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la sal

La historia del fotoperiodista brasileño Sebastian Salgado es impactante. Un documental de netflix, La Sal de la Tierra, la recorre con maestría. Como en el  caso de Robert Capa, su marca periodística es una creación de una «mente de pareja», donde ambos trabajan en una visión fotográfica conjunta. Hay que recordar que inicialmente «robert capa» era la marca que utilizaban la pareja de fotógrafos como se explica aquí.

El arte de las transiciones

En base al libro de Sergio Bitar y Abraham Lowenthal (Eds.), Transiciones democráticas: Enseñanzas de líderes políticos, Galaxia Gutemberg, Barcelona, 2016.

transiciones

Salir de la dictadura es liberar las palabras, y lo demás se libera después

 

Este libro es muy útil para repensar qué hacer frente a situaciones autoritarias. Los análisis son ricos y los testimonios de los protagonistas son indispensables. Para completar, las cronologías orientan, refrescan y ayudan a entender mejor cómo fue la secuencia de la salida.

Hubo transiciones de todo tipo: abruptas, lentísimas, controladas, descontroladas, desde adentro del régimen o desde afuera.  Y, en todas, hubo cierto arte de la ejecución por parte de los principales líderes.

Los principales aprendizajes que sugiere este libro en la relación entre periodismo y transición, serían los siguientes:

Espejo. Cuando en el interior del régimen empieza a haber una discusión sobre la transición, es probable que ese debate se perciba en los medios de comunicación. Si los medios son del régimen, el resto de la sociedad podrá leer entrelíneas lo que está ocurriendo; si los medios tienen cierta autonomía, estos podrán agrandar las fisuras entre las distintas facciones oficiales y empezar a desgajar sectores que transiten desde el régimen hacia la oposición. Aquí pueden ser claves en la estrategia de dividir a la dictadura y unir a la oposición (p. 584). Si el poder, como dice Felipe González, es la administración de expectativas, los periodistas pueden contribuir a construir un horizonte de transición, a pesar de que los pasos que se vayan dando sean pequeños (p. 517).  Como dicen los organizadores del libro, “una visión atractiva del futuro a largo plazo para el conjunto de la sociedad y promesas moderadas de beneficios más inmediatos contribuyeron a sostener transiciones complejas en períodos de mucha tensión, que implicaron peligros, costes y decepciones” (p. 590).

Indicador. El periodismo es un indicador del avance o retroceso de la transición. Entre los periodistas suele haber varios de los principales referentes de la vanguardia del cambio, que están en la frontera y por eso pueden sufrir las consecuencias. El asesinato del periodista Vladimir Herzog, en Brasil en 1974, fue, como a veces ocurre, un acelerador de la construcción del bloque opositor. Los zarpazos de los duros del régimen, han sido muchas veces aceleradores de la transición. El alto nivel de indignación que el hecho produjo, reunió a sectores importantes que hasta entonces no tenían suficiente confianza y acuerdo entre sí. El encuentro alrededor de lo fundamental –en gran medida los derechos humanos- es facilitado por estos hechos dramáticos, que terminan cerrando discusiones interminables que paralizan la confluencia necesaria de los opositores. El cardenal de San Pablo, los líderes de otras comunidades religiosas, los periodistas, líderes opositores, grupos sociales, e incluso algunos funcionarios oficiales, participaron de manifestaciones a partir de ese crimen. También para el caso chileno, Patricio Aylwin sugirió que el encuentro alrededor de los derechos humanos terminó con intrincadas deliberaciones tácticas o estratégicas que frenaban los acuerdos básicos entre los opositores.

Desarrollo. Cuando la dictadura sostiene la formalidad de las instituciones democráticas, la transición consiste en darle sustancia real a esas instituciones, en primer lugar al periodismo. Pero cuando las dictaduras construyeron una nueva institucionalidad, el periodismo es algo que tiene que diseñarse desde la base, a partir de la experiencia precaria y cuasi clandestina de la sociedad civil opositora. El primer caso es el de las dictaduras de seguridad nacional en América Latina; el segundo caso es el de las dictaduras comunistas europeas. Hoy la realidad cubana o china por ejemplo, nos sugiere que el futuro del sistema de medios de esos países va a estar en aquellos pequeños medios de comunicación que, construyéndose desde la sociedad opositora, están logrando conectar con los valores de la ciudadanía más democrática. También por supuesto la reforma de los medios estatales acompañará seguramente la reforma del resto del estado autoritario. Hay pocos reflejos más claros de la naturaleza autoritaria o democrática de un régimen como el análisis del contenido de los noticieros de la televisión estatal.

Actores políticos. En la medida en que los medios ganan autonomía en esos escenarios de transición, sus acciones producen a cada paso hechos políticos: visibilizar o invisibilizar hechos, ideas, personas, etcétera; contribuir a la regulación de las reputaciones de los distintos actores del teatro público; contribuir a conectar entre sí a grupos o a personas; contribuir a aislar. El siempre lúcido Fernando Henrique Cardoso recordó el caso del diario económico Gazeta Mercantil, el que en 1977 organizó un foro de líderes empresariales, que realizó expresiones críticas a la política económica oficial: “fue una cosa curiosa, como que la prensa había inventado un liderazgo que, en realidad, estaba disperso” (p. 39), dijo Cardoso.

