo el mundo tiene cierta confianza en su capacidad para decidir si confiar en otro ser humano, y esta es la evaluación fundamental que tiene lugar en una elección. El motivo racional por el que en la política los temas importan menos que la personalidad, y por el que las elecciones giran en torno a que candidato se gana su derecho a ser escuchado, es que los votantes valoran para decidir quien es digno de ser escuchado y quien es digno de confianza. Para decidir en quien confiar, los votantes se centran en la cuestión de si el candidato es como ellos o no”, p. 164

“Con la prensa traté de ser directo, evitaba crear favoritos, me mantuve alejado de las declaraciones off the record, y evitaba cualquier comentario que pudiera volverse contra mi posteriormente”, p. 173.

Ignatieff recuerda algunos casos en la que periodistas “sin escrúpulos” se plegaban a los ataques contra él, y también que era muy difícil evitar que miembros de su bancada filtraran a l

os periodistas las discusiones internas.

“La dramatización de la elección, presentándola en tonos de blanco y negro, es esencial si confiamos en despertar a los votantes de su estado de letargo”, p. 182

“Si un político no es partidista, no da la cara por las ideas de su equipo y comienza su propia línea de discurso, no es un político sino un necio”, p. 182

En el último capítulo, Ignatieff habla de una tradición de políticos que no la pasaron bien en la política, y que escribieron brillantes reflexiones sobre la política: Maquiavelo, Cicerón, Madison, Tocqueville, Burke y el propio Weber.

Antes de entrar en política, era profesor full time de la Escuela de Gobierno de Harvard. Ahora volvió a serlo.

Sérpico y el periodismo

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La famosa película Sérpico, protagonizada por Al Pacino, es la historia de un policía que denunció esquemas de corrupción en la policía de Nueva York. Y en ese proceso, que fue durísimo, uno de los hitos clave fue cuando el policía, junto con otros dos colegas,  se pusieron en contacto con un periodista, David Burnham,  y este inició una serie de artículos en The New York Times.

El comienzo del artículo era lapidario: «Narcotics dealers, gamblers and businessmen make illicit payments of millions of dollars a year to the policemen of New York, according to policemen, law-enforcement experts and New Yorkers who make such payments themselves».

Ese artículo (original) se publicó el 25 de abril de 1970. Y Sérpico y sus colegas habían denunciado la corrupción internamente desde 1967, incluso también ante asesores cercanos al alcalde de la ciudad, pero nada pasaba.

Por supuesto, apenas se enteraron que el diario estaban por publicar una investigación de seis meses sobre el tema, comenzó el proceso de formación de comisiones, y se creó una comisión parlamentaria, la Knapp Commission, para investigar las denuncias. Lo cambiaron al área de Narcotráfico y al poco tiempo fue baleado por un criminal en la cara, al no tener apoyo de sus colegas policías.  Quedó sordo del oído derecho y con esquirlas en la cabeza. Al año siguiente, se retiró de la fuerza policial.

Hasta ahora, nunca la Policía de Nueva York le realizó un homenaje, ni lo han convocado a dar conferencias a sus escuelas de formación. La medalla al mérito se la dieron sin ninguna ceremonia, «como si fuera un paquete de cigarrillos», dice Sérpico, quien vive  a dos horas de Nueva York, en una muy pequeña casa sobre el río Hudson.

El periodista Burnham, abogado egresado de Harvard, escribió un paper muy interesante sobre su experiencia en la cobertura de la corrupción en grandes instituciones, y explica el caso Sérpico (Paper de Durnham)

Los periodistas y la política exterior de Estados Unidos

The Secretary Cover

Kim Ghattas, una periodista libanesa, de la BBC, que fue la corresponsal de ese medio en el Departamento de Estado, escribió un libro sobre la gestión de Hillary Clinton a cargo de la política exterior. (The Secretary. A Journey with Hillary Clinton from Beirut to the Heart of American Power, Picador, Nueva York, 2013). Hasta que ella fue designada, todos los anteriores corresponsales de la BBC habían sido británicos, y además ella era la única no occidental del grupo de periodistas que acompañaba a Hillary en sus viajes. De hecho, ella solo cita a medios anglosajones y franceses (la agencia AFP) viajando con la Secretaria.

En su libro permanentemente recuerda su experiencia de vida en El Líbano, marcada por la invasión de Siria en octubre de 1990, la que puede haber recibido el visto bueno entonces de los Estados Unidos. La periodista tiene una duda profunda e hiriente sobre el rol de Estados Unidos en su país, y le toca acompañar durante cuatro años a la Secretaria de Estado y seguir muy de cerca cómo es que efectivamente se produce la toma de decisiones del país más influyente del mundo. Es posible que cada vez más en los libros de periodistas, su cobertura de los asuntos públicos se describe en forma muy entrelazada con la historia personal.  En este mismo blog comentamos hace poco el libro del periodista mexicano-estadounidense Alfredo Corchado.

Durante esos años (2008-2013), la estrella era el blackberry y las incipientes redes sociales. Hillary deseaba instalar una política exterior de diplomacia pública, donde sus viajes buscaran una conexión fuerte con las sociedades a las que visitaba, más allá de sus relación con los líderes. Esto incluía varias entrevistas durante el viaje, tanto a los periodistas que llevaba en el avión, como a los locales de los países a los que visitaba. Es notable la descripción de las discusiones de Hillary con los periodistas pakistaníes (p. 86-88) que la funcionaria pudo haber evitado pero no quiso, pues era su objetivo tratar de cambiar la percepción que ellos tenían de los Estados Unidos. Por eso, comenzaron a trabajar activamente en las redes sociales, llegando a tener un equipo de ciento cincuenta personas dedicadas a los nuevos medios (p. 288). Hillary buscaba consolidar un «smart power»(Joseph Nye) (p. 11). Y ese smart power hay que construirlo con la enorme aceleración que sufrió el ciclo de las noticias, lo que hizo que los comentarios de política exterior sean más frecuentes y menos formales de lo que eran hace unos años (p.44). También hay más funcionarios que están hablando y eso genera un estándar alto de incoherencia e inconsistencia en las políticas exteriores.

