Archivo de la categoría: Radio

Luchar contra la mafia desde una radio. I Cento passi (Cien pasos)

imagen 3

Esta es una historia real de la mafia italiana y los medios contada por una película del año 2000, dirigida por Marco Tullio Giordana.

Peppino Impastato, el hijo de una familia mafiosa, se hace militante político y lucha contra la mafia. A medida que va creciendo va construyendo una conciencia crítica, junto a grupos de la izquierda clásica y de otros con las ideas sesentistas y setentistas de expansión de las libertades personales.  Lo interesante, desde el punto de vista de este blog, es que en un momento él (Peppino Impastato) decide llevar su militancia  y su voz en Cinisi, un pueblo de Sicilia, a un nivel más alto, y para ello funda una radio, Radio Aut. Esta se convierte en una fuente esencial de relato alternativo al tradicional, que era temeroso y respetuoso de la estructura mafiosa. Peppino habla de ese pequeño como una “mafiópolis”. Es la historia de cómo se construyó una voz pública poderosa, a través de un medio de comunicación. Esa radio tenía la fuerza política de un movimiento. Quería hacer política profunda, debilitar los consensos culturales que había construido históricamente la tradición mafiosa, reemplazar ese sentido común del pueblo siciliano por un cuestionamiento al delito y al crimen como forma de desarrollarse y solucionar los conflictos. Ese medio era una forma de hacer política, como suelen ser siempre los medios pero a muchos les cuesta aceptar, como si eso fuera degradante. Querer influir, tener poder social, nunca es degradante de por sí. El problema es para qué y cómo se quiere acumular esa influencia. Al final, Peppino decide presentarse a las elecciones. Pero el día anterior lo matan. Es una historia real de uno de los tantos crímenes políticos del sur de Italia. La película completa. Y acá un audio del Impastato verdadero, denunciando a la mafia desde Radio Aut: http://www.youtube.com/watch?v=I5XTj72skCc

Las fotos para cambiar el mundo y la radio para educar

En la revista de La Nación de este domingo hay una nota sobre Reza Deghati, brillante fotoreportero iraní que lleva décadas recorriendo los lugares más peligrosos y pobres del mundo. No es un observador sino que él mismo hace lo que hace para denunciar lo que ve y que los cambios ocurran: «mi desafío es nunca comprometerme con una idea predeterminada de la historia. Y siempre mantengo mi independencia. Cuando una imagen llega a mi corazón, en ese momento soy consciente de que también puede llegar al corazón de otros».

En el 2001 creó AINA (que significa espejo en persa), una ong para promover la educación a través de los medios en Afganistán: «¿Cuál es la mejor herramienta que les podemos dar a las mujeres para realizar esta reconstrucción?» Un medio, los medios de comunicación, la cultura. (…) Si las ayudamos a ser periodistas, escritoras, cineastas, programadoras de radio y , por qué no, a crear su propia radio, revista o película, en una o dos generaciones veremos que ellas van a cambiar el paisaje».

Límites a la «diversidad y pluralismo» (informe de Amarc 2010)

Amarc, la principal organización de radios comunitarias del mundo, publicó el Informe Anual Diversidad y Pluralismo en la Radiodifusión, 2010,  sobre América Latina, donde se analizan país por país los aspectos más relevantes.

Menciona la revalorización, que recorre la región, del rol político mediático: «en la actualidad la disputa por el poder político pasa necesariamente por la repartición del espectro radioeléctrico utilizado para el manejo de las agendas informativas y por lo tanto políticas» (p. 7).

Esto lleva a que en prácticamente todos los países de la región se esté discutiendo una nueva legislación, o ya se aprobó.

Enfatiza que “lo que estamos presenciando es la multiplicidad de servicios pero no de voces“ (p. 95)  y da como ejemplos a dos países:  «En algunos países, como México y Chile, los gobiernos se congracian con las grandes corporaciones mediáticas mediante acciones de facto que les otorgan el nuevo dividendo digital, y dan como explicación pública que se trata de asuntos “técnicos y de desarrollo para una industria moderna”, pasando por alto los estándares mínimos para garantizar el derecho a la información, la libertad de expresión y el desarrollo, especialmente para los sectores más excluidos del proceso de la comunicación» (p. 8).