Ataque. A veces se produce una intifada periodística. Algunos medios y periodistas pueden en forma clandestina o en la superficie atacar de distintas formas el poder autoritario. Cuando Argentina era una democracia, y en Chile estaba todavía la dictadura de Pinochet, el entonces primer ministro Italiano Bettino Craxi, quiso financiar una radio para transmitir desde las provincias argentinas limítrofes hacia el interior de Chile, iniciativa que el presidente argentino de entonces Raúl Alfonsín no aprobó, según el recuerdo del ex presidente chileno Ricardo Lagos (p. 120).

Escuela. Un periodismo que entiende que la suya es una profesión democrática, se convierte en un factor muy positivo para la transición, y termina siendo escuela de democracia para los adultos. En Brasil, los dos poderosos diarios de San Pablo, la Folha y O Estado, fueron luces importantes para la apertura. En la lenta transición brasileña, ambos medios no pararon de presionar por el cambio, a diferencia de la televisión Globo, que tenía una actitud sin autonomía frente a la dictadura militar. En la última etapa de la transición, todavía Globo era muy lenta en realizar su propio tránsito, y en las manifestaciones públicas sus camiones eran agredidos. “La Globo tardó mucho en darle a la campaña una cobertura proporcional a su relevancia y tamaño”, recordó Cardoso (p. 40).

Democracia. Resulta un valor fuerte para la transición la cultura democrática de quienes están en los medios. Los periodistas demócratas tienen que llegar antes que la democracia, de la misma manera que el Rey Juan Carlos era constitucional antes de la llegada de la constitución. Cuenta Felipe González que, “cuando el rey recibe el poder, toma la decisión de no ejercerlo en forma absoluta, sino que lo delega en Adolfo Suárez como si la Constitución estuviera vigente…En ese momento el rey ejerce como monarca constitucional, sin que haya una Constitución todavía….Adolfo Suárez también inició su mandato como si se tratase de un presidente constitucional desde el punto de vista del ejercicio de la responsabilidad” (p. 491). Eso es lo que permite construir instituciones que se consoliden pues sus líderes tienen una cultura consecuente con esas instituciones. A esto se puede referir quien fue presidente de Sudáfrica, Thabo Mbeki, quién considera clave para la transición que haya “medios de comunicación educados, que no se limiten a buscar historias sensacionalistas y mantengan el interés de la población en el proceso de cambio“ (p. 469).

Verdad. La materia básica sobre la que trabaja el periodismo es la información, y esa es también una de las claves de las transiciones. Fue muy interesante el caso indonesio. El nuevo líder, que llega tras la salida del dictador, recibe en su mesa de trabajo en su primer día una enorme cantidad de informes de inteligencia, que no coincidían entre sí.  Una telaraña de teorías e informaciones incompletas que forman lo que los militares llaman “la niebla de la guerra”. “Leía aquellos informes minuciosos y no coincidían. ¿Cómo averiguar cuál decía la verdad?”, dijo B. J. Habibie, sucesor en 1998 del dictador Sukarno. Frente a ese contexto, “la única manera de equilibrar todos esos datos tan confusos era recurrir a la ayuda de los propios ciudadanos. Por eso, a las 24 horas de convertirme en presidente, decidí instaurar la libertad de prensa. (…). Instaurar la libertad de expresión me permitió obtener información fidedigna sobre la opinión que la población tenía de mi gestión”.

El primer ministro español Felipe González agrega que “por primera vez en la historia del ser humano y del poder político, eso que siempre hemos pensado acerca de que ‘la información es poder’ ha cambiado. La información hoy es un bien como el aire, está a disposición de todos. Todo lo que ocurre, incluso lo más secreto, se sabe. ….El poder es la coordinación de la información relevante para el propósito que tienes como gobernante” (p. 518).

Confianza. Dado que el proceso de transición consiste en la construcción de confianza entre amplios sectores, la tecnología de las comunicaciones es un factor importante. Los teléfonos móviles en Indonesia en 1998, y las redes sociales Facebook y Twitter en este siglo, son un recurso que acelera la construcción de confianza entre grupos sociales, y eso contribuye a una más rápida movilización contra la dictadura. En los años previos a estas tecnologías, la confianza se lograba mediante publicaciones escritas, y reuniones cara a cara, que se hacían con mucha dificultad y lentitud en el interior de las dictaduras. Ahora, la construcción de la confianza interpersonal para hacer manifestaciones en la calle es más fácil y rápida.

Además, como señala el ex presidente de México, el priista Ernesto Zedillo, la velocidad con que la gente recibe la información va influyendo también en el curso de los acontecimientos (p. 285). Como la transición consiste en un cambio de escenarios, hay una gran ansiedad informativa por parte de todos los actores de entender cuál va a ser finalmente el nuevo escenario. Los flujos caóticos de información que se producen en el actual ecosistema mediático aportan en forma permanente indicios sobre ese cambio estructural.