La rutina de un periodista acreditado en los viajes oficiales los hace formar parte de lo que llaman una «bubble», que dificulta mucho el contacto con el país que visitan.  (p. 31)

Los acuerdos de los periodistas con los funcionarios  son:

-«on background»: se pueden usar los comentarios de la fuente, y se atribuyen, por ejemplo, a  «senior officials».

-«deep background»: Se pueden usar los comentarios de la fuente, pero sin atribución ninguna.

– «off the record»:  no se pueden citar los comentarios, solo para contexto. (Con ese acuerdo les hablaba Hillary en el avión a los periodistas)

A Hillary le tocó la bomba de los wikileaks, y se dedicó a llamar a los líderes de los países para pedir disculpas y tratar de controlar daños (incluyó una «apology tour», p.202). En la visión de Ghattas, los cables revelan más incoherencia de discurso público y privado en los otros países, que en Estados Unidos, y por eso no lo ve como un gran daño. En general, el libro es más bien pro-Hillary.

También le tocó la primavera árabe, y vio desde esa bubble como los acontecimientos de Túnez tomaron de sorpresa a las principales potencias, y sus siguientes coletazos y terremotos en Bahrein, Egipto, Libia y Siria.  Aquí surgía una agenda que los periodistas tenían, y que puede haber influido en la política exterior en alguna medida.

En varios de los relatos de Ghattas, los periodistas no preguntan sino que interpelan a los funcionarios, en función a una agenda liberal. Sin duda, ese es un factor tenido en cuenta por los funcionarios al diseñar su política. Saben qué preguntas/interpelaciones les van a hacer los periodistas, y quizás sesgan sus decisiones para dar respuestas más amables a los periodistas. Uno de los mejores ejemplos de esto es cuando Ghadaffy está más violento que nunca y está bombardeando a sus disidentes. Los periodistas interpelan al Departamento de Estado para que intervenga militarmente, y cuando finalmente lo terminan haciendo, los cuestionan por haber empezado una tercera guerra, después de que se querían ir de Iraq y Afganistán.

Es un buen libro para entender una parte de la política exterior. Pero falta bastante de lo que tiene que ver con el rol de los militares y los servicios de inteligencia en esa tarea.

La Silla del Águila: la presidencia de México

Carlos Funtes con el actual presidente de México, Enrique Peña Nieto

El premio nobel mexicano, Carlos Fuentes, escribió una novela para describir el actual sistema político mexicano. La publicó en el 2002 y la historia transcurre en el 2020 (La silla del águila, Santillana, España, 2002) (en la foto, Fuentes a la izquierda del actual presidente de México, Enrique Peña Nieto)

El periodismo mexicano ha sido en gran parte cómplice lógicamente de ese sistema político, y todavía tiene muy fuertes contradicciones y un desarrollo limitado que no permite el despliegue de su potencial. Fuentes habla poco de periodismo.  Mucho habla, en cambio, de lo que significa el poder.

Por un conflicto, Estados Unidos bloquea un centro de comunicaciones en Florida y eso deja a México sin comunicaciones. La única forma de comunicarse es por carta, y entonces los distintos actores políticos se escriben entre sí. La novela está armada con setenta cartas que políticos se envían entre sí para definir la sucesión presidencial.

“Conoces todas las palabras-talismán. Democracia, patriotismo, régimen de derecho, separación de poderes, sociedad civil, renovación moral. Lo peligroso es que crees en ellas. Lo malo es que las dices con convicción…..Has entrado a la selva y quieres matar leones sin antes cargar la escopeta” (p. 14)

“Este chico es sumamente inteligente pero piensa en voz alta. Aún no aprende a ensayar primero lo que va a decir más tarde. Dicen que escribe bien. He leído sus columnas en los periódicos. Aún no sabe que entre el periodista y el funcionario solo puede haber un diálogo de sordos”. (p. 14)

Antes de la apertura democrática del año 2000, a México se le llamaba la dictadura perfecta, o dictablanda. En un párrafo, Fuentes la describe como una élite política que aceptaba críticas de una élite intelectual tolerada. Fuera de ese diálogo de élites, había dictadura.  “La dictablanda del PRI era suavizada por un cierto margen de tolerancia hacia las élites mexicanas, sus criticas,  burlas y opiniones generalmente poco informadas. Poetas, novelistas, uno que otro periodista,los cómicos de carpa, los caricaturistas, nuestros inefables muralistas, podían decir y dibujar más o menos lo que quisieran. Eran criticas de la élite intelectual a la élite gubernamental, o necesarios escapes de vapor, como los cómicos de Soto a Beristain a Cantinflas y Palillo. Ellos gozaban de esta graciosa concesión. Pero los cineastas no, la mayoría de los periodistas no, los sindicatos independientes ni hablar”. (p. 57).

Fuentes capta uno de los recursos claves, sino el principal, del poder, que es la voz. “Un Presidente tiene que demostrar desde que se sienta en la Silla del Águila, que hay solo una voz en México, la suya. Así se llamaba el emperador azteca, Tlatoani, el Señor de la Gran Voz. Eso nos impone el sitio que ocupamos, la Silla del Águila: ser dueños de la Gran Voz. De la única voz» (p. 96).  Más adelante, insiste con que el Presidente debe ser visto y oído: “Hace falta algo. ¿Y sabe lo que hace falta? Falta usted. Falta que la gente lo vea a usted. Se está usted convirtiendo, como tantos de sus antecesores, en el gran solitario del Palacio, el fantasma que ocupa la Silla del Águila. Reaccione, se lo ruego. Aun es tiempo. No dé la impresión de que es el juguete de fuerzas incontrolables. Deje de mirar el horizonte como un iluminado en fechas de fasto –Grito de Independencia, Mensaje de Año Nuevo, Cinco de Mayo-. Mire a la cara de la gente, déjese mirar por la gente, pero que lo vean actuar, a usted, no a sus achichincles. Que su voz, señor Presidente,  llene la plaza y llegue a cada rincón del país. La política vive en el espacio hasta donde llega la voz del Presidente. ¿Ha probado usted los límites de su voz? ¿Ha medido las fronteras entre la acción y la inacción? Un presidente debe existir para los ciudadanos. Si no lo hace, le retiran el homenaje esperado” (p. 119).