Y dice luego: «México es uno de los países con mayor concentración de medios de comunicación en pocas manos, especialmente en la televisión. De las 461 estaciones de televisión comercial, el 94% son propiedad de dos compañías, de las cuales el 56% corresponde a Televisa y el 28% a Televisión Azteca. Cada una de esas dos empresas tiene dos canales nacionales y Televisa posee, al mismo tiempo, un sistema de repetidoras adicionales con las que puede articular una tercera cadena nacional.  (En Chile) también la concentración de la propiedad de los medios radiales es evidente. El grupo español Prisa es dueño de 6 de las 10 emisoras con mayor audiencia en el país, las cuales tienen el vencimiento de la concesión en 2010, sin embargo los radiodifusores chilenos se oponen a que el gobierno se las renueve».

Un resúmen rápido de limitaciones es el siguiente:

– En Chile:  » La ley sólo permite menciones publicitarias, restringiendo el mercado de anunciantes a aquéllos ubicados en la zona de cobertura permitida (la comuna), de manera que las radios comunitarias no podrán acceder a campañas de bien público nacionales o internacionales. Asimismo prohíbela publicidadelectoral»

– En Paraguay: «existe una reacción desproporcionada de los sectores empresariales de la comunicación, con respecto a la asignación de publicidad oficial a los medios de comunicación con fines sociales, ya que objetan que se destinen recursos a los medios comunitarios dada que están determinadas en la ley como “sin fines de lucro”, definición que, según su criterio, no permitiría recibir fondos de entes públicos».

– En Brasil: «La Ley de Servicio de Radiodifusión Comunitaria (Ley 9.612/98) prohíbe a las emisoras la transmisión de publicidad, la sanción por emitirla puede ser la revocación de la licencia y multas para quien se anuncie. Como consecuencia de esta restricción los partidos políticos y las organizaciones religiosas aprovechan para introducirse en estos medios a través de la dotación de recursos para cubrir los gastos de operación, poniendo en riesgo su autonomía e independencia».

– En México: «persiste la prohibición de que los medios sin fines de lucro, comunitarios y públicos accedan a publicidad comercial y oficial».

-En El Salvador: «la regulación jurídica actual continúa siendo excluyente, las radios comunitarias solo cuentan con tres frecuencias para operar. La figura de la subasta como único mecanismo para acceder al espectro radioeléctrico no ha cambiado en la Ley de Telecomunicaciones, por lo que sólo quien tiene poder económico puede ejercer su libertad de expresión a través de la radiodifusión. Los medios comunitarios se mantienen hasta el momento con una sola frecuencia que se tienen que repartir entre las 21 emisoras congregadas en ARPAS».

– En Brasil: «No tienen ninguna protección legal contra posibles interferencias por parte de las radios comerciales, al estar en potencias tan bajas y con una única frecuencia. La legislación prevé sanciones solamente para las emisoras comunitarias que interfieren a emisoras comerciales pero no al revés, denotando claramente discriminación y violación a la igualdad ante la ley (p. 71)».

Como ya hemos dicho varias veces, lo relevante no es la ley, sino lo que el Estado hace con la ley:  «La correcta integración y función del órgano regulador es clave para hacer posible la pluralidad y la diversidad. Podemos contar un excelente marco normativo, pero si la autoridad de aplicación no tiene las condiciones antes mencionadas, especialmente la autonomía respecto de los poderes gubernamentales y económicos, es muy posible que la aplicación de la ley no funcione correctamente (p. 85)».

El caso Venezuela me interesó especialmente. Sobre el dicen estas cosas:

– «El principal problema sigue siendo la ausencia de claridad en los criterios de la norma, pues da una amplia capacidad discrecional a las autoridades para la autorización de frecuencias, lo que puede derivar en el uso político por parte del gobierno para beneficiar a solo algunos, contraviniendo así los principios de seguridad jurídica e igualdad ante la ley (p. 74)».

– «El caso más controvertido es Globovisión: hasta mediados de 2009, acumulaba 55 procedimientos sancionatorios (que van desde el decomiso de equipos de transmisión hasta juicios por presunta apología de delitos, incluyendo acusaciones por publicidad subliminal y llamados a delinquir), ejecutados por Conatel bajo la administración del presidente Chávez» (p. 90).