Conexión. Los periodistas son también parte de la clase dirigente que gobierna un país, y ellos pueden también acompañar el cambio de actitud del establishment, como ocurrió en Sudáfrica con el fin del apartheid. También ellos son conectores intraelite y llevan y traen mensajes que pueden contribuir a construir “consensos suficientes” para darle una fuerza al cambio hasta que este se convierte en una bola de nieve. Un periodista da noticias también a los líderes, para obtener noticias de ellos en un intercambio donde ambos se beneficien. El presidente sudafricano Thabo Mbeki recuerda casos en los que un periodista le dio noticias que fueron importantes en la transición. La transición expande la elite del poder, lo que hace que se convierta en un recurso útil la conexión que hacen los periodistas que recorren todos esos espacios.

Líderes. Del periodismo pueden surgir también los referentes principales del proceso de cambio. En Polonia, el último primer ministro de la dictadura comunista fue el editor jefe de Polityka; el primer ministro de la transición fue el editor católico Tadeusz Mazowiecki; y el presidente polaco que completó la consolidación democrática fue el también editor Aleksander Kasniewski. En un país donde la política y los medios tuvieron un alto nivel de interrelación, los periodistas han sido muchas veces potenciales candidatos.

Acceso. Un proceso de transición también se puede analizar como una agenda mediática donde cada vez hay más actores políticos y sociales en su interior. En la transición mexicana, la presión sobre el Partido Revolucionario Institucional (PRI), llevó a la regulación de los espacios audiovisuales para que cada vez más incluyan la voz de los opositores, al menos en los procesos electorales.

La lectura de este libro comprueba que la transición es un camino largo, que puede tener tramos veloces, pantanos y retrocesos. Por eso, lo importante es el proceso de acumulación de fuerzas ciudadanas que comiencen a considerar inexorable el desenlace. Es evidente que la construcción de la democracia comienza bajo el techo de la dictadura, y el periodismo es una de los andamios más relevantes.

Prof. Fernando J. Ruiz. Profesor de Periodismo y Democracia, de la Universidad Austral (Argentina)

Este comentario fue publicado en la publicación Diálogo Latino-Cubano.

«Concentración» vs «Monopolios» mediáticos en América Latina.

La madurez del debate uruguayo sobre periodismo y democracia tuvo una prueba el pasado 16 de marzo en Washington. Allí la Comisión Interamericana de Derechos Humanos convocó a una audiencia sobre concentración mediática en América Latina.

Los voceros fueron Claudio Paolillo, uruguayo, presidente de la Comisión de Libertad de Prensa de la SIP; Gustavo Gomez, uruguayo, de Observacom; y el testigo de la discusión fue, entre otros, Edison Lanza, uruguayo, relator especial para la libertad de expresión de la OEA.

Ambos sectores coincidieron en cuestionar la concentración. Las diferencias estuvieron en que la SIP pedía hablar de monopolios públicos también, y no solo privados. También Paolillo pidió que las normas anticoncentración sean generales, y no específicas para el sector de medios. A eso, Lanza respondió que esas normas generales no parecen haber funcionado para evitar la concentración de los medios.

Paolillo planteó una discusión semántica entre «concentración» y «monopolio u oligopolio». Según él, hablar de «concentración» remite más a lo privado y no tanto a lo público. Prefiere por eso hablar de monopolios y oligopolios públicos y privados.

Sorprendió que la SIP señale a un empresario mexicano, Angel González, como un caso nefasto de concentración. González concentra la totalidad de la televisión comercial guatemalteca y ejerce un duopolio (compartido con la familia Ortega) en Nicaragua. (En Argentina, González es propietario de canal 9.).

Aleida Calleja hizo un detallado relevamiento de casos notables de concentración y agregó a la televisión colombiana, la televisión brasileña, la televisión mexicana, y a la prensa escrita de Chile y de Perú.

Los peticionantes de la audiencia pretenden que la Comisión proponga lineamientos sobre libertad de expresión para las normas de desconcentración que los estados están avanzando.

Límites a la «diversidad y pluralismo» (informe de Amarc 2010)

Amarc, la principal organización de radios comunitarias del mundo, publicó el Informe Anual Diversidad y Pluralismo en la Radiodifusión, 2010,  sobre América Latina, donde se analizan país por país los aspectos más relevantes.

Menciona la revalorización, que recorre la región, del rol político mediático: «en la actualidad la disputa por el poder político pasa necesariamente por la repartición del espectro radioeléctrico utilizado para el manejo de las agendas informativas y por lo tanto políticas» (p. 7).

Esto lleva a que en prácticamente todos los países de la región se esté discutiendo una nueva legislación, o ya se aprobó.

Enfatiza que “lo que estamos presenciando es la multiplicidad de servicios pero no de voces“ (p. 95)  y da como ejemplos a dos países:  «En algunos países, como México y Chile, los gobiernos se congracian con las grandes corporaciones mediáticas mediante acciones de facto que les otorgan el nuevo dividendo digital, y dan como explicación pública que se trata de asuntos “técnicos y de desarrollo para una industria moderna”, pasando por alto los estándares mínimos para garantizar el derecho a la información, la libertad de expresión y el desarrollo, especialmente para los sectores más excluidos del proceso de la comunicación» (p. 8).