Por supuesto, en su novela la política es el arte de la simulación, del cinismo y de la más cruda desidealización de la búsqueda y el uso del poder. Macbeth y Maquiavelo son las referencias de Fuentes.  Desde el análisis de la política, el autor es poco sofisticado.

Nadie es confiable. Nunca hay que confiar en nadie. “Para conservar las costumbres, violemos las leyes”, dice uno de los protagonistas (p. 341). No hay que ser sincero. “Recuerde que en política no hay principios. Hay instantes. Y la fuerza para pescarlos al vuelo. Es otro nombre de la astucia” (p. 200).

En varias oportunidades, la prensa es el lugar donde aprovechar ese instante, o provocarlo. Como cuando se filtra a la prensa el hijo secreto que tenían dos de los principales arquitectos de la sucesión presidencial (p.226). También tras ese intento de reventar dos carreras políticas a través de la prensa, se muestra el intento de solución. El Presidente se reúne con los directores de los medios de comunicación para pedirles silencio. El Presidente les dijo: “mírense al espejo y digan si uno solo de ustedes no posee un secreto de amor en su pasado. Maten la noticia. Nunca les he pedido un favor personal. Si lo hago esta vez es porque concierne a una dama. Y también, ustedes lo entienden, a mi propia investidura” (p. 227). En la p. 304 un ministro describe su conversación con el director de un diario, en la que quiere pedirle un favor y el periodista se hace el insobornable.

Fuentes hace muchas alusiones a una Argentina caótica. Está escribiendo durante el 2001, el año de nuestro último estallido conocido.  Como broma entre novelistas, Martín Caparrós es un criminal político (p. 314 ), y luego fantasea con que César Aira será el primer argentino que ganará el Premio Nobel de Literatura.

También sobre México hay dos joyas que no hemos comentado aquí: la miniserie “El Encanto del Aguila”, sobre la revolución mexicana, y la película “La ley de Herodes”. Ambas muy buenas.

La Silla Del Aguila

La CIA y el periodismo

dana priest

A raíz de una nota de Marcelo García, en Página 12, descubrí este informe de diciembre del 2012 del Comité de Inteligencia del Senado de Estados Unidos sobre el programa de detención e interrogatorios de la Central Intelligence Agency (CIA). El informe, desclasificado hace pocas semanas, tiene un apetitoso capítulo sobre la relación con los periodistas.

Para empezar, la conclusión décima del informe dice:

#10: The CIA coordinated the release of classified information to the media, including inaccurate information concerning the effectiveness of the CIA’s enhanced interrogation techniques.
The CIA’s Office of Public Affairs and senior CIA officials coordinated to share classified information on the CIA’s Detention and Interrogation Program to select members of the media to counter public criticism, shape public opinion, and avoid potential congressional action to restrict
the CIA’s detention and interrogation authorities and budget. These disclosures occurred when the program was a classified covert action program, and before the CIA had briefed the full Committee membership on the program.
The deputy director of the CIA’s Counterterrorism Center wrote to a colleague in 2005, shortly before being interviewed by a media outlet, that «we either get out and sell, or we get hammered, which has implications beyond the media. [C]ongress reads it, cuts our authorities, messes up our budget… we either put outourstory or wegeteaten. [T]here is no middle ground.» The same CIA officer explained to a colleague that «when the [Washington Post]/[New York Tjimes quotes ‘senior intelligence official,’ it’s us… authorized and directed by opa [CIA’s Office of Public Affairs]. Much of the information the CIA provided to the media on the operation of the CIA’s Detention and Interrogation Program and the effectiveness of its enhanced interrogation techniques was inaccurate and was similar to the inaccurate information provided by the CIA to the Congress, the Department of Justice, and the White House».

En la conclusión 19, mencionan que una de las causas del fin del programa fueron las revelaciones de los periodistas. Según el informe, en octubre del 2005, la CIA se enteró que Dana Priest, una periodista del Washington Post tenía información sobre este programa secreto de la CIA. Entonces empezaron a negociar con el diario, pero no pudieron evitar que el 2 de noviembre de ese año, la periodista publicara su primer artículo, «CIA Holds Terror Suspects in Secret Prisons»  (http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/article/2005/11/01/AR2005110101644.html).  Esa serie de notas le hizo ganar el Premio Pulitzer en beat reporting en el 2006 (en la foto de arriba recibiendo el premio). El informe dice que las revelaciones del Post provocaron desplazamientos y cambios en el programa. El informe cita un documento interno donde dice que el impacto del artículo afectó la participación secreta de otros países: «[t]he article is prompting our partners to reassess the benefits and costs of cooperating with the [U.S. government] and CIA. These services have conducted aggressive, high-impact operations with CIA against… targets, including We no longer expect the services to be as aggressive or cooperative». En algunos casos, esos centros de detención clandestina se tuvieron que cerrar en pocas horas, por la presión de los gobiernos. Lo curioso es que la Secretaria de Estado de aquel momento no estaba enterada en qué países tenían esas cárceles secretas, e incluso a veces ni los embajadores de Estados Unidos en ese país.  Por esa filtración a la periodista, fue despedida de la CIA su funcionaria Mary McCarthy.

En el capítulo cuarto del informe se describe cómo trataron de influir en la cobertura periodística de este programa secreto. Hablaron off the record con periodistas para influir en notas y en libros. Filtraban información secreta, pero nunca abrían una investigación interna para ver quién había sido el filtrador interno, como suelen hacer. La CIA le filtró información a periodistas que escribían libros, a periodistas del The New York Times, o al programa Dateline  de NBC. El mensaje central era que los interrogatorios de la CIA lograban buena información para luchar contra el terrorismo, pero ese argumento estaba construido con datos falsos que la CIA filtraba a esos periodistas. Dice el informe que el periodista del The New York Times, Douglas Jehl, «provided the CIA with a detailed outline of his proposed story, informed the CIA that he would emphasize that the CIA’s enhanced interrogation techniques worked, that they were approved through an inter-agency process, and that the CIA went to great lengths to ensure that the
interrogation program was authorized by theWhite House and the Department of Justice.»

