Archivo de la categoría: Islandia

Francia e Islandia en la Puerta del Sol

(Stephane Hessel)

Las manifestaciones de protesta en España son contra los partidos, los empresarios, los sindicalistas (en menor medida) y contra los medios tradicionales. La sensación de fondo con respecto a los medios por parte de los manifestantes es que no han hecho lo suficiente en su defensa y que, por lo menos, se les ha contagiado la indiferencia de una gran parte de la población, y que han contribuido a naturalizar lo que no podía ser natural.(En Zaragoza escuché que gritaban los manifestantes: ‘No nos mires, únete’)

Hay dos referencias internacionales clave para entender la Puerta del Sol. Y en ambas se refuerza esa crítica a los medios de comunicación principales.

La primera es un folleto francés y la segunda es la protesta del pueblo islandés.

El folleto francés es Indignez Vous, del francés Stephane Hessel. En la lectura de la traducción española de ese brevísimo texto (casi un manifiesto)  encuentro tres menciones genéricas a los medios de comunicación, donde queda claro que Hessel los ubica del lado malo de la historia. Son estas tres referencias:

(1) Crítica política (uno): Expresa su rechazo a una “sociedad donde los medios de comunicación están en manos de los poderosos”.

(2) Crítica política (dos): «Una verdadera democracia necesita una prensa independiente; la Resistencia lo sabe, lo exige, defiende “la libertad de prensa, su honor y su independencia del estado, de los poderes del dinero y de las influencias extranjeras”. Esto es lo que, desde 1944, aún indican las ordenanzas en relación a la prensa. Ahora bien, esto es lo que está en peligro hoy en día». (La referencia es la Resistencia francesa contra los nazis, dado que Hassel basa su alegato en el programa que elaboró la Resistencia).

(3) Crítica cultural: «hagamos siempre un llamamiento a “una verdadera insurrección pacífica contra los medios de comunicación de masas que no proponen como horizonte para nuestra juventud más que el consumismo de masas, el desprecio de los más débiles y de la cultura, la amnesia generalizada y la competición a ultranza de todos contra todos”. (Hay en muchas de las declaraciones de los «indignados» un cuestionamiento al estilo de vida consumista. Un orador de la plataforma convocante habló el 15-M de «la entronización de la impresentable cultura del automóvil»)

José Luis Sampedro, un veterano militante español también de 91 años, escribió el prólogo de la edición española. Allí Sampedro hace su aporte personal a la crítica a los medios:

“Para distinguir entre opinión pública y opinión mediática, para no sucumbir al engaño propagandístico. “Los medios de comunicación están en manos de la gente pudiente”, señala Hessel. Y yo añado: ¿quién es la gente pudiente? Los que se han apoderado de lo que es de todos. Y como es de todos, es nuestro derecho y nuestro deber recuperarlo al servicio de nuestra libertad».

((Agregó algo que dijo Sampedro este domingo, en entrevista con El País de España:

Decía usted: «¿Libertad? Vaya a un supermercado sin dinero y verá lo libre que es». El mercado no da la libertad. La libertad es como una cometa. Vuela porque está atada a la responsabilidad del que maneja. Lo sabían los revolucionarios franceses: libertad, igualdad, fraternidad. Hay que tener el pensamiento libre y crítico. Para ser yo, la poca cosa, la neurona que sea, necesito pensar con libertad. Con la libertad de la cometa. Mire las elecciones. Hay unas campañas fabulosas para inculcar a la gente lo que tiene que votar. Y como el poder tiene unos medios extraordinarios de difusión, que son de persuasión, logra que se vote a quien se vota y pase lo que pasa.

¿Y qué pasa?: ganan unas veces unos y otras otros. Pues mire, usted perdone que me extrañe de que la gente vote a un señor como Berlusconi.

¿Eso es porque la gente no piensa? Porque la gente no hace crítica, porque acepta la creencia que le proponen a base de bombardearle con los medios. Los titulares de los periódicos son efímeros, tienen muy poca importancia frente a cosas como Guantánamo, un insulto a la justicia y a la inteligencia. ¿Y de Japón? ¿Y de Haití? Del sida en África, o de la falta de educación, no habla nadie porque no interesa al poder, que es el que dispone de los medios, que dicen lo que al poder le interesa. Contra eso hay que indignarse, reaccionar y decir no.

¿Me está diciendo que los periodistas trabajamos a las órdenes del poder y el mercado? No todos. Los hay que se resisten y reaccionan. Pero incluso los que siguen la corriente lo hacen inconscientemente: eso que llaman la información es una parte de lo que pasa, ocultando todo lo demás. Como cuando en una biblioteca hay libros delante y no dejan ver lo de atrás. Lo hacen inconscientemente porque saben que eso es lo que vende.

Ahora se sabe la audiencia exacta de cada noticia y existe la tentación de ofrecer lo que se pide. Claro, a mí me hacen muchas veces el elogio del ordenador. Estoy de acuerdo, pero si usted se acostumbra a consultar el ordenador en vez de pensar, acabará pensando lo que le diga el ordenador. Esto es parecido. El periodista sabe que o hace lo que conviene o se arriesga, y se lo piensa.))

Esto que dice Sampedro forma parte de lo políticamente correcto. Castigar a los medios de comunicación es cool. Pero la verdad es que los flujos de información, de sentido, de interpretación, están hoy más caóticos que nunca. Es evidente que los medios tradicionales más importantes son un poder, pero entre tantos otros, y además muchas veces las eficaces estrategias de sujetos sociales nuevos hacen que esos medios tradicionales poderosos no sepan bien en qué están usando su poder, o tarden bastante en darse cuenta quién los está usando.

La segunda referencia internacional clave es Islandia, donde la movilización de una parte de la ciudadanía (son 300 mil en total) volteó el gobierno que estaba admitiendo pagar deudas internacionales de los bancos locales. En todo el proceso también hubo una iniciativa parlamentaria de reforma del sistema de medios, pero no la pude estudiar. Me distraje con las cenizas del volcán, y me quedé sin tiempo.