Y dice luego: «México es uno de los países con mayor concentración de medios de comunicación en pocas manos, especialmente en la televisión. De las 461 estaciones de televisión comercial, el 94% son propiedad de dos compañías, de las cuales el 56% corresponde a Televisa y el 28% a Televisión Azteca. Cada una de esas dos empresas tiene dos canales nacionales y Televisa posee, al mismo tiempo, un sistema de repetidoras adicionales con las que puede articular una tercera cadena nacional.  (En Chile) también la concentración de la propiedad de los medios radiales es evidente. El grupo español Prisa es dueño de 6 de las 10 emisoras con mayor audiencia en el país, las cuales tienen el vencimiento de la concesión en 2010, sin embargo los radiodifusores chilenos se oponen a que el gobierno se las renueve».

Un resúmen rápido de limitaciones es el siguiente:

– En Chile:  » La ley sólo permite menciones publicitarias, restringiendo el mercado de anunciantes a aquéllos ubicados en la zona de cobertura permitida (la comuna), de manera que las radios comunitarias no podrán acceder a campañas de bien público nacionales o internacionales. Asimismo prohíbela publicidadelectoral»

– En Paraguay: «existe una reacción desproporcionada de los sectores empresariales de la comunicación, con respecto a la asignación de publicidad oficial a los medios de comunicación con fines sociales, ya que objetan que se destinen recursos a los medios comunitarios dada que están determinadas en la ley como “sin fines de lucro”, definición que, según su criterio, no permitiría recibir fondos de entes públicos».

– En Brasil: «La Ley de Servicio de Radiodifusión Comunitaria (Ley 9.612/98) prohíbe a las emisoras la transmisión de publicidad, la sanción por emitirla puede ser la revocación de la licencia y multas para quien se anuncie. Como consecuencia de esta restricción los partidos políticos y las organizaciones religiosas aprovechan para introducirse en estos medios a través de la dotación de recursos para cubrir los gastos de operación, poniendo en riesgo su autonomía e independencia».

– En México: «persiste la prohibición de que los medios sin fines de lucro, comunitarios y públicos accedan a publicidad comercial y oficial».

-En El Salvador: «la regulación jurídica actual continúa siendo excluyente, las radios comunitarias solo cuentan con tres frecuencias para operar. La figura de la subasta como único mecanismo para acceder al espectro radioeléctrico no ha cambiado en la Ley de Telecomunicaciones, por lo que sólo quien tiene poder económico puede ejercer su libertad de expresión a través de la radiodifusión. Los medios comunitarios se mantienen hasta el momento con una sola frecuencia que se tienen que repartir entre las 21 emisoras congregadas en ARPAS».

– En Brasil: «No tienen ninguna protección legal contra posibles interferencias por parte de las radios comerciales, al estar en potencias tan bajas y con una única frecuencia. La legislación prevé sanciones solamente para las emisoras comunitarias que interfieren a emisoras comerciales pero no al revés, denotando claramente discriminación y violación a la igualdad ante la ley (p. 71)».

Como ya hemos dicho varias veces, lo relevante no es la ley, sino lo que el Estado hace con la ley:  «La correcta integración y función del órgano regulador es clave para hacer posible la pluralidad y la diversidad. Podemos contar un excelente marco normativo, pero si la autoridad de aplicación no tiene las condiciones antes mencionadas, especialmente la autonomía respecto de los poderes gubernamentales y económicos, es muy posible que la aplicación de la ley no funcione correctamente (p. 85)».

El caso Venezuela me interesó especialmente. Sobre el dicen estas cosas:

– «El principal problema sigue siendo la ausencia de claridad en los criterios de la norma, pues da una amplia capacidad discrecional a las autoridades para la autorización de frecuencias, lo que puede derivar en el uso político por parte del gobierno para beneficiar a solo algunos, contraviniendo así los principios de seguridad jurídica e igualdad ante la ley (p. 74)».

– «El caso más controvertido es Globovisión: hasta mediados de 2009, acumulaba 55 procedimientos sancionatorios (que van desde el decomiso de equipos de transmisión hasta juicios por presunta apología de delitos, incluyendo acusaciones por publicidad subliminal y llamados a delinquir), ejecutados por Conatel bajo la administración del presidente Chávez» (p. 90).

– Sobre la Ley de Responsabilidad Social en Radio, Televisión y Medios Electrónicos (LRSTME): «En cuanto a los contenidos hay algunos tipos de infracción que no cumplen con los requisitos del sistema interamericano tales como la “zozobra”.

Lula y su balance del periodismo

En los días previos a la elección presidencial que cerró su mandato, Lula dio una entrevista colectiva a Martín Granovsky (Página 12), Carmen Lira (La Jornada de México) y Emir Sader (Carta Maior, de Brasil).