Jehl es ahora el foreign editor de The Washington Post, e hizo una declaración por su mención en el informe: “As a national security reporter for The Times in 2005, I worked aggressively to pursue and publish stories about the CIA’s harsh interrogation of terrorist suspects, at a time when those details remained highly classified.  I am proud of the work that my Times colleagues and I did in bringing these CIA practices to light.  I was not interviewed for the Senate report, and would never comment on reporting that was based on confidential conversations with current and former U.S. government officials».

El informe también dice que en el 2002, el The New York Times tenía la información de que había una cárcel secreta en Tailandia, pero aceptó no informarla a pedido del vicepresidente Dick Cheney. Un periodista del diario, James Risen, dijo que finalmente se publicó en diciembre del año siguiente, cuando el detenido ya no estaba allí. El dueño del diario, Arthur Sulzberger Jr., defendió la actitud del diario: «There have been a handful of occasions when The Times has decided to hold back on publishing a given story after a compelling case had been made that immediate publication could potentially lead to a risk of life or other serious consequence. The intention is always to publish as soon as we feel we responsibly can, as we did in this case.”

El texto completo del informe está aquí.

 

Narco: medianoche en México, ¿atardecer en Rosario?

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Hay quien podría decir que al crimen organizado lo controlan mejor los gobiernos que tienen mucha tolerancia con la corrupción. Esto le ha pasado a México y podría haber pasado con la provincia de Santa Fe. El narcotráfico floreció con el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el partido enquistado en el estado mexicano durante siete décadas, en las que una trama de corrupción administraba los mercados ilegales. Pero explotó con el comienzo de la democracia mexicana, en el 2000, tras la victoria del Partido de Acción Nacional (PAN), primero con Vicente Fox y luego, a partir del 2006, con Felipe Calderón. La densa trama de acuerdos ilegales e inmorales con la que el PRI gobernaba México, comenzó a entrar en crisis. Parece que los recién llegados tienen claro que no pueden relegitimar las tramas de corrupción existentes –para eso además los votaron- pero no tienen políticas alternativas y firmes de seguridad pública.

Hoy, en Rosario, la tercera ciudad de Argentina en población y la segunda en PBI urbano, altos funcionarios judiciales afirman en forma confidencial que la llegada del socialismo al gobierno provincial provocó la ruptura del “doble pacto”. Este se refería a que policías provinciales tenían un acuerdo con sectores de la política y con bandas criminales para administrar el delito. La llegada del socialismo repudió ese pacto ilegal e inmoral, pero no parece haber tenido una política alternativa. De esa forma, se descontroló el crimen organizado, pues ya no tenía sectores políticos poderosos dispuestos a pactar su reconocimiento a cambio de cierta moderación en sus prácticas, todo aceitado con una fluida circulación de billetes. Además, también parece haberse perdido ese rol moderador que los políticos habrían tenido en los conflictos internos de las bandas criminales.

Alfredo Corchado es uno de los periodistas que mejor conoce el narcotráfico en México. Nacido en un pueblo de la frontera en México, hijo de un bracero que vivía la mayor parte del año en California cosechando algodón y tomates, emigró con su familia a Eagle Field, que había sido un campo de concentración para japoneses. Este hijo del pueblo más pobre de un estado pobre se convirtió en Estados Unidos en un sofisticado periodista.

Hoy Corchado informa sobre narcotráfico desde el Dallas Morning News y es uno de los periodistas más reconocidos y creíbles sobre el tema. El espera que haya una reacción. Como buen periodista, a pesar de lo que vio, de lo que vivió, y de lo que sintió, tiene esperanza y cree en “la promesa de un nuevo día” para México. Cuando el mensajero no trae esperanza, no es un buen mensajero. Es de buenos periodistas hurgar hasta encontrar una luz, en vez de simplemente describir el infierno en forma exhaustiva.

Si la alternativa a ese doble pacto de convivencia de los criminales, con políticos y policías, es solamente la guerra total, como la encaró el presidente mexicano Felipe Calderón, el resultado es un lago de sangre: hubo muchas decenas de miles de muertos, y todavía no ha terminado el conteo. Los gobiernos democráticos de América Latina llegaron al poder por oposición a las dictaduras que los precedieron en la mayor parte de los países, pero en general fueron tibios y ambiguos en su gobierno efectivo sobre las fuerzas de seguridad y de inteligencia, los que habían sido uno de los puntales de aquellas dictaduras. Por lo tanto, así como las transiciones a la democracia hicieron crecer a las sociedades civiles, también creció la sociedad incivil,  y en algunos casos comenzó a desbordar la capacidad del estado de mantenerla acotada. La seguridad democrática sigue siendo una de las grandes materias pendientes en la región.

Corchado acaba de publicar un libro Medianoche en México. El descenso de un periodista a las tinieblas de su país. Es una historia personal, profesional y política, que atraviesa las distintas cicatrices de la frontera. De una cuna pobre en un país poco igualitario, hoy es habitué de los ambientes más aristocráticos de ese mismo país. Es mexicano en Estados Unidos y gringo en México. Toda esa tensión vital está en su texto. Muchos de los narcos que investiga son también de su generación. Nada de lo que ellos vivieron le es ajeno.  Desde su infancia le dijeron que “todos los mexicanos tenemos un poquito del PRI dentro” para legitimar ese status quo con una supuesta identidad cristalizada, lo que llevó al final al vaciamiento de México con millones de emigrantes hacia el norte, miles de los cuales murieron solamente al intentar cruzar esa línea cuando los controles fronterizos se hicieron más duros.

Con fuerza literaria, Corchado describe el elenco de personajes de una novela de no ficción: los narcos más sanguinarios, los agentes dobles y triples infiltrados, las voceras de los capos, los sicarios, los periodistas, editores y policías, políticos y funcionarios judiciales, que hablan con frases cortas, eufemismos bilingues y gestos ambiguos. Finalmente no es solo una tierra de nadie, sino que nadie sabe efectivamente lo que pasa, pero actúan como si lo supieran. Lo único real y verificable es la cantidad de dinero y de sangre que fluye en forma descomunal.