– Sobre la Ley de Responsabilidad Social en Radio, Televisión y Medios Electrónicos (LRSTME): «En cuanto a los contenidos hay algunos tipos de infracción que no cumplen con los requisitos del sistema interamericano tales como la “zozobra”.

Movimientos sociales y medios, según Charles Tilly

En el último libro de Charles Tilly (Los movimientos sociales, 1768-2008. Desde sus orígenes a Facebook, Editorial Crítica, Barcelona, 2010) se dicen algunas cosas relevantes sobre esto. Tilly ha sido un gran autor, pero este no es para nada un gran libro.

Tilly pelea contra el determinismo tecnológico de quiénes creen que los cambios en los medios permiten una transformación absoluta de los movimientos sociales. Recopila ejemplos que sí muestran una dependencia fuerte de los movimientos con respecto a los medios. Habla de una «asimetría intrínseca» que «suponía que los activistas raramente podían contar con la cobertura de los medios, apenas podían controlar el retrato que de ellos hacían y, las más de las veces, no quedaban satisfechos con el tratamiento que se les había dispensado» (p. 171). Y dice: «los teléfonos e internet, por su parte, permiten un mayor grado de simetría entre el emisor y el receptor (….) sin embargo….incluso esa simetría choca con unos limites serios, y podría homogeneizar las relaciones entre partes que ya se definen como iguales, o abrir una puerta para que los proveedores bien organizados dominaran los flujos de información. Evitemos, por lo tanto, el determinismo tecnológico: la mera invención de nuevos medios de comunicación no cambió por sí sola el carácter de los movimientos  sociales» (p. 172). Para ratificar su fobia al determinismo tecnológico, Tilly agrega: «incluso en una época como la nuestra, donde la tecnología es tan importante, los medios no engendran, por sí mismos, movimientos sociales» (p. 177).

Cita dos ejemplos importantes

(1) el caso del padre Charles Edward Coughlin, quien fue «uno de los líderes más influyentes del movimiento social norteamericano durante los años treinta (siglo xx)» (p. 173). Para Tilly ese sacerdote «fue el pionero en el uso de la radio en tanto que herramienta organizativa del movimiento social» (p. 175).

(2) el caso de su amigo Todd Gitlin, que era presidente en los años sesenta de la Estudiantes por una Sociedad Democrática (SDS), y ahora es un muy reconocido profesor de la Universidad de Columbia. Cuando terminó su militancia estudiantil, Gitlin empezó a estudiar qué había pasado con su organización y se centró en la relación con los medios. Escribió con eso un libro imperdible (The Whole World is Watching: Mass Media in the Making and Unmaking of the Left, 1980), que aún no he leído. Allí analiza cómo el SDS se va radicalizando para satisfacer a la cobertura mediática y eso lo saca de sus objetivos principales.

Dice Tilly: «Gitlin concluyó que la cobertura informativa animaba a los activistas a seguir siendo noticia a través de una serie de innovaciones que no siempre aportaban algo a la causa, a sustituir aquellos elementos que les decían los medios informativos por la observación directa de los efectos de sus acciones, a prestar una atención desproporcionada a símbolos, eslóganes, atuendos y actuaciones llamativas y, en ausencia de una información veraz sobre sus propios éxitos y fracasos, a moverse a caballo de la desesperación y el deseo de venganza» (p. 177)

Otro ejemplo relevante es el que da sobre China, donde el oficial El Diario del Pueblo publica en 1989 una editorial ante la manifestación de jóvenes por el funeral de Hu Yaobang, antiguo secretario general del PC Chino. Allí se habla de los jóvenes como “conspiración planeada”. Se juntan cien mil estudiantes para protestar contra esa editorial  y escala la protesta en la Plaza de  Tiananmen.