Estos son los extractos principales:

–El día que la prensa decida divulgar la revolución que se produjo en Brasil –dice ahora con ironía–, el pueblo se va a dar cuenta del todo. En los sondeos el Gobierno aparece con un 80 por ciento de aprobación. No es Lula, es el Gobierno. ¡Y estamos en el octavo año de mandato! ¿Cuál es el fenómeno? Que no dependemos de la prensa. Si fuera por la prensa, yo tendría 10 por ciento de aprobación. O hasta les debería algunos puntos. El fenómeno es que los resultados llegan a las manos del pueblo. El pueblo recibe los beneficios, ve que las cosas se hacen. Entonces, el que no habló no formó parte de la historia de ese período. Ese fue el gran cambio entre 2003 y 2010.

–Usted dice que hizo cosas que quizás algún día la prensa divulgará. Y el gobierno, ¿no lo divulgó?

–En Brasil hay un debate muy interesante. Y sé que no es una discusión sólo brasileña. En la Argentina se da el mismo debate, y lo mismo en los otros países de América latina. Hasta Barack Obama, a poco de asumir, dijo que la cadena Fox no es un medio de comunicación sino un partido político. Yo converso con dirigentes de todo el mundo. Todos se quejan. Yo no me quejo mucho de la prensa porque también llegué adonde llegué a causa de la prensa. Contribuyó mucho a que yo llegara donde llegué. Por eso soy un defensor juramentado de la libertad de expresión y la democracia. Ahora, hay gente que confunde la democracia y la libertad de comunicación con actitudes extemporáneas. No sé si es una tendencia mundial. No sé si será que las buenas noticias no venden diarios. Tal vez los escándalos vendan… Yo voy a terminar mi mandato sin haber almorzado con ningún dueño de diario, con ningún dueño de un canal de televisión, con ningún dueño de revista. Sí mantuve con todos ellos una actitud respetuosa y democrática. Quise entender su papel y que ellos entendieran el mío. Muchas veces el pueblo se entera de las cosas buenas que suceden en este país porque las divulgamos nosotros a través de la publicidad, por Internet o por el blog del Planalto. A veces, si sólo dependiese de determinados medios de comunicación, ni siquiera hablarían de algunos temas. Algunos hasta dicen: “No nos interesa cubrir eso, esa inauguración…”. Por ahí es verdad, no sé… El dato concreto es que, en mi opinión, si el pueblo fuese mejor informado, sabría más cosas y podría hacer mejores juicios de valor. Para mí el arte de la democracia es ése: que la gente tengan seguridad de la calidad de la información, de la honestidad de la información y de la neutralidad de la información. Y quizás hubiera sido más fácil que los medios de comunicación asumiesen categóricamente su compromiso partidario. Así todos sabríamos quién es quién. Pero ésa no es la situación actual en Brasil. Hoy parece todo independiente, pero basta ver las tapas para darse cuenta de que la independencia termina donde comienza el comercio. También se trata de un aprendizaje. Tenemos poco tiempo de democracia. En este momento estamos viviendo el mayor período de democracia constante de Brasil, sea a partir de la Constitución de 1988 o sea a partir de la asunción del presidente José Sarney. Son poco más de 20 años. Es una democracia muy incipiente, aunque es muy fuerte y goza de instituciones sólidas. Hicimos un impeachment y no pasó nada. Aquí eligieron a un metalúrgico. Percibimos un avance general en América latina. Eso va consolidando la democracia independientemente de los nostálgicos que siempre dijeron que un metalúrgico no podría llegar a la cima, que un indio tampoco, que un negro no podría llegar, que una mujer tampoco. Estamos quebrando esos tabúes.

–Hay que valorar esto –dice Lula cuando revisa qué pasa hoy en Sudamérica–: la izquierda en América latina hace opción por la democracia y por esa vía está llegando al poder en varios países. Los golpes no son de la izquierda. Nadie de izquierda dio el golpe en Honduras. Entonces, la gente precisa saber que si la información fluye correctamente, eso facilitará la toma de decisiones para su vida. En Brasil estamos aprendiendo. Así vamos construyendo nuestra democracia. No tengo derecho a quejarme. Voy a terminar mi mandato con el mayor nivel de aprobación que jamás alguien haya alcanzado. Hay presidentes que ni siquiera comienzan con esa cifra del 80 por ciento. Por eso tengo que agradecer al pueblo brasileño, a la democracia brasileña y –por qué no decirlo– también a la prensa: su comportamiento, a favor o en contra, fue formando un juicio de valor. Tengo una tesis que vale tanto para la prensa como para nuestra conducta cotidiana: si todos los días alguien está a favor del gobierno, perderá credibilidad. Pero también la perderá si todos los días está en contra. Los dos extremos son malos. Hay que hablar de las cosas buenas del gobierno cuando suceden. Entonces, cuando se hable de las cosas malas, la credibilidad estará intacta. Eso es lo que desarrollaría y consolidaría la libertad de comunicación en el país: el compromiso sólo con la verdad y nada más que con la verdad, le duela a quien le duela.

–¿La NBR está en televisión abierta?