Para todos es obvio que en el interior de Estados Unidos hay más narcotráfico que en México, pero el principal periodismo del mundo no investiga el mercado local. Revisando los Premios Pulitzer, casi no hay investigaciones premiadas del narcotráfico en suelo estadounidense. No importa si es el cartel de Sinaloa o el de Palm Beach, pero se dedican a lo mismo. Un gran banco inglés, el HSBC, se reconoció culpable por no controlar lo suficiente las operaciones de lavado de dinero y fue multado en casi dos mil millones de dólares. Mientras tanto, el periodismo mexicano está enterrado vivo, como le decía a Corchado su amigo Ramón Cantú, director del diario de su familia, La Mañana de Nuevo Laredo. Cantú escribió una carta pública a los narcos pidiéndoles instrucciones claras para poder sobrevivir mientras ejercía el periodismo. La cultura narco es también una etapa superior de la crueldad. La estética audiovisual alqaediana de los videos de tortura, decapitación y mutilaciones, estalló en México en los últimos años, y bloqueó de miedo a la sociedad al mismo tiempo que atrajo al periodismo del mundo.

Un narco, que duerme en un auto, protegido por doscientos sicarios, con quince niveles de seguridad, y con policías y funcionarios comprados, incluso de Estados Unidos, es una historia imperdible. Para narrar esa trama hay que usar a las fuentes y ser usado por ellas, y eso se hace sentado en el borde del abismo, pero luego hay que bancarse las amenazas. El periodista envía mensajes de los agentes a los narcos, entre narcos, a las autoridades y desde las autoridades. Todos los actores de la guerra leen en ese registro indirecto, donde finalmente este cronista de la guerra tiene ciudadanos a los que quiere servir, que además forman parte de un país que él quiere contribuir a despertar.

Corchado, que estuvo en Rosario invitado por el Foro de Periodismo Argentino (FOPEA) dijo, en una entrevista de Gerardo Young para La Nación, que no esperemos en Argentina a que empiece a haber decapitados en la avenida 9 de Julio.

Solo la fuerza de una sociedad civil puede encuadrar a los políticos. Y solo los políticos pueden encuadrar al poder judicial y a la policía para que este encuadre al crimen organizado. Pero la sociedad necesita que alguien la despierte, que la convenza de que es inaceptable –de verdad y no de discurso- la presencia masiva del narcotráfico. Dublin tuvo una historia parecida con la periodista Verónica Guerin. Después de tolerar el narcomenudeo en la ciudad, esa periodista se cansó de ver que a la vista de todo el mundo les vendían droga a los adolescentes y jóvenes que caían en el pantano de la adicción. Guerin se enfrentó con ellos y fue asesinada, y fue recién allí cuando la sociedad despertó y consideró inaceptable tener esa mafia enquistada en su entraña.

Hoy hay periodistas amenazados en Rosario, en Entre Ríos y en Córdoba, de la misma forma que lo fueron antes en Irlanda, Colombia o México. La indignación es una fuerza política imparable, pero no sirve si es tardía.

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Usos y gratificaciones de los medios, según Pablo Escobar

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Es un testimonio único. Después de la cantidad de libros que han salido sobre las mafias del narcotráfico, es realmente notable la historia contada por el hijo del mafioso más famoso de la historia de América Latina. Una historia muy bien contada que hace por demás increíble la vida de la familia Escobar-Henao, que ya de por sí era una película de ciencia ficción. Se llama Pablo Escobar, mi padre. Las historias que no deberíamos saber (Planeta, Buenos Aires, 2014).

Hay varios comentarios en el testimonio de Juan Pablo Escobar que ayudan a explicar la relación con el periodismo que tenía su padre, el megacriminal Pablo Escobar.

De hecho, una de sus primeras empresas creadas para tapar sus negocios ilícitos fue nada menos que una productora de televisión, Antioquía al Día, en Medellín. Era «una programadora regional de televisión con noticiero incluido, que mi padre compró para meterse de lleno en los medios de comunicación y el periodismo, que le apasionaban. Esa era la fachada, porque en la parte de atrás funcionaba una oficina del crimen de mi padre» (p. 180).

1. Los periodistas eran enemigos. La relación con El Espectador fue crítica desde el principio. Su director, el gran Guillermo Cano, fue quien terminó con la fugaz carrera política de Escobar, quien había asumido como legislador suplente en la cámara de diputados de la Nación. Cano descubrió en el archivo de su diario, una noticia policial de 1976, donde aparecía la detención del mafioso por tráfico de drogas. El había querido borrar todo ese proceso judicial, pero un periodista lo rescató y lo hizo público. El 25 de agosto de 1983, El Espectador publicó en primera página la noticia de que en marzo de 1976 Pablo Escobar había sido detenido junto a tres personas con pasta base de coca. En enero de 1984 Escobar, revelado públicamente como narcotraficante, se “retiró” de la actividad política.

Escobar nunca se lo perdonó. Lo mató años después, tras una editorial crítica de El Espectador, el que estaba a favor de la extradición de los narcotraficantes colombianos a los Estados Unidos. Esa era la gran batalla política que Escobar y los grandes narcos estaba realizando contra el estado colombiano.

2. Secuestrar periodistas o atentar contra medios permitía amplificar la repercusión de un hecho violento y dar más visibilidad a un mensaje al estado.  Su forma de negociar era aumentar los niveles de violencia, incluyendo también ataques contra la prensa. En la selección de sus objetivos para secuestrar y presionar al estado, Escobar tenía en cuenta el perfil mediático de su víctima. Eso se tuvo en cuenta en el secuestro de Andrés Pastrana, líder político del Partido Conservador y también periodista muy conocido. Pastrana fue liberado por las autoridades en lo que fue un fracaso de Escobar. Pastrana fue luego presidente de Colombia de 1998 al 2002. El pico de ese uso de la violencia contra los periodistas para presionar al estado fue cuando al mismo tiempo tenía secuestrada a la periodista Diana Turbay, a un equipo de un noticiero, y a Francisco «Pacho» Santos, jefe de redacción del principal diario del país, Tiempo. Era una estocada a fondo para negociar con el entonces presidente César Gaviria las condiciones de detención en Colombia para evitar la extradición a Estados Unidos.

3. Los periodistas arruinan las negociaciones secretas. En el testimonio del hijo del mafioso también se ve cómo en dos momentos en los cuáles hubo negociaciones entre la mafia y las autoridades, las dos veces las negociaciones quedaron truncas por la revelación que hicieron los diarios. En primer lugar, El Tiempo de Bogotá (p. 253), y luego, en otra oportunidad, La Prensa,  de la familia Pastrana (p. 306).