El tramo que más me gustó del libro viene cuando habla de la «integración en la política pública de las redes de confianza interpersonales» en las que «las redes de confianza son un componente mucho más sutil, pero no menos poderoso, de la democratización. Como ya han señalado muchos teóricos de la democracia, las conexiones entre redes de confianza interpersonales y la política pública afectan considerablemente a la democratización. La confianza es la presentación voluntaria de unos resultados futuros ante terceras personas, arriesgándose a la actuación impropia de terceros. El riesgo es la amenaza multiplicada por la incertidumbre. ….supeditan la reducción de la amenaza o de la incertidumbre a la actuación de otras personas sobre las que no ejercen un control absoluto. Este tipo de relaciones con el prójimo da lugar a redes de confianza. Cuando la gente se compromete con una empresa arriesgada, vinculante y a largo plazo, cuyos resultados dependen en gran medida de las actuaciones de terceras personas, suelen inscribir estas empresas en redes interpersonales cuyos participantes cumplen con sus compromisos y animan a los demás a hacer lo propio porque tienen poderosos incentivos para ello. Estas redes a menudo comparten los riesgos y apoyan a los miembros menos afortunados» (p. 256)

Aquí sí se ofrece un insight interesante para entender movimientos sociales, tanto en dictaduras como en democracias.

¿Qué información necesita la democracia?

 

 

The Report of The Knight Commission on the Information Needs of Communities in a Democracy (2009)

En octubre del 2009 se difundió en Estados Unidos un informe sobre este tema elaborado por un grupo de expertos a pedido de la Knight Foundation (el subrayado es mío).

Consideran dos tipos de informaciones como muy necesarias: “To lead full lives in America’s democratic republic, citizens need two kinds of information: civic information and life-enhancing information. These may come from the same sources or through the same media. The same information sometimes serves both purposes, but they remain distinct categories. Successful problem solving for both individuals and communities requires access to both. Yet, millions of Americans lack ready access to relevant, credible information in either or both categories” (p. 23).

Lo primero que pide el informe es más acción para promover la universalidad de la banda ancha:  «What is a government to do? We think there is a lesson in the administrations of Dwight D. Eisenhower and Abraham Lincoln. They understood the need to connect the nation and did it, using the latest, popular technology. In the middle of the Civil War, the nation embarked on the construction of the transcontinental railroad, linking east and west for commerce and development. Post-World War II, Eisenhower caused to be built the United States Interstate Highway System, allowing the connection of the entire nation by car and truck. Lincoln did not ask if people travelled for pleasure or commerce. Eisenhower did not care whether you drove a Cadillac or Ford. They cared that the nation be connected and that is our lesson. In the area of communications today, there is no greater role for public bodies, whether White House, Congress or state and local legislatures, than to invest in the creation of universal broadband access for all Americans, regardless of wealth or age, no matter that they live in rural or urban communities. Enabling the building of a national, digital broadband infrastructure and ensuring universal access is a great and proper role for government» (p. II).

Esto debería hacerse mediante una acción conjunta entre el Estado y la sociedad: «Information is as vital to the healthy functioning of communities as clean air, safe streets, good schools, and public health. People have not typically thought of information in this way, but they should. Just as the United States has built other sectors of its vital infrastructure through a combination of private enterprise and social investment, Americans should look to a similar combination of strategies in developing its information infrastructure as well». (p. 13)

Y aquí habría un déficit democrático: «“For individuals, failure is the inability to apply for jobs online. Failure is the inability to get  relevant health information. Failure is not being able to take advantage of online educational opportunities or use online tools to track the education of one’s children. Millions of Americans lack the tools or the skills to match their information-rich contemporaries in pursuing personal goals. The freedom they enjoy to shape their own lives and destiny is stunted. These people are falling into second-class citizenship. This is true even putting aside the actual civic activities that online connectedness makes possible. Even if they want to engage in the public affairs of their communities, the navigation of life’s daily mundane tasks requires disproportionate time and energy. This is not democracy at work” (p.11).

Los expertos dieron un ejemplo concreto: “in a world where entry level job applications at MacDonald’s or Wal-Mart must be made online, denial of digital access equals denial of opportunity» (p. II).

Hacen una descripción muy buena de una comunidad que no tenía los estándares básicos de calidad informativa: “In terms of community coordination, failure looks like the aftermath of Hurricane Katrina. People know of dangers but do not organize in response to them. When emergencies strike, information systems break down. People do not know where to find food, shelter, health care and basic safety. In terms of community problem-solving, failure is the proliferation of problems unaddressed. Downtowns dry up. Pollution spreads. Employers leave. Unemployment climbs. Dropout rates increase. Public health problems intensify. A community without public accountability suffers from unresponsive government. Neglect is common, corruption all too plausible. Money is wasted as government officials are slow and awkward at doing what other governments do quickly and nimbly. Voter turnout is low, not because people are satisfied, but because people are resigned. A community without a sense of connectedness is a group of people who know too little about one another. Social distrust abounds. Alienation is common. Everyone assumes that somebody else is getting “a better shake.” The community loses out on the talents of people who lack either the opportunity or motivation to share their skills. When problems arise, there is little common ground to solve them. People feel excluded, that they are not “part of the action,” and they disconnect from one another” (p. 11).