–No, no. Aún estamos construyendo todavía la tevé pública. Es un proceso de fortalecimiento. Pero no queremos que la tevé pública quede como un canal para transmitir las actividades del presidente. Nadie soporta eso todos los días. Mi ideal es que todos nos comprometamos con la verdad. Incluso los medios de comunicación. Cuando el pueblo esté bien informado, todos estarán bien informados. El Estado no tiene por qué tener un instrumento oficial para transmitir. Sí debe contar con una tevé pública con programación de calidad, de contenido competitivo en forma y en fondo. El Estado no debe competir con los privados en materia de financiamiento. Debe ser el primero en pluralidad de informaciones, porque eso dará credibilidad al Estado. Y al mismo tiempo, ser el primero en la seriedad de las informaciones. La tevé pública no debe decir que el presidente Lula está vestido con traje blanco cuando tiene uno negro. No tiene por qué decir que juega bien o mal al fútbol. Si, al contrario, se compromete con la verdad, puede ser que a un presidente o a otro no le guste lo que dice la tevé, pero la democracia lo agradecerá. Yo no hubiera sido presidente sin democracia. Recordemos, por ejemplo, aquella foto famosa del primer gobierno de la Revolución Rusa. En esa dirección política no hay un solo obrero metalúrgico. Y así pasa normalmente en muchas revoluciones. Las direcciones políticas son siempre de clase media. O de intelectuales. Pero en Brasil conseguimos crear democráticamente un partido con mayoría de trabajadores y llegamos a la presidencia de la República. Y todo eso en poco más de 20 años.

–Tengo una conducta que viene del movimiento sindical –dice–. La democracia, para mí, no es una media palabra. Es una palabra completa. Algunos entienden por democracia apenas el derecho del pueblo a gritar que tiene hambre. Yo entiendo por democracia no sólo el derecho de gritar contra el hambre sino el derecho de comer. Esa es la diferencia fundamental. Democracia, para mí es permitir el derecho de adquirir conquistas, y no sólo el derecho a la protesta. Es un tema delicado. Aquí en Brasil hicimos una Conferencia de Comunicación. Participaron algunos dueños de medios de comunicación, de telefonía, gente del movimiento social, los blogueros… Todos. Todos los que quisieron participar. No me quejo. Pero aquí debería invitar a Emir Sader a que dé una conferencia para los dueños de diarios y les diga lo que él sostiene: que tienen obligación de informar. Ellos no lo creen así. Muchas veces parece que tuvieran obligación de desinformar. Miren los diarios y las revistas de los últimos tiempos. ¡Y no hubo un presidente que haya dado a la democracia la importancia que le di yo! Es importante entender lo que pasa en Brasil. El pueblo levantó la cabeza y la autoestima a un nivel extraordinario. Y todavía va a mejorar más. Cuanto más pluralismo tengamos, cuantas más opciones tengamos, mejor informado estará el pueblo, porque el pueblo dispondrá de una canasta de informaciones. Por eso es importante la revolución de Internet, que mucha gente no comprende o no quiere comprender. Después de Internet todo queda viejo. La Internet es en tiempo real. O sea: termino de dar una entrevista colectiva, vuelvo a mi oficina, me conecto y en 30 segundos están las noticias de todo el mundo. Incluso mi propia conferencia de prensa. No sé cómo hará el mundo para sobrevivir a esa avalancha de informaciones que recibe la sociedad. Las personas interactúan, responden, critican, se sienten coautoras de la noticia. Es extraordinario.

(versión de La Jornada)

“Como nuestros adversarios están fragilizados en sus partidos, utilizan algunos medios de comunicación para hacer una gran oposición al gobierno, y nosotros, en lugar de ponernos nerviosos, tenemos que estar felices, porque esto forma parte del proceso democrático».

“A veces, tengo la impresión de que había gente que buscaba provocarme para que yo tomase una actitud más ríspida contra cualquier medio de comunicación, para que yo intentara hacer alguna intervención, para que yo intentara… y cuanto más me golpeaban ellos, más democracia; y cuanto más me golpeaban, más libertad de expresión, hasta que todo el mundo se dio cuenta que sólo hay un juez: el lector, el telespectador, el oyente. Son ellos los que nos juzgan. Él sólo va a leer lo que quiera leer y sabe interpretar, sólo va a asistir a lo que quiera asistir y sabe interpretar, y no quiere más intermediarios, no quiere más al tal formador de opinión pública. Ese que se pone una corbata, va a la televisión, da una entrevista y se autodenomina formador de opinión pública y cree que todo el mundo va a seguirlo. Hay un presidente de una Central Única, aquí en Brasil, que representa a millones de trabajadores: él no es un formador. Esas cosas cayeron por tierra».

“El pueblo brasileño no quiere intermediarios. Quiere hablar por su boca, ver por sus ojos y tomar decisiones con su conciencia. Se terminó el tiempo en que la ‘casa grande’ (la hacienda) decía y la senzala (el alojamiento de los esclavos) tenía que obedecer, se acabó.”

–El pueblo brasileño no tiene la posibilidad de escuchar sus discursos, de leerlos, a menos que acuda a un acto político y lo escuche directamente, y a veces la prensa hace de intermediaria. ¿No cree usted que sería necesario tener espacios en que el presidente de la república rindiera cuentas, hablase?