4. Los medios servían para tener voz pública. En medio del conflicto, Escobar incluso elaboró un proyecto de un diario, que se iba a llamar Fuerza. Hicieron números ceros, pero finalmente nunca salió.

5. Los periodistas servían para protegerse. En varias ocasiones, Pablo y su familia recurrían a los medios para protegerse frente a la asociación entre el bloque de búsqueda y las mafias enemigas. Tenían siempre a disposición los teléfonos directos de los periodistas más importantes del país para poder recurrir a ellos en momentos críticos. En una oportunidad, Pablo Escobar tuvo una conversación privada por teléfono con tres de los más importantes periodistas del país, incluido el director de Tiempo, diario más importante de Colombia, Enrique Santos Calderón. En varios momentos de su fuga, tanto Escobar como su hijo ofrecían notas y reportajes a periodistas para que estos los filmaran, o los protegieran con su presencia. También en varias conversaciones con funcionarios estatales, amenazaron con contar cosas a los periodistas.

En definitiva, como siempre ocurre, son muy variados los «usos y gratificaciones» de los medios para el crimen organizado.

Antioquia al dia

Infocracia. Poder político, medios de comunicación y derecho a la libertad de expresión en Venezuela

Este libro describe los últimos años de la situación del periodismo en Venezuela. El autor es Andrés Cañizález, que es uno de los principales investigadores de medios que hay en ese país. Acá tienen el link para bajarse Infocracia.

Andrés, porque es amigo mío, me pidió que le haga el prólogo.

 

Redes sociales y jihad islámica

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Muy buena nota de un experto en radicalización política, en la publicación británica New Statesman, con el título: From Portsmouth to Kobane: the British jihadis fighting for Isis. 

Es u n informe muy extenso realizado por un académico que está en contacto con varios de estos «guerreros». Por eso es una excelente fuente para entender ese proceso de radicalización. A continuación cito aquello que tiene más relación con medios de comunicación:

* «The use of the internet by jihadists is hardly new but the manner in which its potential is being harnessed has vastly changed. During the Iraq war, sympathisers of al-Qaeda needed access to password-protected forums, where they could learn about events on the ground. These forums were not easy to find and access was harder to gain. Crucially, most of the conversations were in Arabic, a language alien to most British Muslims».

* «Social media has changed all this, empowering individual fighters to become recruiting sergeants in their own right. What makes them so powerful is their sheer ordinariness. Indeed, most fighters tend to stress their unremarkable nature: “There’s nothing special about me,” they might say. “I just decided to come. If I can do it, you can do it.”

* «The effect of social media is to normalise the experience, while also motivating and inspiring potential recruits. Perhaps most significant is that the conversation runs two ways. In the past, al-Qaeda would issue unidirectional edicts and vague instructions to followers to “do something” at home. Today, you can talk to fighters directly and have a proper conversation»

* «These interactions help prospective fighters overcome lingering fears and emotional barriers. Fighters are asked, for example, how they broke the news to their parents and how their families are coping with their decision. Others ask what living arrangements are like in Syria, or how to cross the border safely».

* «Bizarrely, some have even asked whether hair gel is available in the IS stronghold of Raqqa. Lots of practical advice is forthcoming: bring good hiking boots, waterproof clothing and a warm coat; don’t pack radical literature; medicine for an upset stomach is also a good idea; and an iPad is recommended, for keeping in touch with family and inspiring others to make the same journey. (Hair gel, in case you were wondering, is available on the inside.)».

* «The network of fighters taken to Syria by Jaman is one of the best known in foreign fighter circles today. The group became minor celebrities after Jaman gave a Skype interview to the BBC in November 2013 from inside his IS training camp. Several foreign fighters have told me that they were directly inspired by that interview and it has been such a successful recruiting tool for IS that the group has even used it in its own propaganda videos».

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Violencia contra periodistas en América Latina

En julio del 2014 se presentó en una conversación virtual entre la relatora de libertad de expresión de la OEA y varias organizaciones periodísticas de América Latina el informe sobre Violencia contra periodistas en América Latina. A mí me tocó comentarlo desde Argentina.

https://www.youtube.com/watch?v=RNU0pKzFTJ4

 

Malala y los medios

Artículo de Vanity Fair sobre cómo los medios construyeron a Malala:

http://www.vanityfair.com/politics/2013/04/malala-yousafzai-pakistan-profile

Los tres tenores

Siempre desde las clases empiezan a surgir ideas que voy probando y testeando hasta que toman una forma más o menos digna. Este es el caso de este artículo, publicado la semana pasada en El Cronista.  Acá el pdf del Los Tres Tenores.