Varias veces el informe repite que es importante promover el sentido de pertenecer a una comunidad: “communities need to develop a sense of connectedness. They need to circulate ideas, symbols, facts, and perspectives in a way that lets people know how they fit into a shared narrative. A community’s system of meaning evolves as new voices and new experiences enter the information flow. People need access to that information to avoid feeling alienated and excluded” (p. 9).

Sobre el periodismo dicen, entre otras cosas:

1. Los periodistas profesionales son los activistas informativos principales: «Information flow improves when people have not only direct access to information, but the benefit also of credible intermediaries to help discover, gather, compare, contextualize, and share information» (p. XIII). Y más adelante señala el informe: “In any community, journalists are the primary intermediaries for news. They are the people most systematically engaged in gathering, analyzing and disseminating news” (p.14).

2. «Original and verified reporting is critical to community information flow. The challenge is not to preserve any particular medium or any individual business, but to promote the traditional public-service functions of journalism. Rather than ask how to save newspapers, a better question is, “How can we advance quality, skilled journalism that contributes to healthy information environments in local communities?” (p. XV). Dicen que los periódicos son más útiles que la radio y la television: “television and radio are also critical news sources, but are unlikely to offset fully any drop that local communities experience in original, verified newspaper reporting. That is because the average radio station provides under an hour of daily news coverage, and television stations, even as they increase their news coverage, are doing so with fewer and less experienced journalists on staff” (p.27). También recuerdan que en muchas comunidades de Estados Unidos no hay cobertura periodística local: “hundreds, if not thousands of American communities receive only scant journalistic attention on a daily basis, and many have none. Even accounting for community weeklies—a 2004 survey identified 6,704 such papers nationwide—it is likely that many American communities get no attention from print journalism at all” (p. 27). Y luego explican: “The journalism of the future may or may not take the familiar form of newspapers. But for true public accountability, communities need skilled practitioners. They ask tough questions. They chase obscure leads and confidential sources. They translate technical matters into clear prose. Where professionals are on the job, the public watchdog is well fed. Part-time, episodic or uncoordinated public vigilance is not the same” (p. 14).

3. Da un interesante ejemplo de porqué la difusión de información no alcanza: “Information alone does not guarantee positive outcomes. Consider one famous example. A front-page story in the June 8, 2004, Times-Picayune12 in New Orleans detailed a nearstoppage in the work needed to shore up the city’s levees. The mere revelation of that information in itself did not mobilize the effort that might have spared the city the worst ravages of Hurricane Katrina 14 months later. Interested or influential people did not engage with the information in timely, effective ways. Unless people, armed with information, engage with their communities to produce a positive effect, information by itself is powerless. Engagement is the critical point where community and individual information needs intersect. Communities need policies, processes, and institutions that promote information flow and support people’s constructive engagement with information and with each other” (p. 12).

4. Hacer a los legisladores mejor legisladores: “a 2008 MIT study found that members of Congress who are covered less by their local press work less for their constituencies, as evidenced by lower federal spending in their districts. They vote their party line more often, testify less often before congressional hearings, and appear to serve less frequently on constituency-oriented committees. This research suggests a tie between news coverage, voter awareness, and official responsiveness. Voters living in areas with less coverage of their members of Congress were found to be “less likely to recall their representative’s name, and less able to describe and rate them.”(p. 14).

Como respuesta a este informe, el 28 octubre del 2009, la Federal Communications Commission (FCC), la autoridad regulatoria, designó al periodista Steven Waldman como asesor especial para «asegurar que nuestras políticas promuevan un escenario de medios vibrante que alcance los objetivos de ofrecer la información que las comunidades necesitan».

Waldman tiene una destacada trayectoria en medios tradicionales y es también un emprendedor exitoso en internet, donde creó el sitio BeliefNet