–Mire, temo… me da miedo algo oficial. Eso termina por no tener credibilidad. Puede tener credibilidad durante un tiempo, pero después pierde credibilidad. Tengo un programa de radio de cinco minutos, todos los lunes, que yo ya tengo tiempo para, caramba, tener que hablar seis minutos. El domingo a la noche grabo todo y lo transmite quien quiere transmitirlo, no es obligación. Tenemos la NBR, que es una televisora del gobierno, que divulga íntegramente lo que hace el gobierno, todos mis discursos son transmitidos íntegramente.

“La televisión pública que estamos construyendo todavía está en un proceso de fortalecimiento. No queremos que sea vista como un canal para transmitir actividades del presidente, no queremos eso, porque nadie aguanta eso todos los días. Creo que los medios de comunicación, todos, en el momento en que todos asumimos un compromiso con la verdad, estaremos satisfechos. No creo que el Estado deba tener un medio oficial para transmitir. Creo que el Estado debe tener una televisión pública que tenga una programación de calidad, competitiva en cuanto a contenido, a forma. Creo que el Estado no debe competir con las privadas en cuestión de financiamiento. Lo que el Estado necesita priorizar es, primero, la pluralidad de las informaciones, porque eso es lo que va a dar credibilidad al Estado; y, al mismo tiempo, la seriedad de las informaciones.

–¿Usted ha acusado de golpista a la prensa de su país?

–No, no. Yo no utilizo la palabra golpismo. Para entender es preciso acompañar a la prensa brasileña y ver lo que quisieron hacer en 2005. Y que ellos no estaban acostumbrados, porque la elite brasileña, en el 54, llevo a Getulio (Vargas) a la muerte. Es importante recordar que ellos decían que Juscelino (Kubitschek) no podía ser presidente, no podía ser candidato, si era candidato no podía ganar, si ganaba, no podía tomar posesión, y si asumía, no iba a poder gobernar. Así hablaban de Juscelino en el 55, ¡así! Esa misma elite es la elite de hoy, no representada por los más viejos, pero sí por los más nuevos que heredaron no solamente el patrimonio, sino a veces también el mismo comportamiento y conciencia política. Ese es un dato, ese es un dato objetivo. Después llevaron a Joao Goulart a renunciar, defendieron el golpe militar.

“Cuando yo llego a la presidencia, pensaron dos cosas: ‘Bueno, vamos a respetar la democracia y vamos a dejar al operario llegar hasta ahí’. El obrero llegó, y ellos alentaban, creían píamente que yo iba a ser un fracaso total y absoluto, que la izquierda y su obrero metalúrgico iban a sucumbir por la incapacidad para gobernar el país. Ese era el pensamiento. ¿Qué pasó? El obrero comenzó a hacer más que ellos, y ahí se quedaron nerviosos.

“No me voy a quedar quejándome, pero sí podrían acompañar (la prensa). Yo no creo que haya habido un presidente que hubiese tratado a la democracia con la importancia con la que la traté, porque yo sé cuán importante es para mí. Pero algunos comprenden de manera diferente… también eso es democracia. Pero es importante entender lo que sucedió en Brasil. El pueblo brasileño levantó la cabeza, la autoestima a un nivel extraordinario, y pienso que eso sólo va a mejorar. Cuando la gente percibe que cuanto más pluralismo hay, cuantas más opciones hay, mejor informado estará el pueblo, porque ahí el pueblo tiene una canasta de informaciones. Por eso es que creo que es importante la revolución de Internet, que mucha gente todavía no comprende, o no quiere comprender. Ahora, todo después de Internet es viejo, todo, porque Internet es tiempo real… No sé cómo es que el mundo va a sobrevivir a esta avalancha de posibilidades de información que la sociedad tiene. La gente interactúa, responde, critica, se siente coautora de la noticia, creo que eso es extraordinario.”

“Nunca acepté la idea de quedarnos sentados sobre nuestros errores, criticando sólo al imperialismo: ‘¡Ah!, somos pobres por culpa del imperialismo estadunidense; estamos enfermos por culpa del imperialismo estadunidense; nos pasó por culpa del imperialismo estadunidense’. Esa es media verdad. La otra verdad es que la elite política de cada país se subordinó cuando no necesitaba subordinarse. Es más fácil criticar a los otros en vez de ver nuestros defectos. Creo que es una vergüenza lo del muro de México y Estados Unidos. Creo que es una vergüenza, después de toda la glorificación de la caída del Muro de Berlín, que haya un muro en México y que haya un muro en Israel. Creo que es muy vergonzoso para la humanidad. Pienso que el único muro que deberíamos asimilar es la Muralla China, que se transformó en algo turístico. El resto son muros segregadores, y nadie dice nada, nadie dice nada. No se ven fotografías del muro que separa a México de Estados Unidos en los medios de comunicación».