tres tenores

LOS TRES TENORES

Hay tres voces fuertes en la sociedad argentina: Cristina Fernández, Jorge Lanata y Marcelo Tinelli. También es una voz fuerte el Papa Francisco, pero juega otro partido. No está en el campeonato local de voces.
¿Qué es una voz fuerte? Una voz que nos llega, aunque no estemos necesariamente escuchando. Una ola que retumba entre las mayorías sociales, y genera impacto. No necesariamente cambia la opinión de alguien, o genera acciones en las personas, pero la voz llega. Son personas que nos hacen mover el cuello para que nuestra cabeza mire hacia algún lado y no hacia otro.
En la década del setenta, había también tres voces fuertes: Tato Bores, Mirtha Legrand y Bernardo Neustadt. Eran tres potencias mediáticas en sí mismas. En mi estudio sobre los medios de aquellos años, a veces pensé en organizar un índice BLN, porque me servía para analizar la apertura del debate público. Los tres fueron censurados por poderes políticos muy distintos, como fueron la dictadura del general Lanusse, los sucesivos gobiernos peronistas y la dictadura procesista. En los momentos en que los tres estaban en los medios al mismo tiempo, era un especial instante de apertura.
¿Por qué hoy son aquellas tres las voces más escuchadas? No lo sé, pero intentá sumar un cuarto a la lista, y verás enseguida el desnivel. En las clases que doy, tanto a jóvenes como a adultos, sin que los induzca siempre aparecen estos tres nombres como las voces más fuertes. Nos guste o no, son ahora los tres grandes tenores de nuestra sociedad.
Marcelo Tinelli es un encantador de audiencias masivas con su carisma personal. Hay un circo a su alrededor, pero él es siempre el eje. Si él no está, el circo se opaca. Esa capacidad de imantar las audiencias, le da un potencial enorme de emitir mensajes. Pero es un potencial que casi no usa, está latente. Los políticos saben el poder de creación y destrucción que tiene esa voz. El último beneficiado por ese impulso fue Martín Insaurralde, pero tampoco en esos minutos gloriosos estuvo tan lejos del abismo mediático. La presencia en el programa de Tinelli son vientos tan huracanados que para cualquier político puede llegar a ser debut y despedida.
Jorge Lanata fue la voz que necesitó el grupo Clarín para defenderse en la pelea contra el gobierno. No tenía en su interior, a pesar de ser el supuesto ‘grupo hegemónico’, una voz de la potencia de Lanata. Clarín tuvo que buscar a un periodista que desde hace quince años había demostrado ser el de más audiencia de la televisión argentina, pero al que los grandes canales no llamaban porque no podían controlar. Fue posiblemente con la llegada de Lanata a Canal 13 cuando empezó realmente a cerrarse el ciclo kirchnerista. Había finalmente un líder de la oposición, y sobre todo una voz fuerte contra la voz de Cristina.
Cristina, por su parte, es la voz política por excelencia en el país. No hay otra de esa fuerza entre los políticos. Y la campaña electoral presidencial es precisamente el intento de construir las voces que compitan contra ella, y que la reemplacen. Por ahora, no hay en el escenario nadie que ocupe su lugar. Ni Macri, ni Scioli, ni Massa, ni Binner, ni ninguno del elenco disponible, juega por ahora en la misma categoría de voz que Cristina.
Y la Constitución no dice nada sobre la reelección de la voz. Cristina no puede ser reelecta como presidenta, pero puede ser perfectamente la voz política principal en un nuevo mandato realizado por otro.
Las instituciones son claves, pero en la gestión de una sociedad se entrelazan con las voces para mover a las personas. En un escenario de revolución digital permanente, la construcción de las voces principales es el primer mandamiento de la política.
Ya se sabe que las elecciones se ganan en las urnas, pero eso no alcanza para gobernar. Nuestra historia nos enseña que sin una voz fuerte, los gobiernos quedan a la deriva. Quien quiera reemplazar a Cristina tiene también que reemplazar su voz.

Este jueves, la Universidad de La Matanza

Chicos y chicas, este jueves nos encontramos allá. Estaré desde las 10 hasta las 16/17. Posiblemente les cobren 100 pesos la entrada. También estaré el viernes a la tarde. No es obligatoria vuestra presencia pero va a ser una muy interesante experiencia para ustedes. Acá tienen el programa: http://www.redcomargentina.com.ar/?p=359

Documental sobre periodismo en América Latina (Univisión)

Interesante documental sobre la prensa en varios países de la región.

 

The Square (la revolución en Egipto)

square

En este gran documental se narra la entraña de la primavera árabe en Egipto. Desde la plaza central de El Cairo, los manifestantes van desarrollando una conciencia que moviliza a un pueblo. Primero logran la caída de Mubarak, luego frenan la salida que el ejército había forzado, y luego derrocan al gobierno de los Hermanos Musulmanes. Finalmente el ejército impuso una nueva solución, con un general al frente. La energía de los manifestantes no pudo generar escalones de representación superiores, como si la plaza como fuente de poder popular hubiese quedado separada de la zona de la política donde se producen las soluciones institucionales. No pudieron construir un liderazgo propio, o lograr que otro liderazgo alternativo los representara.

Este documental es un gran trabajo periodístico. Entre los manifestantes había un equipo de comunicadores, que filmaban, hacían entrevistas y luego difundían por youtube y las redes sociales. Es notable las dos entrevista que realizan a oficiales militares, donde estos responden con un cinismo escandaloso.

Uno de los días más duros fue cuando los manifestantes decidieron protestar contra la televisión estatal, y se reunieron frente a su edificio central. Allí la represión fue atroz. Uno de los militares entrevistados dice que era muy peligroso que algún manifestante entrara y dijera que había nuevo presidente. Eso sería dramático, explicó. En ese contexto, el poder de la televisión puede ser decisivo.

Este documental lo produjo Netflix y obtuvo por eso su primera nominación a los Oscars este año. También ganó el premio de la audiencia en el prestigioso festival de Sundance de cine independiente.

 

Entramos en la posguerra mediática

Sigo sacándole filo a la metáfora de moda, hasta que se me agote!

Acá publico el artículo que escribí para el Día del Periodista en el semanario entrerriano Análisis sobre porqué no nos tenemos que quedar diez años hablando de los diez años que acaban de pasar. (la posguerra mediática)

 

Democracia en rojo (balance del ciclo chavista en Venezuela)

http://www.lanacion.com.ar/1685282-democracia-en-rojo-para-venezuela

 

Buen ejemplo de mala praxis en opinión periodística

Ayer domingo, Javier Calvo, secretario de redacción de Perfil, publicó una gran nota donde ilustra cómo se sesga el enfoque y el debate público en la era de las guerras mediáticas. Imprescindible para entender el momento actual en Argentina

Debate sobre la libertad de opinión de los periodistas

Lindo debate se armó entre Paco Mármol, ahora en la gestión de los medios de Cristóbal López, antes en TELEFE,  y Marcelo Longobardi. Muy afinado Longobardi. Todo empezó con una entrevista de Perfil a Mármol, y después Longobardi le respondió desde Mitre.

http://www.perfil.com/politica/————-Cristobal-podria-comprar-Telefe-pero-creo-que-no-es-su-prioridad-20140309-0035.html

http://www.cronista.com/economiapolitica/Longobardi-le-pego-duro-al-nuevo-director-periodistico-del-Grupo-Indalo-Es-el-comisario-politico-de-Cristobal-Lopez-20140310-0069.html

 

Espíritus animales (en la economía)

animalSpirits

Este libro fue escrito por dos premios Nobel de Economía: Akerlof lo ganó en el 2001 y Shiller en el 2013. Por eso tiene mucha autoridad intelectual para hablar de la comunicación en la ciencia económica, que es algo que en general los economistas suelen minimizar. Sin embargo, cuando llegan las crisis los problemas más importantes suelen tener que ver con la pérdida de la confianza, palabra de nuestro vocabulario que tiene que ver más con la psicología y la comunicación que con las matemáticas. 

Está basado en la expresión de John Maynard Keynes sobre cómo se toman las decisiones económicas (con poca información, con instinto, en lo que llama ese ‘espíritu animal’).

Los autores analizan las últimas recesiones en Estados Unidos tomando como piedra angular «la confianza». En su especie de teoría sobre cómo se construyen las crisis, los autores hilvanan los siguientes elementos: la falta de confianza, el sentido de justicia que hace muy rígida la economía «para bajar salarios y precios, el rol de la corrupción y la venta de productos de mala calidad durante el boom, y el papel que desempeñan las historias orales que interpretan la economía». Y agregan que «todos estos procesos están influenciados por historias orales que la gente se cuenta sobre cómo actúan los demás y también sobre cómo la economía influye en sus actividades. Estas historias orales no son siempre las mismas, sino que varían con el paso del tiempo».

En un momento sugieren que la prensa tiene más olfato para definir una situación económica que los economistas. «El termino recalentamiento de la economía, tal como vamos a utilizarlo, se refiere a una situación en que la confianza ha sobrepasado los límites habituales, una parte creciente de la población ha perdido su escepticismo habitual sobre la opinión que tiene de la economía y está dispuesta a creerse cuentos sobre un nuevo boom económico.  Se trata de momentos en que se practica el consumo negligente como si fuera algo normal, se hacen malas inversiones y quienes las han suscrito simplemente se quedan a la espera de que otros se las compren, sino confiar mucho en que la inversión efectuada sea realmente sólida. Se trata de épocas en que abunda la corrupción y la mala fe, pues cuentan con la credulidad del público y la apatía de los organismos de legislación ( p. 114)».

En un anterior libro de Shiller, Exhuberancia Irracional, «puede verse que el contagio de conceptos entre las personas si se estimula con un incremento inicial del precio de los valores bursátiles puede provocar la propagación de historias optimistas sobre la nueva era. El entusiasmo de los mismos inversores facilita la divulgación de estas historias (p. 116)». Después, «a partir de 1929, cuando el mercado se derrumbó, las historias cambiaron por completo. Las economías de los principales países de todo el mundo cayeron en la depresión y las historias se basaron en la injusticia, la corrupción y el engaño, p. 117.

Cuando escribí mi libro sobre la historia de Ambito Financiero (El señor de los mercados) trabajé mucho esta idea de que la economía también son palabras. En este primer trimestre del 2014 cuando en Argentina la economía ha entrado en una situación difícil, se hace más evidente el rol de las palabras en la reconstrucción de la confianza. Las historias alternativas que circulan sobre lo que está pasando, quiénes son los culpables, cuáles las soluciones, buscan captar adeptos, y es posible que haya finalmente una «historia» ganadora o hegemónica. Podemos inferir de qué, de acuerdo a la «historia» que se imponga, será luego nuestro futuro económico próximo.

George A. Akerlof y Robert J. Shiller. Animal Spirits. Cómo influye la psicología humana en la economía. Gestión 2000, Barcelona, 2009.

Despedida de uno de los periodistas más influyentes de España, Pedro J. Ramirez, fundador y director de El Mundo

http://www.elmundo.es/television/2014/01/30/52ea9d84ca474113658b4579.html

Estrategia mediática de Boudou (abril del 2012)

Es posible que esta tapa le haya hecho creer a Boudou que estaba en la etapa final de su vida política, y por eso decidió salir a golpear. Pero golpeó a funcionarios críticos del núcleo kirchnerista como el procurador Esteban Righi y a un juez que es posiblemente más creíble que Boudou. Lo que dijo de los periodistas es pobre, porque no agregó nada nuevo a su letanía. Quizás un matiz: la cooperación del Poder judicial con «la mafia mediática». Dijo Boudou: «la tapa del diario de hoy del diario Clarín demuestra con toda claridad una ilegalidad, a menos que supongamos que los juzgados son agencias de noticias. El juzgado donde se está tramitando este tema es una verdadera agencia de noticias, lamentablemente agencia de noticias para los medios más poderosos”. Su frase síntesis sería esta: «es una telenovela mediática de la mafia de Magneto y de la agencia de noticias de Rafecas para intentar atacar el voto popular en la República Argentina”. Otra perlita: «Comodoro Py es una agencia de corresponsales. Habría que ver corresponsales de quien”. Por supuesto, en todo momento trata como «esbirros al servicio de un padrino» a los muy buenos periodistas concretos que están investigando el tema como Nicolás Wiñazki, Omar Lavieri o Hugo Alconada Mon. Luis Bruchstein, destacado periodista de Página 12,  en un artículo en que ningunea la investigación realizado por estos periodistas, no deja de cuestionar el show del vice, dijo: «el vicepresidente hizo su aporte al ruido mediático con una conferencia de prensa destemplada en la que pareció que buscaba enemistarse con la guía telefónica».

El referente de Página 12, Horacio Verbitksy, escribió el domingo: «Boudou sigue siendo el tema preferido de las tapas del duopolio, pese a que el material no pasa del reciclaje de lo ya dicho en ediciones anteriores, más detalles laterales que no aportan nada significativo. Es una tarea instructiva para escuelas de comunicación la lectura crítica de la cobertura tenaz de Clarín que mezcla afirmaciones editoriales con datos del expediente para anticipar una culpabilidad de Boudou que la Justicia no ha declarado».

La Reina, de Stephen Frears

frears

Muy buena película sobre la actitud de la Casa Real y el primer ministro Tony Blair tras la muerte de Lady Di. El primer ministro es quien logra rescatar a la Reina de su primera actitud fría tras el accidente mortal. Es notable como la prensa funciona como referente del sentimiento popular para el poder político en ese país. En algún momento critican cierta autonomía de la prensa con respecto al público («exacerban para vender más periódicos»).