Congreso de periodismo de investigación en Brasil

Resumen del Quinto Congreso de Abraji (Por Gabriel Bermúdez)

Presente y futuro del periodismo investigativo, revolución tecnológica y nuevos medios y cobertura del crimen organizado fueron algunos de los temas emblema del Quinto Congreso de la Asociación Brasileña de Periodismo Investigativo (http://www.abraji.org.br) realizado en San Pablo del 29 al 31 de julio
 
«Las perspectivas para el periodismo de investigación son alentadoras» opinó Rosental Calmon Alves del Centro Knight de la Universidad de Texas aunque enmarcó el desarrollo de la actividad en un nuevo contexto «donde el principal desastre fue la destrucción del modelo de negocios de los mass media». En ese marco el surgimiento de organizaciones sin fines de lucro («aunque generan lucro y lo reinvierten en sus proyectos» destacó Alves) es un dato relevante ya que se convierten en socios imprescindibles de los medios tradicionales con los cuales conviven. Hay una necesidad mutua: estos necesitan a aquellas para seguir incluyendo al periodismo de investigación (actividad de costos elevados) dentro de su oferta y los nuevos medios (en donde, en muchos casos, lideran periodistas emigrados de los medios tradicionales) precisan de los históricos para potenciar su trabajo. Sobre este punto, Lowell Bergman (ex periodista del programa 60 Minutos e inspirador de la película El Informante) destacó que la repercusión de los informes militares sobre la guerra en Afganistán, a partir del trabajo de obtención y recopilación realizado por WikiLeaks (http://wikileaks.org/), se dio a partir de su revelación en diarios como The Guardian y The New York Times. 
 
Aron Pilhofer, jefe del equipo de interactividad de la versión on line de TNYT, quien además participó de esa co-publicación, cree que ese tipo de asociaciones se va a multiplicar. Bergman reveló además que hoy existen en Estados Unidos sólo dos unidades de investigación periodística en los grandes medios y que la amplia mayoría de los periodistas que realizan esa tarea son free lance. Igualmente cree que el rol del periodista no está en peligro porque sigue siendo imprescindible para ayudar a interpretar material crudo como pueden obtener y distribuir organizaciones como WiliLeaks. De hecho mencionó que el Times realizó una depuración de los informes militares y recortó algunos aspectos. Tanto Bergman como Gavin MacFadyen, director del Centre for Investigative Journalism (http://www.tcij.org) coinciden en que la colaboración que hoy se ve entre los medios, tanto tradicionales como digitales y audiovisuales, era algo inconcebible no hace mucho tiempo atrás.

Otro de los resultados de este proceso en marcha es el surgimiento de redes internacionales de colaboración.
Sharon Tiller habló sobre Frontline World (http://www.pbs.org/frontlineworld/) que forma parte de la PBS, televisión pública de Estados Unidos, tiene presencia en 80 lugares del mundo y donde anualmente se publican unas veinte historias periodísticas.  Otro caso en expansión es el Consorcio Internacional de Periodistas (http://www.publicintegrity.org/investigations/icij) uno de los de mayor calidad surgidos en los últimos años.
 
En cuanto a los casos de crimen organizado, la influencia del factor político en su éxito es clave, sostuvo Mario Carvalho, de Folha de San Pablo. En la misma línea, Judith Torrea, periodista free lance y responsable de un blog en Ciudad Juárez (http://juarezenlasombra.blogspot.com) dijo que el narcotráfico es imposible sin la corrupción del Estado. En una ciudad acosada por ese delito y con una sucesión de muertes sin freno, Torrea sostiene la necesidad de que el periodismo salga a contar las historias acerca de lo que está ocurriendo. Denuncia que cunde la autocensura como forma de preservación de la vida entre sus colegas que, muchas veces, llegan al sitio de las matanzas, mucho tiempo antes que las propias autoridades.

Carvalho resaltó el «vale todo» que parece regir las operaciones financieras en su país y exhortó a sus colegas a «abandonar la forma provinciana de contemplar lo que está pasando». También se preocupó por no dejar de mostrar el rostro humano que existe en cada investigación. Américo Martins, editor ejecutivo del Servicio Mundial de la BBC durante diez años, abundó sobre la utilización de periodistas infiltrados en diversas organizaciones publicas y privadas para desbaratar su funcionamiento irregular. Detalló las recomendaciones que allí se tienen en cuenta antes de encarar una investigación: disponer de la plena seguridad sobre el interés público de lo que se va a investigar, protección garantizada desde el punto de vista legal y periodistas entrenados para no cometer ningún error ni acto ilegal en el proceso investigativo. Reveló la política de contratación de reporteros free lance que tiene la BBC (hay estipulado un porcentaje por ley ya que se trata de un servicio público) para lo cual se genera una competencia de proyectos para aspirar a esos puestos. También dijo que el servicio tiene un departamento especial donde se recibe y analiza la información que envía el público. Por esta última vía, especialmente a través del aporte de fotos y videos, se pudo romper el vacío informativo que existió en las primeras horas posteriores a los atentados en los trenes de Londres en 2005. Ahora aquella oficina de recepción de materiales, que antes disponía de sólo cuatro empleados, es hoy mucho más grande. A su turno Pilhofer resaltó su sorpresa acerca de la calidad de materiales ó comentarios que envían algunos lectores del New York Times a los cuales se los incentiva permanentemente a colaborar con la plataforma tecnológica.
Más información:
Blog del Congreso: http://congressoabraji2010.wordpress.com/
Knight Center: http://knightcenter.utexas.edu/blog/?q=es/node/8081